Stranger Pigs: «Es un lobby.»

El programa de Jordi Évole (Salvados – Stranger Pigs) sobre la industria cárnica ha despertado todo tipo de reacciones: las de quienes ven y las de los que no quieren ver. Y en este gran marco que se abría el domingo pasado surgen miles y miles de opiniones amparadas en el veganismo, el ecologismo tradicional, los modelos alternativos, la ética, las ideologías políticas, o, simplemente, las ideologías. Ha cumplido con el cometido del buen periodismo, que imagino que es lo máximo a lo que aspiraba el de Cornellá; a eso y a no traicionarse, algo por lo que muchos —y, entre ellos, un servidor— lo admiramos.

No considero que tenga mucho sentido hacer otro análisis más del programa. El programa en sí muestra lo que muestra, que es la punta de un gran iceberg, y es pionero en lo que lo es: en mostrar imágenes propias del documental (Cowspiracy, Earthlings, cualquier conferencia sobre carnismo de Melanie Joy o de veganismo e industria alimentaria de Gary Yourofsky) en el prime time televisivo. Puede que yo no sea del todo objetivo por mi ideología, pero creo que Salvados sí intentó serlo: ofreció una vía al diálogo y a la exposición pública, pero los responsables de El Pozo —como parte del lobby porcino— sabe muy bien que es una industria que no puede pervivir en la luz.

A partir de aquí, se han abierto múltiples canales y discusiones: está el bienestarismo de los consumidores más concienciados, que buscan alternativas sin renunciar a la muerte animal, tanto desde la perspectiva social como animal, y también del lado contrario, del lobby, que mantiene los mismos argumentos de siempre: el de las imágenes capciosas u obtenidas sin permisoel de la defensa institucional de un gobierno cómplice, pete quien pete. Es muy ejemplificativo el tuit del chef Ramsay Gordon sobre la lasaña vegana que le enseñaba una fan hace unos días y la broma sobre PETA: no hay duda de que los movimientos por los derechos de los animales están haciendo muchas cosas bien y algunas cosas mal, pero la autocrítica (y la empatía) con la que sí que ha demostrado contar el movimiento, sigue sin estar presente en el resto.

Stranger Pigs ha confirmado los siguientes escenarios:

#1. Cambios éticos en el tejido social

Existe un cambio cognitivo generalizado que no tardará —o no debería— en llegar a la política. Muchos ya no comemos o utilizados animales, otros están verdaderamente interesados por encontrar alternativas más respetuosas con el medio ambiente y con los animales. No es casual la aparición de una nueva certificación de bienestar animal por IRTA y AENOR ni la exclusión de huevos de gallinas enjauladas en el mercado. Tampoco las campañas de Igualdad Animal o de PACMA, a menudo tildadas de bienestaristas, pero que están dando frutos, y lo están haciendo rápido. Aquí se puede encajar la campaña en la que os animo a todos los lectores/as del blog a firmar sobre Los secretos de El Pozo.

Mapache (Borlado)
Escultura-grafiti de un mapache realizada con basura por el artista Artur Bordalo.

#2. Invisibilizar lo que todos pueden ver

Esto nos lleva, sin embargo, a un tema sobre el que la industria es conocedora. Tras películas como Okja, documentales como Matadero y programas en hora punta televisiva, cada vez resultará más difícil ocultar la realidad necesaria que supone alimentar a una población mundial que, en 2100, será de 11,2 mil millones de personas. Toda la industria es consciente de esto, y no solo eso, sabe que no se puede mantener un proceso que nada tiene que ver con cuatro cerdos y dos vacas en una dehesa, sino de explotaciones como la que vimos en el programa de Évole.

#3. Nuevos rumbos y cambios en el mercado

No es casual que las grandes empresas como Google tengan una inversión en alternativas vegetales enorme, y que la carne limpia, como comentaba Ruth Toledano hace un par de días en El caballo de Nietzsche, sea una realidad que casi podemos tocar con las manos. El sufrimiento animal está llegando a su fin, y como ya he comentado en este blog infinidad de veces, lo hará por ciencia y no por ética. ¿Alguien cree que podrá distinguir un filete de ternera «limpia» de uno que han matado en una granja? Quizá el programa y el hashtag del #SalvadosGranjas nos ha enseñado que es bastante difícil de creer: al fin y al cabo, casi nunca sabes ni lo que comes.

#4. Informarse está en nuestras manos

Pero lo peor, sin ninguna duda, es cuánta gente se ha sorprendido por esta verdad que muchísimos activistas y animalistas llevamos muchos años señalando. Hoy, hay documentales, hay libros —incluso uno escrito por un servidor—, hay todo tipo de material gráfico y audiovisual. Hay estudios que demuestran que no hay ningún problema para vivir sin muerte animal, y sin productos de origen animal incluso; hay mil alternativas con productos naturales y procesados. Falta querer abrir los ojos.

Si Stranger Pigs ha servido de algo es para que los cerdos (y sus vidas) dejen de ser extraños para millones de personas, y que estas sepan cómo viven y cómo mueren. Esta semana se ha relativizado, se ha individualizado, se ha minimizado, o devaluado sus vidas, porque son cerdos y casi nos importan más que los trabajadores de la granja (palabras que en boca o letra de pocxs activistas he escuchado o leído), pero lo cierto es que si se mira, se ve, y si nos interesa, gracias a gente maravillosa como Amanda Romero, Lucía Martínez, Ruth Toledano, Concha López, Paula González, Melisa Tuya, Eva San Martín, Tras Los Muros, todo el equipo del Centro de Ética Animal de la UPF, y más, muchos más cada día, y a cada hora, el mañana se va a escribir en verde.

Industria cárnica, alternativas vegetales y carne cultivada

Los avances tecnológicos no pueden suceder sin científicos o ingenieros. El desafío de la sociedad es equiparar a las suficientes personas, con las habilidades correctas y formas de pensar, que lleguen a trabajar en los problemas más importantes.

Eric Schmidt, presidente de Alphabet Inc.

Eric Schmidt, presidente ejecutivo de Google, ya lo tenía claro hace unos meses, y todo indica que las predicciones que hizo en la costa de California se están cumpliendo una a una.

En los próximos años, el desarrollo de alternativas vegetales será una de esas nuevas tecnologías que cambiarán el mundo. Para ello, la carne proveniente de animales se reemplazará por alternativas vegetales, y, en consecuencia, supondrá un cambio en el modelo alimentario actual para Occidente, y para el mundo entero.

Hay tres grandes contras que se han convertido en una losa para la industria cárnica: los hemos visto en Cowspiracy (K. Andersen, 2014), Food Inc. (R. Kenner, 2009), Meat the Truth (K. Soeters y G. Zwanikken, 2007) e incluso Earthlings (S. Monson, 2007).

El primero es aquel que nos ha hecho buscar otras formas de consumo a una mayoría creciente que adopta una dieta flexitariana, vegetariana o vegana: el maltrato animal sistematizado de la industria. Hoy, ni tan siquiera términos como «carne ecológica» o piscifactoría consiguen que nos traguemos esa falsa necesidad por más tiempo. Hay alternativas vegetales y, en nuestro día a día, consideramos que, optar por ellas, es mucho más coherente que apoyar a un modelo basado en el «usar y tirar» a otras especies animales y en el consumo como nunca lo habíamos visto ni practicado hasta las últimas décadas del siglo XX.

consumo-agua-carne

En paralelo, hay dos argumentos más que podrían recogerse en un solo punto: derroche de recursos; en especial, el que hace referencia al consumo de agua potable y al calentamiento global a causa del metano de la ganadería industrial orientada al consumo (o, sin ser tan finos, de los pedos de las vacas y tantos otros animales criados en masa para consumo).

En Silicon Valley lo han soltado sin tapujos: el modelo ha caducado; simplemente, se está alargando por motivos económicos (algo que muchos piensan que también se está haciendo con el petróleo, por cierto), no de ética ni de sostenibilidad. Hacia el siguiente estadio, se abren dos caminos: las alternativas vegetales y la biotecnología enfocada hacia el cultivo de carne in vitro.

En lo que se refiere a la primera, nos encontramos superando todavía un estadio primario, donde empezamos a cocinar soja, seitán o tofu, a consumir más verdura de hoja verde, etc., con el fin de sustituir proteínas de origen animal por proteínas de origen vegetal. Se ha demostrado, además, que no hay ningún problema en hacer esto en cualquier momento de nuestras vidas (puedes leer más sobre ello en este texto de la Unión Vegetariana Española), sino que, simplemente, deberemos optar por un mayor control de la dieta si queremos evitar un déficit de cualquier tipo (una carencia de hierro, o de vitamina B12, etcétera).

Esa es la fase 1. En lo que a alternativas vegetales se refiere, la fase siguiente se centra en ofrecer un producto idéntico a ese consumidor-tipo que, o bien no desea ver más allá (mataderos, industrialización del modelo, mal uso de los recursos naturales, caducidad del modelo…) o cuya ética le permite seguir consumiendo animales que mueren porque prefiere anteponer conceptos como tradición, conveniencia, hábito o sabor.

Sí. Ya lo sé. El mundo no puede ofrecerte hamburguesas a todas horas y, a continuación, cerrar el grifo; si hay demanda, tiene que haber oferta. El capitalismo funciona así, y todos nosotros, a veces por obligación, somos profundamente capitalistas. Entonces, la respuesta es un producto que no difiere de un filete, una hamburguesa o unas costillas de cerdo para romper todos los esquemas de ese consumidor. Es hacia donde se dirigen Impossible Foods (con su The Impossible Burger, por ahora) o Beyond Meat.

Cerdo (vivo)
Un cerdo de los que me gustan: ¡vivo y feliz! 😉

Pero antes de continuar, hay otra alternativa. Una vía que empieza con la clonación como modelo para superar los problemas de demanda en países como China. Esta idea, que pese a haber conseguido adeptos en el mercado, caerá rápidamente en desuso, empieza con un objetivo claro: crear más y más ganado para el consumo; en un primer estadio, en junio se hablaba de 100.000 embriones y, en el segundo, de 1.000.000 de cabezas de ganado.

Sería fácil desmontar el sistema entre críticas de empobrecimiento genético a medio y largo plazo; e incluso plantearse qué soluciona el ganado clonado frente al inseminado (aunque esto tiene una respuesta: la velocidad, el mayor control en los tiempos), porque a los animales les gusta follar también, casi tanto como a nosotros, y, además, se les puede incentivar de muchas formas. Sin embargo, quizá la respuesta más contundente sea: ¿y los chinos verdaderamente se creen que eso se hace por necesidad y no para incentivar un cambio en los modelos de consumo asimilados a una mejor calidad de vida occidental? Algo que también ocurre en la India, por supuesto.

The Beyond Burger anuncio
Banner publicitario de The Beyond Burger de la empresa Beyond Meat, una de las alternativas vegetales que más adeptos ha conseguido en EEUU.

Pero China y la India no pueden vivir consumiendo carne como Occidente: el planeta no lo soporta. Ese es uno de los secretos: la gente aquí come animales a diario porque una gran parte del planeta no lo hace nunca. ¿No lo sabías? Por eso, y porque si se ponen a hacerlo, la Tierra no aguanta. Así, con esa noticia de la clonación, también tenemos otra que nos avisa de una caída en el consumo de más del 50 % para prevenir gases de efecto invernadero. Curioso, ¿verdad?

La (segunda) alternativa, pues, no es la clonación. Cada vez hay más personas concienciadas y el crecimiento de aquellas que adoptan una dieta vegetariana sigue aumentando, así como quienes se lo plantean para luchar por causas que les resultan importantes en este siglo: maltrato animal, recursos naturales, respeto, naturaleza, empatía…

Pero solo hace falta cambiar el término clonar por cultivar. Sí. Carne cultivada. ¿Por qué no crear un filete en lugar de una vaca que tenemos que alimentar, matar, despiezar, y un largo etcétera? Es una forma estupenda, además, de resolver los problemas entre carnistas y veganos, ¿o no? Un filete no siente, no tiene sistema nervioso central, y, en la práctica, una vaca, un filete o nosotros, solo somos compuestos químicos unidos entre sí: muchos o pocos; y hoy, como sociedad, podemos empezar a saltarnos unos cuantos pasos que suponen despilfarro y una conciencia más sucia de lo necesario.

Proceso de producción de carne in vitro
Proceso de producción de carne in vitro. Puedes leer más sobre este tema en el siguiente enlace, que trata la polémica sobre la ética o falta de ética asociada a este tipo de carne.

Estas nuevas tecnologías, a priori, parecen convivir bien, y seguir una filosofía muy similar, además. Desde mi punto de vista, y el de muchos otros, quizá no sea ético tener que experimentar con animales para dejar de matar animales, pero, si salimos de casa y nos paseamos entre mercados, restaurantes y supermercados, tenemos casi la obligación de minimizar estos daños colaterales (si los hubiera) frente a los posibles resultados. Como se puede leer en Carne cultivada: de criar animales a crear carne en un laboratorio y en La «carne de laboratorio» está cada vez más cerca de la mesa; la producción «in vitro» se encuentra en una fase muy avanzada.

¿Veremos a vegetarianos y veganos volviendo a comer carne por esta razón? Apuesto a que sí. Pero no todos. Pues muchos de ellos basan su decisión en razones éticas, y, otros tantos, le añaden al vegetarianismo esa consideración de modelo más saludable (aquellos que lo hacemos por razones éticas, quizá no le damos  tanto peso a este último punto).

Así, Impossible Foods o Beyond Meat son una alternativa «verde» muy sostenible que parece llevar detrás una gran inversión previa y un mayor tiempo de investigación, que se ha ido popularizando también a este lado del charco con equipos como el de La Carnicería Vegetariana, y que, a priori, parece que contará con un precio más competitivo durante los próximos años. Mientras que, la carne cultivada, puede ser otra opción perfectamente válida a medio plazo para veganos o vegetarianos que quieren volver a consumir carne, pero, eso sí, sin maltrato animal, reduciendo las emisiones de gases contaminantes, buscando un futuro mejor para todos, y, en especial, para todos esos animales que vieron cómo el modelo de los campos de exterminio nazi se popularizaba en la industria cárnica y les recluía en su propio Auschtwiz.


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