Bob se desperezó en lo alto de la cama. Allí esperó un rato, pero Javier olvidó moverlo esa mañana —él no podía— y no tardó en escuchar la puerta varias veces. Primero, imaginó cómo salían a pasear a los perros, y el gato se acercó ronroneando con parsimonia para darle los buenos días; como contrapartida, él le obsequió con una gran sonrisa.
Después, le pareció que volvían a entrar, y seguidamente pudo oír cómo dejaban las correas en el recibidor y tomaban un café rápido entre prisas.
Luego, más tarde, quiso avisarles de que todavía seguía en la habitación, y no en el estudio, donde solía matar el tiempo de las mañanas; acogiendo, poco a poco, el hábito; sentado en una silla, en silencio, esperando a que apareciesen los primeros rayos del sol de invierno.
![Uno de los tres podría ser Bob... ¡Vale, de acuerdo! No tiene relación. Pero me pareció muy maja...](https://www.doblandotentaculos.com/wp-content/uploads/2015/02/caja-de-cerillas-oso-cabra-flickr-wacky.jpg)