Los animalistas también hacen animaladas

Teo Mariscal es el director de Bocalán: escuela de formación, criadero de labradores y, recientemente, uno de los escasos centros en España que ofrecen cursos de adiestramiento multiespecie.

Fotografía tomada en el Zoo de BarcelonaEn persona, no tengo el placer; le conozco de lejos, por terceros… y por algunos de sus alumnos, que han sido compañeros/as míos, o invitados e invitadas, en algún curso de adiestramiento canino. Hoy, de algún modo, llego hasta su muro, y leo un texto (notablemente) extenso que ha dedicado a aquellas personas y entidades que no han dudado en criticar este tipo de cursos.

Ante esta avalancha de críticas, Mariscal no ha dudado en responder y ofrecer su propia opinión al respecto. Algo lícito y que cualquier persona animalista interesada en los cursos o, simplemente, en el sector, seguro que agradecerá. Yo, por lo menos, lo hago. Cabe decir, como él bien comenta en el encabezado de su mensaje, que es un profesional con más de dos décadas de experiencia a la espalda (algo que debe respetarse) y que pueden haberse malinterpretado tanto los medios como los fines.

Pero no. A continuación, os explico por qué. Antes, sin embargo, os copio cuatro de las preguntas que Teo Mariscal lanza al aire en su publicación:

¿Un zoológico no debería tener un veterinario?
¿No debería tener personas que se dedican a la limpieza?
¿No deberían, por tanto, tener personal técnico experto en modificar y tratar problemas de conducta en esos animales?
¿Deberían mirar hacia otro lado ante una estereotipia? En pro de un supuesto animalismo irresponsable, ¿deberían dejar a los animales a su suerte?

Aquí concuerdo al 100 %. Los zoológicos deberían tener veterinarios, servicios de limpieza, personal técnico especializado y, por encima de todo, la responsabilidad suficiente para ofrecer una buena estimulación y un enriquecimiento ambiental adecuado.

También crucificamos con facilidad, como comentaba ayer mismo. Eso hay que concedérselo a Mariscal cuando dice: «¿Cuál es el absurdo motivo que lleva a decir esto a organizaciones que se vanaglorian de ser los «protectores»? ¿Será que sus campañas están llenas de dobles propósitos, o es que simplemente son producto de la ignorancia?» Si bien, ya que inicia un diálogo, le recomendaría que tuviese la valentía de citar una por una las asociaciones animalistas de las que habla y el por qué están equivocadas, qué dobles propósitos ocultan y por qué son ignorantes. ¡Y muchas lo son, estoy seguro, y mantienen en puestos de responsabilidad a personas que solo están preocupadas en dirigirse hacia lo políticamente correcto sin una visión de conjunto!

Ahora, viene la parte que no va a gustar tanto: Teo, estás centrando la atención en el punto que no preocupa a nadie; desconozco si consciente de que, para cualquier animalista, aquello que hay fuera de ese foco es mucho más difícil de tragar.

Las críticas hacia los programas con animales salvajes (aquel que se preocupa por los animales, porque todos ellos tengan unas buenas condiciones de vida, y construye, aporta, jamás destruye) van por otros derroteros. Nadie con dos dedos de frente se quejará porque los alumnos de los cursos de adiestramiento multiespecie ayuden a que la vida de los animales confinados en un zoológico sean más ricas en todos los sentidos, sino en la perpetuación del modelo.

Lobos (cursos multiespecie)
Lobos adiestrados en los cursos multiespecie. La fotografía original puede encontrarse en uno de los álbumes dedicados al curso multiespecie en el muro de Bocalán.

Cuando se dice: «no podemos cambiar el mundo, sino mejorarlo con acciones como esta», debe ser un alegato real, que busque una mejora a medio plazo y no una continuación del mismo modelo; y, aun así, ni tan siquiera aquí radica la crítica de lo que, para muchos animalistas, es un gravísimo problema.

Entre los objetivos de los cursos puede leerse lo siguiente:

– Mejorar la calidad de vida de los animales en parques zoológicos través del entrenamiento y el enriquecimiento ambiental
– Formar a profesionales del medio
– Modificar conductas en animales de especies salvajes
– Prevenir problemas de comportamiento en animales salvajes
– Asesorar sobre procedimientos de entrenamiento
– Entrenar animales para procedimientos veterinarios o exhibición

Quizá, entonces, el problema que tienen muchos animalistas con los cursos multiespecie no sea el aprendizaje y las pautas de enriquecimiento que los alumnos obtendrán para mejorar la vida en zoológicos, sino el uso de los mismos para espectáculos de exhibición (donde, ¿por qué no?, también estarán incluidos los circos, la publicidad y el cine ¿verdad?).

Leopardo (cursos multiespecie)
La fotografía original puede encontrarse en uno de los álbumes dedicados al curso multiespecie en el muro de Bocalán.

A todo ello, se suma el segundo gran problema al respecto: la cría. Cuando leo Fauna y Acción, con todo mi respeto hacia aquellos que no piensan como yo, entiendo que Bocalán y Teo Mariscal ven correcto la perpetuidad a través de la cría progresiva y la utilización de especies salvajes para estos fines: cine, televisión, teatro, circos, etcétera.

El grupo cría hoy personalmente a todos sus ejemplares, animales que pasan trimestralmente todas las inspecciones y revisiones comunitarias y estatales, por lo que el impacto medio-ambiental por su actividad es totalmente nulo, y la identificación de los mismos con sus entrenadores, absoluta y entregada.

«Quiénes somos» en la página web de Fauna y Acción

Respeto, pero estoy en completo desacuerdo. Primero, en que no es posible cambiar el mundo: lo es; el mundo cambia a través de nuestras acciones; y claro que hay impedimentos, y desconocimiento, y trabas por parte de todo tipo de intereses públicos (aunque suene triste) y privados. Segundo, no hay que temer no gustar a todo el mundo, porque es imposible, pero dudo que una persona implicada y con lazos con algún movimiento animalista vea mal el aprendizaje de técnicas de adiestramiento para el enriquecimiento de los animales en zoológicos; sin embargo, me parece cobarde esconderse tras esa premisa para omitir el uso y la cría para conservar un modelo de exhibición y abuso de especies salvajes. Como bien dice Mariscal, los animales no tienen la culpa de que sus antepasados naciesen hace cincuenta años en un zoo: la tenemos nosotros; y seguiremos teniéndola si de aquí a otros cincuenta, o cien años, siguen ahí.

Por último, deseo que este texto —en la línea de lo que escribí sobre el programa de televisión ¡Vaya fauna! cuestiones a replantear y algunas cuestiones más a replantear— se tome como una crítica constructiva por parte de cualquier lector (o lectora) e incluso de mi interlocutor último, Teo Mariscal, si llegase a leerlo. Creyendo, fervientemente, que sí es posible equivocarse intentando hacer algo bueno por los demás, pero también rectificar y dejar los egos a un lado.


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Gepostet von Teo Mariscal am Mittwoch, 7. September 2016

Arturo y la libertad

Murió Arturo. Ya se acabó. Quedará para cada uno —y en especial para los de siempre— si existió una solución mejor, una forma de liberarlo de los barrotes o de ofrecer una mínima calidad de vida a esa presa que vivió cautivo treinta y un años.

El animal más triste del mundo. El último oso polar recluido en Argentina. Arturo, quien soportó temperaturas de más de cuarenta grados durante el verano austral; en una piscina, en el interior de una jaula de escasas dimensiones. Triste, deprimido, muerto en vida, como tantos otros animales que, como nosotros, no pueden soportar la visión eterna de una celda entre ellos y el mundo.

Oso Arturo (fotografía)

El Zoológico de Mendoza se atrevió a comunicar que ha vivido una larguísima vida, notablemente más extensa que la mayoría de sus congéneres, obviando el hormigón coloreado en azul, la soledad, el aburrimiento, el estrés; incluso la charca con dos palmos de agua que mezclaba lágrimas y un anhelo de naturaleza que nunca fue saldado.

La reclusión no casa bien con el instinto, el mar, el frío, la supervivencia, la caza, la compañía de los suyos, la libertad, y aún menos en las condiciones inaceptables de Mendoza, donde han fallecido decenas de animales en los últimos meses.

En mayo, colectivos animalistas argentinos y activistas de todo el mundo reclamaron el traslado de Arturo a una reserva: se desestimó; según los mismos carceleros que lo mantuvieron encerrado veintidós años en Argentina y otros ocho en los Estados Unidos, el estado de salud del oso polar no era adecuado.

Oso Arturo (viñeta de Paco Catalán)
Viñeta de Paco Catalán Carrión (05/07/2016) sobre el oso Arturo, que murió en el Zoológico de Mendoza el 4 de julio de 2016.

¿Ha muerto de viejo, o de tristeza? De cualquier modo, ha muerto; dejándose llevar, con esa pose inerme que ensayó, afligido, durante décadas; sin conocer ese atisbo de libertad que una reserva puede ofrecer a un animal que, de un modo u otro, seguirá cautivo de su pasado, pero con la que, de haberlo sabido, seguro que hubiera soñado.

Lo peor, lo verdaderamente malo, es que la cobardía llegó hasta su fin. Ninguno de los responsables pensó, por un instante, en trasladar a Arturo, el animal más triste del mundo, lejos de aquella cárcel de hormigón, de arriesgarse, de ser un poco más humanos, y de permitir, aunque solo fuese por un tiempo finito, como el de todos, que Arturo pudiera volar lejos de su pesadilla diluida en azul.

¿Qué le vamos a hacer? Al final, fue él quien alzó el vuelo, reprendiéndonos como solo el corazón de un animal sabe hacer .


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