¡Tú no eres mi cliente!

Hace unos días un porrón de días leí un artículo de un informático que se había cansado de cobrar por horas. Según él, cuanto mejor trabajaba (más rápido, con mayor calidad, etcétera), menos cobraba. Cansado de ello, decidió hacer una criba entre sus clientes y empezar a cobrar por proyecto.

¿En qué se basaba Arturo, el susodicho informático, para poner precio a su trabajo? Rápidamente entendí que había modificado el planteamiento clásico del freelance: pasó de cobrar las horas que trabajaba a que le pagasen los dolores de cabeza que su experiencia le ahorraba a sus clientes. Dicho de otro modo, estipulaba un precio por proyecto, y si el cliente estaba de acuerdo, perfecto; y si no, sigue habiendo por ahí muchos otros informáticos dispuestos a trabajar por cuatro duros.

Lo anterior yo también lo he vivido; y después de los dos, tres, cinco primeros años en los que te encomiendas a Dios, Ganesha o Buda para llegar a fin de mes, es quizá un salto terriblemente complicado de dar: subir tu tarifa por hora, presupuestar por proyecto, cobrar diez a un cliente y cuarenta a otro, o tantas otras cosas.

Trabajar como autónomo (definición gráfica)

A medida que leía, me vino a la cabeza el quid de la cuestión: diez, quince o cien era el valor del tiempo para los demás; yo simplemente lo había aceptado (o me lo había tenido que tragar). Todo lo que este informático decía se podía resumir en: uno, los otros no valoran el trabajo que realizo y, dos, la gente no quiere pagarme las horas que realmente necesito. Y quizá, la más importante: la tres, la gente no entiende que la dedicación de un proyecto empieza cuando descuelgo el teléfono, contesto su e-mail o me reúno con ellos.

Con esa idea en mente, o retumbando aún por ahí, sonó el teléfono:

—Necesitamos una presentación corporativa —dijo, en resumidas cuentas.

—De acuerdo. Mira, nosotros recopilamos toda la información de la que disponéis, analizamos vuestra competencia, planteamos unas primeras pruebas, nos destrozáis un poco las ideas iniciales, reorientamos… —le expliqué—.

Tenemos que reunirnos mañana —replicó.

Entonces, le planteé el problema de movilizar a un equipo o, en este caso, a un redactor y reunirnos en menos de veinticuatro horas para plantear un proyecto de esos que salen dos o tres al mes, que no tienen complicación alguna, y que vale la pena comercializar más baratos, siempre que no te coman la cabeza. Coser y cantar, vamos.

Además, es importante señalar que, en un equipo de veinte o cuarenta personas, sería factible dedicar el tiempo de una persona a ello (aunque poco rentable), en empresas más pequeñas, la cosa cambia. Accedí a vernos unos días más tarde, no obstante, y le planteé un encarecimiento de un par o tres horas de trabajo al proyecto. Sigue leyendo «¡Tú no eres mi cliente!»

Tu padre y la muerte

Cuando tu padre se muere, te das cuenta de que era idiota, como tú. Que cometió errores, igual que tú estás cometiéndolos, y que Roland Barthes (entre otros) se equivocó.

Adviertes que la petite mort no surge tras un buen polvete, sino cuando descubres que tú eres como él: mortal, incompleto, inseguro e imbécil. Y, en retrospectiva, recuerdas esa caída de la imagen de dios, que jamás podrás perdonar.

No porque no lo entiendas —lo haces—, ni porque no sepas, con toda seguridad, que no podía haber hecho o dicho otra cosa —lo sabes—, sino porque, aun así, sigue siendo superior a uno mismo.

Font de la llet (Barcelona, Collserola)

Quizá por eso empecé a escribir (y, mucho antes, a leer). Como un modo a través del que buscar otras formas de comunicación, una conexión distinta, pero funcional, una nueva vía ante un problema que se me antojaba imposible de superar.

Y eso tampoco resultó.

Al final, aprendí que no importa si el error proviene de uno, del otro, o alcanza a ambos; sigue ahí. Y lo que más me sorprendió —idiota de mí— es que se mantuvo enquistado tras el cemento y la losa. Con un eterno tarde para hacer las cosas que siempre le acompañaba, y sensaciones de ingenuidad sobre cómo algo podía cambiar, a través del recuerdo, de la letra o de la tecla que suspiraba agotada al alba.

Port Olímpic (Barcelona)

Después, terminas por perdonarte. (No lo haces.) ¿Qué más da? Puedes intentar tragarte un «si hubiera más tiempo…», o un «si las cosas hubiesen sido distintas», e incluso aquel «si la situación fuese otra», pero las cosas son como son, y fueron de la única forma que podían haber sido. Ahí encuentras algo de paz, y dejas de flagelarte para hacer de la fusta otra parte de ti.

Where is Hollywood?

Sobre drogas, putas y profesiones liberales

El algoritmo de Google va cada día más fino. Si tecleas “elecciones generales 2015” te planta delante de los morros la fecha exacta ya; y esta misma mañana, he comprobado que queda muy poco.

Entre tanto, supongo que si Podemos se empieza a desinflar, Ciudadanos no es más que otro lobo vestido de cordero (oh, ¡qué sorpresa!), y los partidos tradicionales (por llamarlos de algún modo) ya están buscando cómo darle la vuelta al calcetín, todo seguirá igual. Lo que es triste, y amargo, y hace que te den ganas de arrancar la careta a más de uno.

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Pero no era eso lo que quería comentar, porque soy un firme defensor de que, en el fondo, la culpa última no es nunca del que pisa, sino del que se deja pisar; y eso no convierte al que pisa en un tío de puta madre, pero tampoco justifica la inacción del que es pisado. Y en política, en España, esto sigue pasando.

Así que, a vueltas de todo, llegan elecciones generales de nuevo, y por ello, se acompañan de las promesas electorales que ya traen cola. Como si se tratara de la última temporada de la serie de moda, con los avances en formato tráiler; sinopsis audiovisual que pone toda la carne en el asador y lanza una breve pieza más impactante que nunca.

Todo consiste en presentar la première más chocante, la propuesta que ciegue a sus adversarios, aquella que sirva de lanza, pero también de escudo; que muestre lo progresistas y lo modernos que somos, y da igual si se trata de porros, de putas o de autónomos. Esa triada sacra que, a priori, se me ocurre unir por lo mucho que les joden, y que estoy convencido de que tendrá que ser sustituida en pocos años, pero que, por ahora, (inexplicablemente) todavía funciona.

Primero están las putas, que evidentemente nadie quiere legalizar como actividad en el Congreso de los Diputados, porque estaríamos auspiciando a todas esas mafias que se aprovechan de la situación de desigualdad de la mujer; así, protegiendo su libertad de boquilla, quitamos la libertad de decidir libre y voluntariamente a un tío a una tía de ejercer lo que le salga del… Ya me entendéis. Qué jodido.

A su lado, está la droga. La droga, sí, que el único que se atrevió a decir con visionaria certeza que ni te pega, ni te muerde, ni te araña ni te agarra de los huevos fue aquel esperpéntico personaje de Santiago Segura; aquel policía gordo, alcohólico, drogota y corrupto afirmó, en exclusividad —y quizá de un modo demasiado empírico— que lo verdaderamente malo es la falta de información, el desconocimiento, el tráfico ilegal y tantas otras cosas que cuestan dinero, tiempo y vidas. ¿O acaso en este país no fuma porros y se mete rayas de cocaína todo aquel que quiere?

Chester con Pablo Iglesias y Albert Rivera.
El antiguo programa dirigido por Risto Mejide —ahora bajo la mano de Pepa Bueno— une a través del montaje las aportaciones de Iglesias y Rivera en el próximo Viajando con Chester.

Por último quedan los autónomos, que casi están tan jodidos como las drogas y las prostitutas, y que además, con estas últimas, comparten el carácter freelance de su trabajo. Supuestos emprendedores que en los últimos años (o ejercicios fiscales, como nosotros vemos la vida) les habrá ido peor que mejor, que tienen cuotas diez, veinte o cien veces superiores al resto de Europa y que no tienen ninguna seguridad: ni económica, ni social ni personal.

Y aun así se lían la manta a la cabeza, y pagan una cuota mínima de casi 300 euros al mes, y un 21% de IVA, y se reducen un 19% de IRPF, y tienen que aguantar a un político tras otro que se le llena la boca de populismo y viene a decirles que les va a sacar un poco el palo del culo, pero solo un poco.

Señores, políticos; hágannos un favor, dejen a las putas, a los drogadictos/as y a los autónomos fuera de la ecuación para este 2015, que ya estamos muy jodidos de por sí para encima tener que aguantar promesas de igualdad, justicia y libertad.

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Paco Catalán Carrión: la conciencia tras el lápiz

Artista, docente y remueveconciencias son algunos de los títulos que se me ocurren para Francisco Catalán Carrión, más conocido como Paco Catalán en las redes sociales. Un valenciano de sesenta y bastantes que, para quien todavía no le suene, ha dedicado su vida entera al arte.

Confieso, no obstante, que yo no soy mucho de artes plásticas: ese es territorio de otros; y las obras que he podido observar, principalmente, collage y dibujo entintado, poco me dicen. Trasciende al espectador el esfuerzo y el trabajo, y ha sido premiado en reiteradas ocasiones por ello, pero no alcanza conmigo el nivel de certeza y empatía que dispara su viñeta diaria.

Entrega, esfuerzo y actualidad entre la plumilla y la acuarela; tres cosas difícilmente superables, hoy día, en Internet. De ahí su éxito, imagino. De ahí nuestra admiración, supongo.

Artículos sobre Paco Catalán Carrión

El porqué de este artículo sobre Paco Catalán

Quizá sea porque hace más de un año que visito sus viñetas, y sonrío (o suspiro) cómplice; porque no hay día que no acierte y siga siendo actual; o que falte a su cita, cansado y vencido por la realidad.

Quizá no sea el trazo clásico y exquisito de los dibujos, el color de la acuarela allí donde más falta hace, el mensaje solemne, pero sincero, de quien se acompaña de la verdad y de la injusticia de muchos otros. Quizá se trate, simplemente, de nuestra necesidad de despertar; de reaprender, y sus dibujos sean una vía más.

Vida de perros o perrera municipal (Paco Catalán)

¿De qué trata la viñeta diaria?

A menudo, las viñetas de Paco Catalán son descritas como animalistas, pero la descripción se queda corta (por mucho). Aquí, la brevedad no es una aliada, puesto que estas tratan un gran espectro de temas de crítica social. Desde la corrupción hasta la crisis económica, de la pobreza a la falta de valores en España; y sí, sobre todo, la defensa por los valores animalistas y la denuncia constante, perenne e ininterrumpida contra el maltrato animal, clave del gran éxito del artista en los medios sociales.

Todos sus mensajes irradian verdad, y los desahucios o la falta de una vida digna de muchos españoles también dejan espacio a situaciones más cotidianas como el carácter de perros y de gatos, las fallas valencianas o la necesidad de atesorar dinero hasta que nos falte el tiempo.

Comprar tiempo cuando ya no nos queda, por Paco Catalán Carrión

Doble moral, por Paco Catalán

Ley de caza en Castilla-La Mancha (Paco Catalán)

Temas principales

Sin embargo, aquellos temas que destacan por encima del resto son los que se refieren a la actualidad de la vida animal en España. Desde la caza del lobo ibérico hasta las leyes menos restrictivas de la Junta de Castilla-La Mancha; del uso y el asesinato de miles de galgos cada febrero hasta la impunidad de la que la tauromaquia continúa gozando para disfrute escatológico de unos pocos.

Maltrato animal en España: tauromaquia y galgos (Paco Catalán)

En ellas, a menudo, son los niños aquellos quienes llevan la verdad en sus palabras; símbolos de pureza y naturaleza que también se otorga y vincula con los animales que los acompañan, se personifican o, simplemente, se dejan ver sin necesidad de letras que expliquen el cuadro. Por contra, si bien no siempre es así, la mayoría de los individuos adultos se muestran equivocados y como ejemplo del arquetipo social que se denuncia.

Desfile de pieles y moda sangrienta (Paco Catalán)

Duras, muy duras: como esa realidad que telediarios y prensa pretenden esconder; viñetas donde son los mismos animales aquellos encargados de darnos esa lección moral de veinticuatro horas que deberíamos revisitar cada cierto tiempo. Allí, donde la caza, la industria cárnica, las pieles y la moda, el ecologismo, la pobreza y las desigualdades se forjan en pequeños espacios que sirven como armas de verdad.

Desde este modesto artículo, de un todavía más modesto blog, todo mi apoyo a este gran artista, que entre sus lectores y visitas más fieles me tiene a mí, y a los míos. Y a muchos otros, que espero le den fuerzas para seguir esbozando certezas en papel; auténticas verdades que, poco a poco, entre todos, terminaremos por trasladar al mundo.

¿Acaso hay una misión más noble?

Naturaleza, de Paco Catalán Carrión
Por título lleva Naturaleza, pues ese sí es un espectáculo digno de ver.

Otras de mis viñetas favoritas de Paco Catalán Carrión:

La del 4 de diciembre de 2014 sobre el abandono animal.

Una de las dedicadas a Excalibur, y después a Alma; también a las perras Ruth y Cruz.

Muchas de aquellas sobre las grandes tragedias cotidianas: sobre todo, aquella sobre los mataderos del 8 de abril de 2015 o la que ejemplifica la triste vida de nacer cerdo, del 8 de enero de este mismo año.

Y sobre todo nuestras pequeñas grandes victorias: desde las muertes más dulces (27/10/2014) a la cruda realidad de los desahucios (22/12/2014) y de los emigrantes forzosos (08/02/2015); y las batallas que todavía nos quedan por vencer.

Toros y tauromaquia; y muerte (in)digna.

Estado, nación y Ortega

Decía Ortega que la nación no remitía únicamente al pasado, sino a la voluntad de seguir conviviendo juntos en el futuro, y lo decía hace ya muchos años, por lo que si de verdad hubiéramos querido solucionar entre todos esta papeleta, quizá las ideas que legó serían de gran utilidad.

En resumidas cuentas, y con intención de no aburrir demasiado a los lectores de este blog, Ortega y Gasset afirmaba que la identidad nacional estaba garantizada cuando había un proyecto de vida en común. Así, la Nación no remite únicamente al pasado (ni tan siquiera al pasado común), sino que supone —parafraseando al filósofo español Antonio García Santesmases— un plebiscito cotidiano favorable a seguir viviendo juntos; es decir, a la voluntad de un proyecto  de vida en común.

Ortega y Gasset (1883-1955)
José Ortega y Gasset (1883-1955)

¿Existe en España un proyecto de vida en común? ¿En Cataluña? ¿En el País Vasco? ¿En Galicia o en Andalucía? Hoy, más que nunca, la legislación toma la escena, por encima del diálogo y de la razón (de estado). Un pasado en común, no legitima un futuro en común. Muchos otros pueblos se unieron baja una única bandera por razones menos sólidas que por las que amenazan separarse algunos territorios aquí; y seguro que otros también dividieron fronteras por razones más idiotas. Así que eso, por sí mismo, poca prueba es.

Ahora, nacer en cualquier país de la Unión Europea supone, por lo menos, una doble identidad: nacional y europea; y en algunos casos, incluso triple. También están los descreídos, como yo mismo, que más allá del sabor de lo local, consideramos que nacer aquí o en Checoslovaquia poco cambiaba las cosas. Allí, de común acuerdo (que no fácilmente), unos pasaron a ser checos y otros eslovacos; lo mismo que le pasó a Fritz Lang, que creció en el Imperio austrohúngaro, y moriría siendo austríaco, como podía haber sido francés, inglés o americano con deje.

Aquí, en España, los nacidos en Cataluña, por tratarse del ejemplo más candente, se enfrentan a esta triple cuestión que se subdivide hasta el mareo: ¿sentirse catalán?, ¿catalán y español?, ¿europeo y catalán, pero nunca español?, ¿catalán y español, pero no europeo? y así; ya nos hacemos una idea, ¿no? Hay quien se siente parte de todo, y hay quien no se siente parte de nada; o de la pandilla del barrio como mucho.

Manifestación independentismo catalán

Opiniones sobre esto hay de todo tipo, claro está. Conozco al opositor a juez que dice que la ley no lo permite, obviando que esta no es una fin, sino un medio para una sociedad más justa; y aquel otro, mucho más charnego que yo, que ve en la presión fiscal el mejor aliciente para ello, obviando que entre Egipto y la Tierra Prometida puede haber todo un océano de problemas. Quizá mayores incluso.

Por último, están las opciones oficiales, que tienen en común mucho más de lo que puede parecer, pues les encanta no escuchar y, de algún modo, siempre consiguen encontrar a su necesario interlocutor un paso más allá de dónde sus respectivas doctrinas políticas podrían entablar una conversación.

Los pensadores Jaume Claret y Manuel Santirso decían en La construcción del catalanismo: historia de un afán político, que había dos líneas que explican el auge del independentismo catalán: primero, la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Autonomía de Cataluña de 2006, segundo, la crisis económica; ideas que a algunos y algunas les parecerán bien y a otros y otras les parecerán mal, pero que al fin y al cabo no tienen sentido en la Europa del siglo XXI. Hoy, lo que de verdad importa es buscar dentro de nosotros mismos, y ver si la mayoría de españoles quieren seguir trabajando junto a los catalanes, y si la mayoría de catalanes quieren seguir trabajando junto a los españoles.

Día de la Hispanidad en Cataluña

Las peleas, las riñas y los chistes, siempre han estado ahí (y tienen su gracia, oye),  pero lo que me parece imposible es que queramos un futuro compartido sin compartir un presente digno, y que queramos un presente digno, sin recordar un pasado compartido y, a veces, horrorosamente necesario de recordar.

Al final, si te has cargado el jarrón del recibidor, tendrás que pegar bien sus piezas, o llevárselo a alguien que sepa cómo arreglar el maldito trasto. La cinta adhesiva no te va a aguantar demasiado. Aquí lo mismo.

Facebook y el fin de la revolución

Ya no hay revolución. No hay gritos en la calle. No hay reuniones, ni diálogo real. Hay crítica, eso sí. La crítica no se ha desvanecido, solo ha mudado. Sigue existiendo, pero se pierde en un océano de palabras. Sigue existiendo, pero su estela es esquiva, o se capea. Sigue existiendo, pero es débil, lejana, tenue. Tan débil, tan lejana y tan tenue que ya nadie la cree una amenaza, y quizá no lo sea.

La conciencia tranquila

¿De dónde surge el orden social? ¿Del bienestar o del control de los estados? Tradicionalmente, la respuesta fue la segunda: jamás la primera. Hasta después de la guerra de nuestros abuelos —primero, la jodida para los de aquí; después, la jodida para los de fuera—, entonces nos hicieron creer que sí, que el orden, la paz y el bienestar era tarea estatal. Pero no duró mucho; y ahora, a fuerza de golpes, nadie lo cree, de nuevo.

¿Pero si nadie lo cree dónde están las quejas?, ¿dónde están los gritos? Los cambios, tensiones y muertes. No están aquí. No ocurren. Y las que ocurren, lo hacen en la oscuridad de un andén del cercanías o en la soledad de un piso tristemente libre y sin hipoteca.

15-M o Spanish Revolution

¿Cómo lo hemos conseguido? ¿Cómo vivimos tranquilos con la soga al cuello? Si no fuese una idiotez, cabría preguntarse si es real ese cabo en la garganta. Sin embargo, sabemos que sí. Es real. Es real en todos los estadios de nuestro día: en lo que se refiere a la hipoteca no sostenible, a las pensiones, a la casta política, a la estructura social, a la protección de otras especies animales… Todo, absolutamente todo, ocurre.

Pero nuestra conciencia está tranquila. Se mantiene. Aguantamos. ¿Cómo es posible? ¿No es esta la España de la insurrección anarquista? ¿de los sucesos de Casas Viejas?, ¿del Durruti?, ¿La España de los maquis?, ¿del uníos, hermanos proletarios o de vivir en la brecha de la utopía? O acaso es la de la revolución del gris, la del engaño, siempre presente, que nos robó el futuro. Sigue leyendo «Facebook y el fin de la revolución»

Joder, Antonio, ¿aún estás aquí?

Tenía yo nueve años, unos meses más que tu hija, y ni la más remota idea de quién eras, o qué hacías a cientos de kilómetros del mar. Al final, te imagino tranquilo, concentrado en el camino y al ritmo del lerele. Te sospecho acercándote hacia donde querías estar del día uno al día catorce; no en La Moraleja; mucho más lejos.

Te escribo al rasgado de la cuerda de tus ancestros; hoy, muchos contigo, y otros aún aquí. Y lo hago para decirte que tú también sigues aquí, y que la cagaste. Que sigues aquí, en lo hondo, pero que le faltas a todos aquellos a quienes no les diste tiempo a conocerte; y a los tuyos más que al resto.

Lola Flores (estatua)
Figura de bronce de Lola Flores, la Faraona, en Jerez de la Frontera (Cádiz, España).

Te escribo como roquero y desde el corazón, como tú; como tú que por mucho que digan eras roquero y eras de extremos, y la de años que me ha costado descubrirlo. Roquero, y flamenco, y transgresor, que ha llegado el punto en el que aquí es lo mismo. Hablo de mente, y de espíritu, pero tú ya me entiendes. Sigue leyendo «Joder, Antonio, ¿aún estás aquí?»

Una carpeta llena de animaladas

En la carpeta puede leerse: Animaladas, y recoge historias de las que muchos y muchas preferirían no ver, escuchar o saber jamás. Esta carpeta tiene un propósito mucho mayor de lo que a priori pudiera parecer: pretende cambiar el mundo, con palabras; dando forma al pensamiento, buscando otros caminos, fundiendo una conciencia tras otra.

Pegada a ella hay un post-it de color amarillo con el siguiente mensaje: No tienes por qué hacerlo, en homenaje al DON’T TRY de Bukowski. Y en su interior hay ideas; ideas que no gustan, e historias que repugnan y, a veces, caminos a seguir. En el margen superior de la primera hoja, centrado, y en fuente Times New Roman 12 está el título:

De cómo los animales viven y mueren

Las siguientes líneas no son más que una declaración de intenciones; o quizá el breve prólogo de un proyecto que lleva tiempo rondando en mi cabeza.

No tienes por qué hacerlo. No tienes por qué creerte mejor que los demás por comer cerdo, y no perro. O por vestir prendas sintéticas mientras comes una tostada con foie. No se trata de eso; no tiene relación con si eres omnívoro, carnívoro, vegetariano o vegano; no tiene relación con si vistes cuero, o si jamás se te ha pasado por la cabeza. No es cuestión de comercio justo, o neocolonialismo; ni tan siquiera de sentimientos, o espíritu, o alma.

Ninoshka y compañero en Can Capsec (La Garrotxa)

Se trata de saber. Saber que en algunas fábricas de Rumanía despellejan vivos a los patos, que el foie gras es producto de una enfermedad (cirrosis) que se provoca intencionadamente a las ocas; que comes carne criada en cautividad, de vaca, de ternera, de cerdo, que jamás vio la luz del sol, que ha sido sobrehormonada y trágicamente muerta de un modo total y completamente antinatural e inhumano.

Ninoshka en Can Capsec (La Garrotxa)

Durante años he escrito historias; algunas eran mera ficción, otras eran experiencias volcadas en un papel. La víspera del día de Reyes del año 2015 murió Caos. Y el día 8 de ese mismo mes, El Huffington Post, El País y centenares de blogs conocían nuestra historia con aquel perro que encontramos en una carretera tocando la medianoche.

Cuando vi cómo mis palabras habían llegado a más de 1.000.000 de personas, no podía creérmelo. Sabía desde el principio que era un tema delicado; un sentimiento al que había dado forma en palabras, y a través del que muchas personas podían identificarse. No importaba si era Caos, Coco, Nuka, Dana, Piula o cualquier otro perro; Caos se había escapado, pero nos había hecho un último regalo: la universalidad de su historia.

Caos en Can Capsec (La Garrotxa)

Más tarde, quizá me contagié un poco de esa tenacidad que mi perro ofrecía paso tras paso. Reduje mi carga de trabajo, y empecé a escribir. Entonces me planteé: “Quizá no solo es cuestión de hacer o no hacer en lo que respecta al maltrato animal, a nuestro modo de vida y a nuestra forma de consumo; se trata de conocer qué hay detrás de esa granja, de esa fábrica de piel e incluso de esa multinacional de la telefonía.”

Quizá nos han dicho tantas veces que no es posible que hemos terminado por creerlo; yo también lo hice; después vi cómo un perro moribundo volaba. Y ahora no puedo evitar querer cambiar el mundo igual que él lo hizo: lento, muy lento, pero firme.

Burro catalán.

Gracias

En 24 horas, este blog ha recibido más de 20.000 visitas, y yo estoy en shock. La historia de Caos se ha compartido cientos de veces en Twitter y miles de veces en Facebook; han llegado decenas de comentarios cada hora al blog y se han escrito tantas muestras de apoyo a lo largo de la red que he perdido el rastro de todas ellas.

En paralelo, mientras trabajaba, asistía también al desarrollo y el desenlace de lo acontecido en París; dos hechos totalmente aislados entre sí. Sin embargo, hoy más que nunca es fantástico ver a toda la gente que se identifica, se emociona, y busca el modo de construir algo mejor, a nivel personal y a nivel global. Y visto así, todo lo infame, injusto y vil que sucede a nuestro alrededor solo es un pretexto más para no detenernos en nuestra lucha contra ello.

Como le decíamos a Caos los últimos meses cuando salía por la puerta pero las patas ya empezaban a fallarle: “Ya has cogido el camino, ahora no te pares, socio.” Y sí, a veces necesitaba a alguien que lo sostuviese por detrás, ¿pero quién no?

Con toda sinceridad, gracias.

Foto de familia (agosto, 2012).
Foto de familia (agosto, 2012).