Una canción de Gainsbourg, de Coltrane, de Edith Piaf, un recuerdo inventado, un puede ser que no fue. Hay pocas cosas que atraigan tanto como el sentir nostalgia de lo que no se ha vivido: es curioso, ¿no? Será que la nostalgia es para el alma humana tan irreemplazable como el placer, el dolor o la tristeza, o qué sé yo.
Si le preguntas a un tipo de ciencias te dirá que son respuestas mediadas por tus propios neurotransmisores: la dopamina, la serotonina, la noradrenalina… Afirmará que es tu cerebro, que te engaña, con objeto de sobrellevar los eventos de tu vida diaria. Ya es cosa tuya aceptarlo, negártelo o mandarlo a tomar por culo, claro. Hay buena parte de verdad en lo que dice el tipo de ciencias, pero eso no hace que las emociones sean menos emociones, no evita que grites con todas tus fuerzas cuando acabas tu primera maratón, que te arrulles en la cama y pierdas la noción del tiempo oliéndole el pelo a la persona a la que amas, que llores como un niño y aprietes tu cara contra el cadáver de tu mascota muerta, que disfrutes de cómo vuelan en círculos los vencejos despidiéndose de las últimas tardes del verano.
Pero a la nostalgia, incluso la que tiene sentido, la nostalgia por lo que se fue o se perdió en el pasado es un sentimiento extraño, ¿no te parece? Las excursiones con tus padres, el primer beso en el patio del colegio, esa chica o ese chico con el que te quedabas chateando hasta la madrugada, cuando aún había chats, o enviándote whatsapps ahora; los perros, los gatos, los amigos, los lugares que ya no existen. La nostalgia llega mucho después de la tristeza, de la pena, pero siempre te cobra un peaje: recordar lo que fue, lo bueno, la esencia de algo, o de alguien, es un vaivén entre el bienestar y la melancolía. No puedes decir que la nostalgia sea mala, porque te conecta de nuevo con lo que hubo; no puedes decir que la nostalgia sea buena, porque podrías llegar a perderte en ella. La nostalgia, sobre todo, es un sentimiento repleto de ambivalencias, porque ni te mira frente a frente ni se presenta siempre del mismo modo.
De crío y no tan crío, a mí la nostalgia me provocaba un hormigueo en la nuca (no supe nunca a qué atribuirlo, entonces); poco a poco, la conecté con las cosas que se iban marchando, los primeros finales, la gente de la que ya no volví a saber. Por eso, estoy convencido hasta las trancas de que el exceso de nostalgia es algo malo, no hay duda. Pero cómo será esa cabrona que, si un día no tienes qué añorar, aflora en una ciudad que visitas por primera vez, en una persona de la que aún no sabes nada, en un cuadro o una fotografía que justo acabas de descubrir.
Detrás de la risa fácil que, a menudo, me atribuyen, en esencia, debo ser un tipo nostálgico, sino ¿qué razón me debo estar ocultando a mí mismo? No habrá temas de los que escribir ni cosas por hacer… Y a mí me ha dado por escuchar música en el ordenador y saltar, por la magia de YouTube, hasta el Leningrado de Sabina y casi echarme a llorar. Y digo casi, porque no soy yo de esos que dejan que la nostalgia dé paso a la tristeza. Flaco favor me haría, ya lo dice la canción del ubetense: un Talón de Aquiles al portador.
Hermosa reflexión, hay una palabra en Gales antiguo que expresa perfectamente el sentimiento que describes, buscándola en google, porque la olvidé, he llegado hasta tu blog.
Scarborough Fair de Simón&Garfunkel para mí es igual a nostalgia por lugares y tiempos que jamás conoceré.
Saludos!!
Gracias por compartir, Natalia. 🙂
He sentido, varias veces, nostalgia por cosas que sé que vivieron y disfrutaron otras personas y que ya no existirán. Soy colombiana, me puse a tratar de conocer parte de la música folclórica peruana y me produjo nostalgia imaginar todo lo que pudo significar cada símbolo de sus ritmos, sus letras sus danzas, sus representantes. Varias veces he sentido nostalgia también al conocer parte de la cultura y vivencias de mis abuelos y mis padres. No entiendo por qué … pero así es. Disfruto conociendo lo que nunca viviré, pero de repente siento nostalgia.
Es un sentimiento bonito y triste a la vez, la verdad. ¡Gracias por comentar, Milena!
Primero de todo, tienes una manera de pensar muy bonita. Me gustó tu reflexión, cosa que me ha hecho pensar y me ha ayudado a poder entenderme un poco más a mi misma, intentando resolver mis dudas…
Bueno, quería simplemente comentar que hace ya un buen tiempo que hecho de menos a alguien. Creo que amo a alguien, pero es que en realidad no hay nadie, no lo conozco y ni siquiera sé si existe. Es un sentimiento raro, una mezcla de nostàlgia, tristeza y, (no sé porqué) esperanza.
Me ha pasado lo mismo, me está pasando lo mismo. Un abrazo.
Canciones de City pop. Me hacen recordar como si fuera ayer esos veranos en Roppongi, distrito de Tokyo cuando comía sandía en el balcón de mi departamento con mi novia mientras escuchábamos la radio en el combinado que nos regaló mi suegro y veíamos caminar por la avenida a la larga procesión de estudiantes con sus uniformes regresando de la escuela. Hacía mucho calor pero no teníamos aire acondicionado, por eso la pasábamos en el balcón afuera con un pequeño ventilador de pie que hacía tanto ruido que apenas nos dejaba escuchar las canciones, pero a pesar de todo no necesitábamos más y éramos más felices que nunca… ¡Como extraño los 8O’s! ¡Ojalá no hubiera nacido en 1992!
Me encantó el artículo, vine porque empecé a sentir nostalgia de cosas que nunca me pasaron… Estaba tan tranquilo leyendo tu artículo hasta que leí que lo escribiste porque eso te hizo sentir Leningrado de Joaquín Sabina… Menudo susto me he llevado, yo vengo EXACTAMENTE por esa canción, la descubrí hace ya algo más de un año pero hoy me ha dado por escucharla y la falsa nostalgia me ha vuelto a invadir. También me pasa con otras canciones (Por ejemplo échame la culpa de Albert Hammond o Melina de Camilo Sesto, además de los primeros álbumes de Sabina) de verdad, me he quedado atónito
¡Jajajaja! Qué casualidad, joé. Supongo que hay canciones, libros, etcétera, que nos despiertan equis emociones con más facilidad. 😉 ¡Gracias por comentar, David! Me ha hecho mucha gracia que los dos compartamos nostalgia de algo que no hemos vivido.
Tratando de entenderme es que llegué hasta aquí…sé que soy una persona muy nostálgica y la mayor parte del tiempo por cosas que no he vivido…es que me desvela esta sensación de no saber de dónde vienen todos estos sentimientos…me reconforta tu escrito. Saludos.
Gracias a ti.
La nostalgia por lo que nunca ocurrió es un sentimiento peculiar, si, y que en mi caso se acrecentó con la edad. Como dice la canción de Radio Fútura «soy indigena de una tierra que nunca existió».
A veces, creo que lo que nunca se vivió y el darnos cuenta de que nunca podremos vivir todo lo que imaginábamos van de la mano.
Gracias por leerme.
Parecerá una locura, pero extraño muchísimo la época victoriana,evidentemente no la he vivido, pero veo películas o series ambientadas en esa época y la nostalgia es tremenda, añoranza pura y dura de un tiempo que nunca viví. No me preocupa pero si tengo esa súper duda,porqué?
A mí me encaja lo que respondía en otro comentario: quizá se juntan la idealización y la imposibilidad de vivir algo que no volverá a ser. Supongo que hay tantas respuestas como personas. 🙂