Empezaba informando al lector sobre la existencia de una experiencia positiva. Si eso es lo que quieres, le decía, no sigas leyendo y lárgate.
Aquel era un texto sedante, algo que escribía con un dolor punzante y que, más que aliviar, seguía echando sal en la herida. Quizá por ello relacioné el encabezado de esa Breve historia del pene con Chuck Palahniuk y con la mayoría de sus personajes, sean aquellos secundarios que se meten cacahuetes por el culo o, simplemente, cualquiera de los que tienen de todo menos estima por su integridad física.
Si creéis que el karma no existe (llámalo karma, llámalo diosa Némesis), os equivocáis. Y es que la primavera del 2009 es testigo de mis carcajadas al borde del infarto frente a aquel artículo del, por entonces, GonzoTBA (hoy, Javier Malonda), un año después, me rompí el pene. Sigue leyendo «Homo homini lupus»