¿Merecemos a los perros?

Más allá de considerar a nuestros compañeros de cuatro patas parte de nuestra familia, su posición en la naturaleza ha despertado múltiples preguntas recurrentes en los últimos años. En este caso, la que yo lanzo aquí bebe de un artículo que Marta Tafalla —doctora en Filosofía y profesora de Ética y Estética en la Universidad Autónoma de Barcelona— publicó ayer, 5 de septiembre, en el diario Ara con el título ¿Fue un error crear a los perros?

Tafalla plantea en su columna para Ara cómo los seres humanos hemos instrumentalizado cualquier relación con el resto de animales que nos acompañan —obviando que pocas veces es distinto en nuestra especie—, donde todo aquello que nos agrada de nuestros compañeros caninos —y también felinos—: su docilidad, su empatía, su ternura, es, paradigmáticamente, aquello que los hace vulnerables y que los condena; un aspecto que todavía puede rastrearse más fácilmente en los animales para consumo, sean domésticos o no.

El inicio del séptimo párrafo ejemplifica la idea general del texto:

Hemos levantado nuestra civilización sobre el dolor de los animales, sobre la explotación de los domésticos y la caza de los salvajes. Sin los animales que criamos para comer, para usarlos como vehículo de transporte o para trabajar en el campo, nunca habríamos construido ninguno de nuestros imperios. Sin extinguir especies y destruir ecosistemas, no habríamos llegado hasta los 7.000 millones de humanos.

Hacia el final del artículo se vislumbra un remedio, quizá demasiado politizado para que pase desapercibido; quizá demasiado esquemático para que sirva a su cometido: «Cuando la ganadería persigue a los lobos, los dos males se fusionan. La solución es sencilla: los humanos no necesitamos comer carne, pero sí necesitamos ecosistemas sanos y ricos en biodiversidad, y por lo tanto necesitamos lobos.»

lobos-ibericos

Sé bien lo difícil que resulta plantear soluciones concretas; a menudo, además, estas se confunden o difícilmente pueden llegar de los mismos ojos que han vislumbrado el problema. La selección artificial de los perros no difiere mucho de la elección de aquellas vacas que, generación tras generación, producen más leche o las gallinas que, en vez de los doce huevos anuales, ponen casi uno diario; si acaso, los primeros, a pesar de sufrir y soportar la misma estructura jerárquica que suele definirse entre términos como «capitalismo», «producción en cadena» y «especismo», también pueden llegar a ver la parte más bondadosa de algunas sociedades humanas.

Toda lucha por el antiespecismo es legítima; salvar a los toros, legislar contra el maltrato de animales de compañía, e incluso no matar animales. No obstante, toda lucha también debe existir y entenderse en su propio contexto: el de las gallinas que ponen huevos todos los días del año y el de las vacas que producen una enorme cantidad de leche en las vaquerizas, que solo es una cara menos definitiva de la que muestra a los cerdos abiertos en canal o las terneras inmovilizadas en el suelo. No significa que sea bueno, no significa que esté bien; significa que a los humanos nos encanta jugar a ser dioses, y eso, hoy, supone problemas éticos que tenemos que afrontar y enfrentar, pero desde un marco integral y jamás segmentado.

A nivel comunicativo, estos artículos cumplen una impagable labor divulgativa, y, sin embargo, con los pocos o los muchos recursos con los que cuentan, dejan tras el telón el primer campo de batalla en el que deberíamos lidiar: aquel que explica que todos los animales —incluso nosotros— se encuentran en una situación concreta fruto del contexto, y las circunstancias (propias y ajenas), y si plantear una ética universal aturde, pretender que esta pueda convertirse en moral práctica obviando los cientos de contextos que existen ya solo en España, es irreal.

calvin-hobbes

En realidad, el lobo es, sin saberlo, uno de los rostros más definitorios que debemos enfrentar sus defensores, que, poco a poco, hemos ido aumentando en número, pero siempre de la ciudad hacia el campo, y no a la inversa, y que se tiene que entender junto a una ganadería de subvenciones europeas y de provincias, y un oficio que dista mucho de ser mayoritario, pero que enfrenta a los defensores del campo que no viven en el campo y a las poblaciones rurales, que quieren hacerlo sin el sudor que se acompaña, y que se entiende al ver a rebaños a mediodía sin una gota de sombra o sin un cercado entre ellos y sus principales predadores.

Los centros de ética animal de las facultades mantendrán que el «veganismo» es la respuesta al maltrato animal y a los problemas de sostenibilidad del planeta; sin embargo, por desgracia, ni el veganismo ni cualquier otra variante es la respuesta al contexto; o, mejor dicho, a los miles y miles de contextos distintos a enfrentar, y ahí, es donde deberíamos seguir trabajando. Si este se aplicase, solucionaría, antes o después, todos los problemas derivados, ¿pero es solución si más del 90 % de la humanidad no desea tomarla?


De cómo los animales viven y mueren (Javier Ruiz - Diversa Ediciones)Este es un texto original creado para Doblando tentáculos. Si te ha parecido interesante, quizá quieras adquirir en papel o en eBook De cómo los animales viven y mueren (Diversa Ediciones, 2016), mi primer libro de temática animalista que trata estos y otros muchos temas similares. ¡También está disponible en Amazon!

6 comentarios sobre “¿Merecemos a los perros?

  1. En cuanto al tema de la convivencia de la ganadería y los lobos, es perfectamenete posible, tengo amigos pastores que pueden dar fé de ello (eso sí, llavando una buena cantidad de bravos perros pastores). En cuanto al tema de la ecología y la ganadería:
    (…) Los pequeños agricultores van camino de ser meros franquiciados de las multinacionales de semillas, y los pequeños ganaderos no pueden competir contra la «producción industrial» de carne y lácteos. Vamos camino de dejar morir los pueblos, y perder con ellos un sistema de producción alimentaria ecológica y sostenible, en favor de otro industrializado y globalizado. 
    ¿(…) En qué ayuda al equilibrio ecológico que acallemos nuestras recién estrenadas conciencias antiespecistas consumiendo Mc Vegan, si no luchamos contra el capitalismo global que esquilma el planeta en beneficio de unos pocos?
    https://aliciaatravespantalla.blogspot.com.es/p/ecologia-soberania-alimentaria.html

    1. Hola, Alicia:

      Gracias por escribir. 🙂

      Te comento varias cosas desde mi punto de vista. Primero, estoy totalmente de acuerdo que, si se mantiene una ganadería extensiva (la que menos afecta al medio, se repercute menos negativamente); esta ganadería, sin embargo, a menudo no se quiere mantener en las condiciones del pasado: molosos o pastores que defiendan el ganado, estabular, etcétera.

      No obstante, aquí te señalo varias cosas:

      1. Hay demasiada demanda de carne en el mundo, por lo que los métodos extensivos no son viables en agricultura ni en ganadería hoy. Debemos maximizar estas opciones (en mi caso, como vegetariano casi estricto, no te defenderé la ganadería), pero también ser conscientes de que los modelos extensivos no son viables a largo plazo.

      (…) Los pequeños agricultores van camino de ser meros franquiciados de las multinacionales de semillas, y los pequeños ganaderos no pueden competir contra la “producción industrial” de carne y lácteos. Vamos camino de dejar morir los pueblos, y perder con ellos un sistema de producción alimentaria ecológica y sostenible, en favor de otro industrializado y globalizado.

      2. Tafalla, en el artículo que citaba, optaba, como vegana, a redirigir la producción ganadera hacia una producción totalmente agrícola. El problema que yo señalo ahí es que no podemos plantear opciones realistas a corto plazo donde el 90 % de las personas no están de acuerdo con el veganismo.

      ¿(…) En qué ayuda al equilibrio ecológico que acallemos nuestras recién estrenadas conciencias antiespecistas consumiendo Mc Vegan, si no luchamos contra el capitalismo global que esquilma el planeta en beneficio de unos pocos?

      3. Lo que señalas sobre cómo interactúan pequeños agricultores y grandes multinacionales es interesante, y es uno de los principales problemas en otros países, como EEUU. En realidad, aquí se solapa el modelo capitalista (por eso, el veganismo también lucha contra el capitalismo, aunque va perdiendo de goleada y debería cambiar su estrategia) y se complican las cosas. Hay dos extremos: consumir de proximidad, de producción local, huir de las grandes cadenas, etcétera; al otro lado, consumir productos de multinacionales. Lo segundo es muchísimo peor que lo primero y deberíamos suscribirnos a cuantas iniciativas (km. 0, eco, etcétera) podamos, pero no es solución: hay un problema poblacional (en cifras) enorme y ahí es donde radica el principal problema. Debemos cambiar los hábitos de alimentación (yo no soy de los que sientan cátedra, así que no diré hacia dónde, aunque la mayoría que pase por aquí se dará cuenta) y, sobre todo, deberíamos preguntarnos hasta qué punto no estamos afectando el planeta a un nivel en el que deberíamos intentar equilibrar las cifras de seres humanos.

      En realidad, hoy, ya no es qué comemos solo, es cuánta gente tiene que comer qué. Y, en breve, otras personas empezarán a hablar sobre un verdadero control poblacional de nuestra propia especie (otro gran tabú que nadie quiere acoger: decirle a la gente que no puede tener todos los hijos que quiera), porque todo lo anterior no es sostenible si seguimos creciendo como un virus o una plaga.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *