Papa, quiero ser torero

Va morir a la infermeria
de la plaça a mitja tarda,
i el seu fill moria torero
ple de gloria i ple de fama,
ple de clavells a la tomba,
banderilles i estampetes,
i als balcons geranis negres…
Ai papa, el teu fill ha mort torero.

Papa, jo vull ser torero (Ho sento molt, Albert Pla, 1989)

Adrián, el niño que padece sarcoma de Ewing —una enfermedad rara que hace que las células neoplásicas se ubiquen en el hueso o en tejidos blandos— quiere ser torero. Su lucha contra el cáncer ha pasado, tristemente, a segundo plano; por delante, los taurinos han empezado a usarlo como munición y escudo con el que arremeter contra todos los antitaurinos y meterlos en el mismo saco (algo habitual).

Entre ayer y hoy, se leía: el tuit de Íker Jiménez, de Carlos Herrera, de la Policía Nacional, de Fulano de tal, en apoyo al niño al que los antitaurinos dijeron que se iba a morir por ser mala persona. 

Leí el titular, una y otra vez. No es comparable a lo que le han soltado al pobre chaval, pienso, ¿pero desinformar no es un delito también? Oye, con dos cojones. Han generalizado y han metido a todos los que de verdad amamos a los animales en el mismo saco. Parece ser que no ha sido la tal Aizpea Etxezarraga, sino que alguno más ha opinado sobre la afición del niño, y de ahí, a todo un colectivo que representa una mayoría en este país frente a la minoría que dice amar a los toros y los descuartiza después.

Esto es calcado a lo de Víctor Barrio, pensará más de uno. Con la diferencia de que aquel torero había tomado, personalmente, la decisión de torturar y asesinar animales, y este niño solo repite lo que ve. ¿Tiene Adrián la culpa de que sus padres sean taurinos? No, claro que no.

Adrián en el Festival

Sin embargo, hay dos cuestiones que me obligan a sonreír con sarcasmo. La primera, es que todo surge de una corrida de toros benéfica de la Fundación de Oncohematología Infantil: ¿a esta gente no le da vergüenza sacrificar vidas inocentes para salvar vidas inocentes? ¿No hay otras formas de conseguir sus objetivos a corto y medio plazo más allá de perpetuar una actividad minoritaria que una mayoría de españoles repudiamos? La segunda es más fuerte. Se trata de Adrián, y de desear la muerte de un niño, y del Defensor del Menor. Quizá esta figura, que ha permitido que niños de tan corta edad vean cómo se ensarta, humilla, tortura y sacrifica a animales inocentes, pueda meterse la lengua en el culo. Por lo menos, que lo intente.

¿Dónde están los medios, la Administración o el Defensor del Menor cuando se lleva a niños impresionables a celebraciones que convierten en su estandarte la falta de empatía, el maltrato animal y el dinero que solo brota de la sangre inocente? Con todos mis respetos, no tienen ni puta idea de sus propias competencias, y tampoco de lo que significan palabras como democracia o libertad de expresión, por mucho que nos joda a veces. Claro que nos fastidia que cuatro descerebrados confundan las motivaciones y los objetivos de la lucha animalista, pero más molesta el populismo y la generalización perpetua.

Yo espero que Adrián se cure. Me sumo al hashtag que proclama por todo Twitter: #AdrianTeVasACurar, y lo deseo de corazón. Y, asimismo, aspiro a que este país deje de permitir que niños de tan corta edad tengan que presenciar tortura y muerte solo por caer en una familia que no entiende que no solo importa la vida del pequeño Adrián, sino todas las vidas, y que ninguna de estas debería embrutecer la inocencia que solo los niños tienen, y que, tarde o temprano, todos nosotros les arrebatamos.


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Taurinos y antitaurinos: piedras y palabras

Habrá quien piense que no es causa para tales consecuencias; también quien en la vida de un toro reconozca la suya propia.

Las cosas se solucionan hablando, nos decían nuestros padres. La mayor mentira jamás contada. Históricamente, las cosas se solucionan a hostias, a guerras, a espadazos, a tiros y, alguna que otra vez, a través del diálogo. Excepto esto último, todo lo anterior está mal, pero mal de fatal, claro que sí, pero ya somos gente adulta y no gusta que nos endulcen la verdad.

Ayer se empezó a compartir un vídeo sobre una agresión a dos activistas antitaurinas durante los correbous. Los correbous son una tradición basada en el maltrato animal que se mantiene en Cataluña; si nunca los has visto, se trata de encierros de toros, vacas y vaquillas a los que se patea, apalea, veja, con ayuda de todo tipo de plataformas y útiles en una plaza de toros.

El más famoso de todos ellos es el bou embolatEmbolat en catalán viene de bolas, como las dos que se le atan a los cuernos una vez se le ha inmovilizado en el suelo y que se prenden para que se queme los ojos mientras corre asustado por el municipio; también hay quien arrastra al toro por la calle, como la fiesta del capllançat de Les Cases d’Alcanar. Todos son correbous, y los correbous, al igual que la mayoría de espectáculos de tauromaquia o maltrato animal, son Bien de Interés Cultural o Patrimonio Cultural Inmaterial para España y para sus comunidades autónomas.

Puedes firmar aquí contra los correbous.

Como consuelo, nos dejan a un animal torturado, pero no asesinado como en cientos de plazas de toros de toda la península, o en Tordesillas. Y a razón de esta agresión y del próximo septiembre en el municipio vallisoletano, un grupo de aficionados al boxeo de Sant Adrià del Besós conocidos como Chatarra’s Palace ha explotado: «El Toro de la Vega no está solo este año.» Y no solo prometen moverse, sino defender al toro y defenderse a sí mismos de cualquier tipo de agresión. Buscando la participación activa, por supuesto.

Habrá quien piense que no es causa para tales consecuencias; también quien en la vida de un toro reconozca la suya propia, y termine por cornear en alguna dirección. En los comentarios que han aparecido por todas partes desde ayer, se leen opiniones contrapuestas. Hay quien apoya ir un paso más allá, y hay quien lo considera ponerse al nivel del agresor.

Bou embolat - Toro embolado en una "fiesta"

Probablemente, la pregunta sea otra. Quizá la pregunta sea: ¿quieren los taurinos dialogar acaso?, ¿y el gobierno?, ¿es posible un cambio por la vía política o social tras tanta cultura desangrándose en la arena de una plaza? Mahatma Ghandi, arquetipo de la resistencia a través de la no violencia, dijo: «Cuando una ley es injusta, lo correcto es desobedecer.»

http://www.youtube.com/watch?v=fahHi6zhk2M

¿Qué debemos hacer? ¿Esperar al siguiente Rompesuelas? ¿Seguir poniendo la otra mejilla? ¿Plantarnos año tras año en un escenario que agrede ante las palabras y la no-acción? ¿Continuar suplicando ayuda a unos políticos sordos que siguen sin tener presente la opinión de una mayoría contraria a la tauromaquia y al maltrato animal?

Para terminar este batiburrillo de ideas, he recordado un consejo horrible que alguien me dio, hace muchos años, parafraseando al filósofo Anaxágoras:

—Si te engañan una vez, no es tu culpa; si te engañan dos, sí —dijo.

—¿Y si alguien alguien me pega? —le pregunté.

—Más o menos lo mismo —contestó. Si te pegan una vez, ya sabes, no es tu culpa.

—¿Y si me pegan más veces? —le pregunté.

Prueba con una patada en los cojones —respondió.

Así funciona el mundo de hoy, entre sutilezas que pasan inadvertidas para la mayoría hasta que ya es demasiado tarde.