El otro día hablé con mi amigo Félix sobre un tema que me escuece un poco. Cuando se complicó lo del Covid-19, mucha gente se lanzó a las calles (bueno, a los supermercados) a comprar papel higiénico. A mí se me ocurren diez mil cosas mejores que comprar antes, pero él, Félix, que devora vídeos y vídeos en YouTube me explicó una teoría que tiene bastante sentido.
Parece ser que, de producirse una falta global de provisiones, el papel higiénico podría convertirse en una nueva moneda de cambio, ya que pocas cosas hay peores que pasearse por el mundo con el culo sucio y relacionados: falta de agua, gasto, pestucia, el plus de moverse por ahí sin saber cómo o dónde podrás plantar un pino, etcétera. Ante esto, te explota la cabeza y se te abren un porrón de posibilidades: gente que lo sabía y no compro papel de WC, gente que lo sabía y compró papel a saco paco, gente que no lo sabía y se dejó llevar por la locura colectiva…
De producirse una falta global de provisiones, el papel higiénico podría convertirse en una nueva moneda de cambio.
En el libro La psicología de las pandemias, Steven Taylor explica que la oleada de «ansiedad de anticipación» ante el virus es una reacción habitual. En este caso, hacerse con rollos de papel higiénico podría interpretarse como un intento de devolver a las personas cierta sensación de control ante algo que genera impotencia en los individuos (¡ajá!, por eso no se acabaron los condones: chiste malo, malísimo). En fin, como me gusta el rollo marrullero, por ahora, me quedo con la hipótesis de mi colega.
El problema real que le veo a esta teoría, si se pudiese confirmar, es que, toda esa gente que lo sabía y compró como si el mundo se fuera a acabar, no son más que tipos y tipas que se han quitado las caretas frente al nuevo orden a lo Mad Max, ¿no? Del estilo, nos-la-suda-todo-y-vamos-a-sacar-provecho-cabrones. Me explico: si compras mucho, mucho papel, significa que esperas que las cosas se desmadren, pero aquí ni dios avisó de eso, ¿no? Quiero decir, nadie le dijo a la gente que se aprovisionase, por si las moscas, sino que estas personas hicieron acopio por si, en algún momento, se daba la realidad número 7.422: el papel higiénico se convierte en moneda de cambio del Nuevo Orden Mundial.
[…] hacerse con rollos de papel higiénico podría interpretarse como un intento de devolver a las personas cierta sensación de control ante algo que genera impotencia en los individuos
Desde mi punto de vista, actuar así es absurdo de cojones, porque los que se aprovisionan de papel higiénico se olvidan de los taraos con katanas en su casa esperando a que llegue un apocalipsis zombi; o peor, de la gente USA-style con armas para disparar al coronavirus y a quien se ponga por delante; de las marujas y los marujos que empezarán, histéricos, los disturbios en las calles, y muchos otros escenarios que creíamos de ficción, pero la gente es gilipollas. La realidad es que, ante el caos absoluto, el papel higiénico te lo puedes meter por el culo (joé, parece la típica frase que me he guardado todo el artículo para meter con calzador, pero juro que no).
Si llega el fin del mundo, como creen en su fuero interno los compradores compulsivos de papel higiénico, yo no pienso seguir siendo esclavo de Joan Roig y Amancio Ortega. Lloraré, con amargura, por haberlo sido hasta el Apocalipsis (tiene cojones), pero empezaré a soltar amarras, que ya va tocando; dejaré de cargar los cadáveres y las cadenas de la sociedad de consumo y la puñetera posmodernidad. En palabras de millennial, trataré de ser el buen Negan y no el mal Rick, los tipejos aquellos de The Walking Dead. No es cuestión de empeñarse en mantener igual las cosas a cualquier precio, aunque tampoco de fabricarse un bate con nombre de guitarra eléctrica y meterle alambre de espino para romper cocos, supongo.
Si llega el Fin del Mundo, quizá es momento de que entendamos (todos), de una puta vez, que las cosas van y vienen y que nosotros solo somos otro actor más en el tablero, para lo bueno y para lo malo. Con esta visión del mundo, ¿de veras quieres ser tan mongolo o mongola como para acaparar en tu casa papel higiénico y gel hidroalcohólico? Si es así, quizá tú eres un poco más culpable que el resto. Por la parte que me toca, supongo que, como muchos, no tengo ni idea de si esto es el principio de algo distinto o del se acabó lo que se daba, pero casi que ya no me espero y empiezo a disfrutar de las pequeñas cosas, a aportar desde mi propia individualidad (que es el único modo de ser y de hacer) y a no perturbarme demasiado por lo que hacen y dejan de hacer los demás. Si llegan los zombis, pues ya me liaré a palos; mientras, me voy a pasear con mis perros y a respirar el aire, que algo más puro se nota incluso en Barcelona.
Esta entrada fue publicada, originalmente, en Metepatas el 10 de julio de 2020, blog que reabsorbió un celoso Doblando tentáculos en 2021.
2 comentarios sobre “Las cosas van y vienen (incluso en el Fin del Mundo)”