Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros.
Juan, 13:34
El grupo ultracatólico Hazte Oír ha lanzado una campaña que, sin lugar a dudas, ha cumplido su objetivo: llegar a millones de personas y decirles a los transgénero que no son normales. Ahí es nada, ¿eh?
A nivel de marketing y publicidad, la transfobia ha servido, de nuevo, para llenar páginas y páginas de periódicos: vamos, todo un éxito. A nivel humano, es otro tema. Otro fracaso a nivel administrativo, similar al que ocurrió en enero con el panfleto homófobo que el colectivo madrileño Acrópoli replicó punto por punto.
Hazte Oír se ha aprovechado de la controversia. Hoy, cada vez es más difícil cuestionar la opción sexual de una persona. La edad dorada de estos dinosaurios ya pasó, y una mayoría creciente —y más en España, que ha avanzado a pasos agigantados en las últimas décadas— acepta la homosexualidad, igual que la bisexualidad o la heterosexualidad. ¿Está todo arreglado? Ni mucho menos. Pero nos empiezan a sonar conceptos como asexual, transexual o transgénero, e incluso nos atrevemos a encajarlos bien junto a otros, como libertad, respeto y privacidad. Se han acabado los chistes de «mariquitas» en casa y en la calle, y miramos con pena e incredulidad a los Arévalos, que perdieron gran parte de su repertorio de humor, y todavía se atreven a rescatar algún chascarrillo rancio de vez en cuando.
Los ultracatólicos aprovechan que, a menudo, oímos campanas y no sabemos dónde. Por eso, hoy, las redes sociales están repletas de gente que cree que un biólogo puede solventar este (supuesto) equívoco, y no entienden aquel concepto, a veces leído desde la religiosidad, que dice: somos cuerpo, mente y espíritu. Si bien mucho más simple aún sería leer una enciclopedia —la Wikipedia misma nos sirve aquí— y entender las distintas acepciones del concepto, pero quizá eso todavía es pedir demasiado.
Pero no. Por aquí, aún queda recorrido. En España, somos más chulos que un ocho; por eso permitimos y encubrimos como libertad de expresión lo que no es más que una incitación al odio; al odio por parte de terceros que no quieren esforzarse en conocer a las personas con las que conviven, y al odio que puede surgir de la incomprensión por conocerse a uno mismo, y que, en sectores LGBT, vergonzosamente sigue suponiendo graves problemas de victimización y suicidio.
Mientras la administración despierta, yo tengo una solución; citarles algunos de los miles de versículos de su propia religión que prostituyen al servicio de propósitos más oscuros; y si eso no funciona, poner una voz grave, como la de John Locke en Perdidos y, parafraseándole, decirles: «No me diga lo que no puedo ser.»
Enlaces relacionados:
- Un bus de Hazte Oír circula con el mensaje ‘Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva’, vía Europapress, en 20minutos
- Los ultracatólicos de HazteOir pasean un autobús por Madrid contra los niños transexuales, por Joaquín Vera, en El Español
- HazteOír desafía las leyes contra la LGTBfobia y lanza una campaña de odio tránsfobo, en Dos Manzanas
Yo soy ateo y creo que tu les quieres callar la boca a los de este autobus
Hola, Francisco:
Así es. No creo que nadie deba abrir la boca para decirle a los demás QUÉ (o quién) son o CÓMO deben sentirse. La libertad de una persona o un colectivo termina donde empieza la de otra persona u otro colectivo, y, en este caso, en absoluto se está respetando la libertad de niños y niñas (y personas adultas también) que se sienten de un modo distinto, e igual de válido, al mayoritario.
¡Saludos!
Mezclan de una manera vergonzosa la libertad de expresión con la incitación al odio y la disciminación por sexo. Es como si fueran proclamando que los negros no son iguales que nosotros, o que las mujeres a fregar y a servir al hombre y si éste les tiene que dar palos, que se los den…
Creo que la fiscalía, de oficio, sin necesidad siquiera de que exista denuncia por medio, debería actuar de oficio e imputar a estos individuos…
Un abrazo, Javier.
La caña, por no decir otra cosa. ¡Viva el respeto y la tolerancia!
Gran frase que le viene al pelo a este país, que parece de vez en cuando el abanderado, la punta de lanza, de la ola conservadora, rancia, misógina y carca que está viviendo la sociedad occidental:
«Encubrimos como libertad de expresión lo que no es más que una incitación al odio»
Sobre todo, cuando proviene de la derecha, porque ya se actúa rápido, ya, contra el uso de esa misma libertad de expresión si va en contra de los poderes establecidos o los «valores bienpensantes y fundacionales»
PS: Y un ateo también puede ser un carca, como ateo lo digo.
PS2: Me callo, que es uno de esos posts en los que tengo que decirte que mejor me muerdo la lengua 😉