Verano de 2016. Tras revisitar La guía del autoestopista galáctico (con una toalla cerca en todo momento), devorar las películas clásicas de los Monty Python, y también de Terry Gilliam, y releer algunos capítulos de El señor de los anillos —aunque siempre preferí El Hobbit—, caen, de una de las cajas de mi última mudanza, unos viejos manuales de Dragones y Mazmorras; ese mismo día, empiezo a devorar una serie de estrenocon aires ochenteros:Stranger Things, donde los cuatro niños protagonistas, los tres que conocerán a Eleven y aquel al que tratarán de rescatar, juegan a D&D y se enfrentan al Demogorgon, un príncipe demoníaco que ya aparecía en la primera edición del juego.
Lo relacioné de inmediato con las historias de Ab3 (en inglés), que un tal Reverendo tradujo con mucha gracia hace más de una década (para hacernos una idea, el hilo revivido por un usuario de Meristation data de 2004-2005, y la web debió aparecer poco más allá de principios de siglo). Tras todo lo anterior, tuve cierto impulso de ponerme en la piel de esos niños tan freaks que salvaban el mundo frente a un tablero, unas cuantas notas en papel y un buen puñado de dados.
Por desgracia, no hay tiempo para todo, por lo que mientras nos toca la lotería o una gran multinacional compra por cientos de millones una de mis revolucionarias ideas de negocio (¡ja!), me conformo con recuperar en un formato adecuado todas aquellas historias de rol con las que uno no podía parar de reír.
Las tradujo este señor, cuya página web se perdía con el paso de los años en otro plano de existencia, o quedaba recluido en las Dimensiones Mazmorra, en R’lyeh o a través de todo el Multiverso… Quién sabe. De cualquier modo, y al margen de la legalidad de coger estos textos y darles un formato adecuado (he conseguido hablar con el autor original, y cortar el árbol más alto del bosque con… ¡un arenque!, para obtener su permiso; pero no he encontrado al traductor, que emigró a tierra de Canguros, según se cuenta).
Entonces, se me ocurrieron tres ideas relacionadas entre sí: a) hay fragmentos mal organizados por multitud de foros de habla hispana y por todo Internet, así que mejor organizarlos y referenciarlos en algún sitio (¿por qué no aquí?); b) por lo majo que parecía el tal Reverendo (Jorge Prieto), seguro que también me daría permiso para transcribir y corregir los textos originales en español; y c) porque si alguna de las afirmaciones anteriores no es correcta, lo más probable es que exista un universo alternativo en el que, o él está de acuerdo, o yo jamás me decido a hacer algo así, y me marche a comprar un falafel (o nos esclavicen seres insectoides provenientes de Gor).
Si ni tan siquiera la gastronomía turca y libanesa puede zanjar este tema, un e-mail será suficiente para retirar esta versión renacida de sus cenizas gracias a una pluma de fénix, un simple hechizo de resurrección o un tipo avispado que, rápidamente, se percató de que todas estas historias solo habían fingido su propia muerte.
Quedaron nueve en la recámara que (que yo sepa) nadie se atrevió a traducir, pero como (creo que) tengo los medios —aunque sea de un modo… indirecto— quizá también aparecen por aquí…
Además, que esto se llama Doblando tentáculos; antes o después tenía que asomar el morro Cthulhu, o lo que sea eso que le cuelga de la cara…
Aviso: puede que esta historia no sea tan divertida coma las anteriores, y puede que yo me haya convertido en un «pseudofamoso creidillo» de Internet. Pero en honor al estreno del cómic In the pit, compartiré con vosotros este pequeño relato lleno de mutantes y palabrotas.
Pensaba que iba a ser perfecto… Mis cinco jugadores menos propensos a causar problemas estaban conmigo: El Capullo, El Pervertido, El Cagón, El Gordito y El Rehabilitado (anteriormente conocido como El Alcohólico). Nos habíamos reunido en el apartamento de El Pervertido.
Durante una temporada El Pervertido y El Disgusto habían compartido piso, pero El Disgusto encontró algo más barato: se mudó a una comuna de jugadores de Star Trek en vivo. No sabíamos qué pasaba en el interior de aquella granja pintada de manera extravagante, pero fuese lo que fuese era muy inmersivo… en el peor sentido de la palabra.
Con El Disgusto ausente (excepto por un cierto olor a ropa interior masculina sin lavar que a ratos flotaba en el ambiente) tuve la oportunidad de intentar dirigir algunas campañas libres de ninjas. Y el juego que íbamos a probar esa noche era uno que había ansiado dirigir desde hacía mucho tiempo.
El Gordito: «Gamma World (1), qué maravilla.»
Yo: «Y es la primera edición.»
El Capullo: «Yo solía tener una copia de ese juego. Iba a dirigir una partida, pero le presté las reglas a Psicópata Dave y él las vendió a una tienda de libros de segunda mano…»
El Cagón: «¿Te refieres a la tienda de libros usados de Mildew?»
El Capullo: «Sí. Siempre quise volver a comprárselos, pero para cuando conseguí ponerme al día con el Club de Literatura y Música de Columbia, alguien ya se los había llevado.»
Yo: «Yo lo compré en la tienda de Mildew.»
El Rehabilitado: «Psicópata Dave te hizo esto un montón de veces, ¿verdad?»
El Capullo: «Sí.»
Yo: «Lo siento, Capullo.»
El Capullo: «No pasa nada, al menos aún conservo mi copia de Cyborg Commando.» (2)
El Gordito: «Sí, es un consuelo.»
El Rehabilitado: «Bueno, ya sabes lo que dicen… ¡mal de cyborgs, consuelo de tontos! ¡Ja, ja!»
Yo: «Bueno, vale… vamos a crear esos personajes.»
Un rato después, tenía cinco nuevos PJs esperándome.
El Capullo: «Mi personaje es un humano mutante con inteligencia superior y hemofilia.»
El Gordito: «Mi personaje es un humano normal, que idolatra la obra de Roland Dahl.» (3)
El Cagón: «Yo jugaré con un cactus mutante. Su única posesión es una pequeña carreta roja en la que se sienta. La mueve con telequinesis.»
Yo: ¿Por qué…?
El Cagón: «¡Porque nadie atacaría a un cactus! ¡Es brillante!»
El Pervertido: «Yo he creado un humanoide mutante. Sus mutaciones son: tamaño reducido, miembros múltiples y miembros alargados. He hecho este dibujo, ¿ves?»
(breve pausa horrorizada)
Yo: «¿Se llama Doctor Octopolla?»
El Pervertido: «Sí, es como el Doctor Octopus, sólo que camina sobre sus…»
Yo: «Ya lo cojo.»
El Pervertido: «Son realmente grandes, y él es muy pequeño, y tiene ocho, y cuando necesita dar un salto con propulsión o un arma a distancia todo lo que tiene que hacer es…»
Yo: «¡SIGUIENTE!»
El Rehabilitado: «Yo jugaré con un humano normal, con apariencia normal, atributos normales y ninguna mutación. Su nombre es Aventurero Juan Érico.»
El escenario que había planeado iba a ser una misión simplona para introducir a los jugadores en el mundo de la campaña, con escaso o ningún peligro real. Les expliqué que todos sus personajes vivían en una aldea llamada Roñavilla en las afueras de un bosque. La vida transcurría con tranquilidad, pero la aldea se había quedado muy corta en suministros médicos. Así que mandaron a los PJs de camino a la Gran Ciudad, en la boca del río, para que adquiriesen los preciados suministros. Todo marchaba a pedir de boca hasta que acabamos el primer combate.
El Cagón: «¡Dios mío! ¡Casi nos matan a todos!»
El Gordito: «Una lucha a vida o muerte contra canarios de dos metros de alto armados con fusiles de asalto. ¿Cómo podría el apocalipsis traer tanta ironía?»
El Pervertido: «Lo de que nadie atacaría a un cactus no ha durado mucho.»
El Cagón: «No me atacaron, es que vosotros me estábais usando como escudo, ¡cabrones!»
El Rehabilitado: «Mi personaje esparce los cuerpos por el campo mientras canta: ‘Pajaritos por aquí, pajaritos por allí…’ ¡Ja, ja!»
Yo: «Creí que habías dicho que el humor era una parte importante de tu terapia.»
El Rehabilitado: «Lo es.»
Yo: «Bueno, pues avísame cuando empieces.»
El Rehabilitado: «¡Ja, ja! ¡Y pensar que decían que eres un fracasado calvo sin sentido del humor!»
Yo: «¿Qué?»
El Capullo: «Mi personaje intenta parar sus hemorragias.»
El Pervertido: «Mi personaje intenta ayudarle.»
El Capullo: «Si alguno de los miembros de tu personaje me toca, gritaré.»
Yo: «Bueno, ¿vais a acampar para pasar la noche?»
El Pervertido: «Sí, creo que es una buena idea. Y creo que deberíamos reconsiderar nuestros planes. ¿Quién tiene el mapa?»
El Capullo: «Creo que mi personaje lo está usando como torniquete.»
Los personajes de los jugadores acamparon a las sombras de unas ruinas. Tras alisar y secar el mapa empezaron a hacer planes.
El Cagón: «Creo que deberíamos volver. Este sitio es peligroso.»
El Rehabilitado: «Dices eso en todas las partidas.»
El Cagón: «¡No, no es verdad!»
El Capullo: «Es lo mismo que dijiste aquella vez que jugamos al juego de Rocky y Bullwinkle.»(4)
El Cagón: «Y tenía toda la razón. El señor Peabody tenía una mirada enloquecida.»
El Pervertido: «Nos han encomendado una misión de socorro. No podemos dejar que una horda de canarios asesinos nos afecte.»
El Gordito: «Mirad el mapa. Me parece que estamos dando un buen rodeo para ir a la Gran Ciudad.»
El Capullo: «Creía que este era el único camino.»
El Pervertido: «Dejadme ver… Oye, tiene razón, estamos dando un buen rodeo. Este viaje nos está tomando más de una semana, y lo podríamos hacer en tres días si atajásemos por aquí y tirásemos en línea recta hacia la Gran Ciudad.»
Yo: «¿Queréis atajar a través del Desierto de la Muerte Segura?»
Los jugadores hablaron brevemente entre ellos. En sus susurros pude oír el sonido de una campaña deshaciéndose en pedacitos.
El Pervertido: «Sí.»
Yo: «Dejad que os lo pregunte otra vez. ¿Queréis tomar un atajo a través del Desierto de la Muerte Segura? Ya sabéis, esta parte del mapa, aquí, con todos estos símbolos de radiación y peligro por contaminación biológica?»
Una vez más los jugadores hablaron brevemente entre ellos. La sutileza no estaba haciendo efecto, así que mientras cuchicheaban señalé al mapa e hice ruidos de película de miedo.
El Pervertido: «Sí.»
Yo: «Muy bien. ¿Hay algo más que queráis hacer antes de que vuestros personajes se echen a dormir? Después de todo, querréis levantaros bien temprano para empezar vuestro viaje a través del Desierto de la Muerte Segura. Repito: Desierto de la Muerte Segura.»
El Capullo: «Yo intento no perder tanta sangre.»
El Pervertido: «Mi personaje tiene que realizar unos complejos rituales de acicalamiento.»
El Cagón: «Mi personaje se esconde en un rincón de espaldas a una pared.»
El Rehabilitado: «Yo me acuesto detrás suyo para estar… ¡entre la espalda y la pared! ¡Ja, ja!»
El Gordito: «Mi personaje evangeliza sobre el misterio sagrado del Caramelo Interminable.» (5)
Por la mañana, los personajes jugadores abandonaron su acampada y entraron en el Desierto de la Muerte Segura. De repente, las encuentros de combate se doblaron en frecuencia y en ferocidad. Pensé en todos los encuentros «de roleo» que había preparado para este escenario. Me imaginé a todos esos personajes no jugadores de pie a la vera del camino, esperando aburridos como actores a los que nadie daba un guion. Y fue después de una lucha particularmente dura contra algunas pulgas gigantes que sufrimos nuestra primera baja.
El Capullo: «Bueno, pues ya está. Me desangré hasta morir.»
El Pervertido: «Sí, por ese muñón que tienes en lo alto del cuello.»
El Cagón: «No creía que fuese posible que un cactus se meara encima.»
El Rehabilitado: «¡Los dados me sonríen esta noche!»
El Gordito: «Cojo algunos trozos de chocolate y le ofrezco los últimos ritos al personaje de El Capullo.»
Yo: «¿Pero cómo…?»
El Gordito: «…en el nombre de Wonka, amén.»
Siempre supe que jugar a juegos de rol me iba a mandar al infierno, pero hasta ese momento nunca estuve seguro del cómo y el porqué.
El Capullo: «¿Puedo hacer otro personaje?»
Yo: «¿Y cómo vas a encontrarte con el resto del grupo?»
El Gordito: «A lo mejor vive aquí.»
Yo: «¿En el Desierto de la Muerte Segura?»
El Rehabilitado: «A lo mejor le gustan las casitas a pie de playa. ¡Ja, ja!»
Yo: «Lo siento, pero es que no tiene ningún sentido.»
El Capullo: «No, no pasa nada. Supongo que debería irme a casa.»
El Cagón: «Eh… yo te iba a llevar.»
El Capullo: «Caminaré.»
El Rehabilitado: «Está nevando, y ya sabes el dicho… a mal tiempo, qué putada. ¡Ja, ja!»
El Capullo: «Cogeré el autobús.»
El Gordito: «Es domingo por la noche, y el último autobús ya vino y se fue como una serie de televisión programada como relleno y protagonizada por Charo y Emmanuel Lewis.»(6)
El Capullo: «Pues haré autostop.»
El Pervertido: «¿Sabes lo que podría pasarle a una cosita tan sexy como tú?»
(breve pausa horrorizada)
El Pervertido: «¿Qué pasa?»
Yo: «Está bien. Dejaré que El Capullo haga otro personaje si no volvemos a mencionar ese último momento nunca jamás.»
El Capullo hizo otro personaje con una facilidad nacida de la práctica, mientras el resto del grupo deambulaba por el Desierto de la Muerte Segura como un chiste en busca de una frase graciosa. Su personaje era un humano normal con un mínimo de puntos de vida, viviendo en solitario en medio de un desierto yermo y mortal. No había por dónde cogerlo, pero ¿y yo qué sabía? Tan sólo era el máster.
El Capullo: «Mi personaje decide abandonar su mierda de granja y se une al grupo.»
El Rehabilitado: «¿Y por qué iba nadie a cultivar mierda en una granja? Bah, ¡a la mierda con eso! ¡Ja, ja!»
El Gordito: «La felicidad de encontrar a un nuevo compañero me impulsa a cantar. Oompa Loompa Dumpity-Di, tengo una pregunta que hacerte a ti. Si tienes una granja con un trozo de tierra, ¿por qué te dedicas a cultivar mierda? Si quieres podrías…» (7)
El Pervertido: «Le mato.»
Bueno, supongo que era inevitable.
Hubo otra pausa mientras El Gordito hacía un nuevo personaje, una prostituta invertebrada mutante llamada Vespa. Vespa y el Doctor Octopolla se hicieron amigos rápidamente; el resto del grupo se limitó a sentir escalofríos, incluso el cactus. Su viaje a través del Desierto de la Muerte Segura continuó.
Yo: «De acuerdo, ¿qué hacéis?»
El Pervertido: «Yo me adelanto para explorar y buscar encuentros.»
El Cagón: «¿Estás loco?
El Pervertido: «¿Qué?»
El Cagón: «Estás buscando activamente encuentros de combate.»
El Pervertido: «No, mi personaje se está adelantando para asegurarse de que no nos emboscan.»
El Cagón: «Pero al hacer eso estás provocando que nos embosquen. Estás cambiando una decisión del máster por el resultado de una tirada de dados.»
El Pervertido: «¿Y cómo va a saber eso mi personaje? ¿Acaso me estás diciendo que lo menos que sepas, lo más seguro que estás?»
El Gordito: «Ese es el lema por el que vivo mi vida.»
Yo: «Bueno, entonces ¿qué vais a hacer?»
El Pervertido: «Me adelanto para explorar.»
El Cagón: «Yo salgo por patas.»
El Capullo: «Para ser exactos, sales por ruedas.»
El Rehabilitado: «¡Y yo salgo por tabaco! ¡Ja, ja!»
Yo: «¿Así que definitivamente te estás separando del grupo?»
El Cagón: «¡Sí! ¡Quiero vivir!»
Yo: «Vale. Pervertido, necesito que hagas algunas tiradas.»
El Rehabilitado: «Tiradas, tiradas y más tiradas. ¡Eh, esto no tira! ¡Pues sigue tirando, que este juego está tirado! ¡Ja, ja!»
Mientras el personaje de El Cagón intentaba volver a casa, el resto del grupo siguió adelante. Se desencadenó otro combate, y un éxito critico se llevó a otro miembro del grupo.
El Pervertido: «¡Noooooooooooooo!»
Yo: «Lo siento. Qué mala suerte.»
El Capullo: «Para cualquier otro personaje, un tiro en la entrepierna no hubiera sido tan malo.»
El Gordito: «Vespa acuna en su pecho sus restos sangrientos, llorando y lamentándose sin control.»
El Rehabilitado: «No es propio de ella saltar como una despollada… ¡Ja, ja!»
Yo: «¡Eh! Nada de hacer comentarios como si esto fuese un relato publicado en alguna parte.»
El Pervertido: «Bueno, ya que todo el mundo se ha hecho personajes nuevos, ¿puedo yo también?»
Yo: «Sí, pero se acabaron los monstruos llenos de penes.»
El Pervertido: «Recuerda estas palabras… algún día existirá todo un género cinematográfico protagonizado por monstruos llenos de tentáculos con forma de pene.»
Yo: «Sí, lo que tú digas. El día que eso ocurra será el día que pueda conseguir porno gratis a través de mi línea telefónica.» (8)
El Cagón: «¿He llegado ya a casa?»
Yo: «Mira, ya te he dicho que la rueda de tu carromato se rompió cuando huías de aquellas marmotas. Estás atascado.»
El Cagón: «¡Pero estoy atascado en medio de un bosque! ¿Cómo voy a sobrevivir?»
El Capullo: «Bueno, eres un cactus…»
El Rehabilitado: «Sí, ¡pero deja de pincharle por eso! ¡Pincharle! ¡Ja, ja!»
Yo: «Deja que te haga una pregunta.»
El Rehabilitado: «Dispara… ¡Pero no me mates, por favor! ¡Ja, ja!»
Yo: «¿Crees que se debería permitir que los pilotos sin licencia pilotaran aviones?»
El Rehabilitado: «¿Qué?»
Yo: «Repito. ¿Crees que se debería permitir que los pilotos sin licencia pilotaran aviones?»
El Rehabilitado: «Pues claro que no.»
Yo: «¿Y debería permitirse que los médicos sin licencia realizaran operaciones quirúrgicas?»
El Rehabilitado: «No.»
Yo: «Entonces, usando esa lógica, quizá deberías dejar que contaran los chistes las personas QUE TENGAN ALGUNA PUTA GRACIA!!! ¿Qué me dices a eso? ¡JA, JA!»
A nadie le sorprendió que El Rehabilitado se marchara corriendo. Intentamos seguir por donde lo habíamos dejado, pero de repente nos dimos cuenta de algo.
El Capullo: «De repente me he dado cuenta de algo.»
El Cagón: «¿Qué deberíais volver a por el cactus?»
El Capullo: «No. Me he dado cuenta de que ahora ninguno de los miembros del grupo viene de la aldea de Roñavilla. No tenemos ningún motivo para llevar a cabo esta misión.»
El Gordito: «Creo que el personaje de El Rehabilitado llevaba el mapa.»
El Pervertido: «Sí, ¿qué hace aquí mi personaje hermafrodita de seis dedos?»
Yo: «Y ya puestos, ¿qué hago yo aquí?»
Después de eso no quedó mucho que jugar. Pero resultó que estábamos atrapados por la nieve, así que nos sentamos durante un rato mientras discutíamos dónde había estado el problema. Todos los jugadores coincidieron en que debería haber habido algún tipo de aviso de que el Desierto de la Muerte Segura podría resultar peligroso.
Al día siguiente cambié los libros de Gamma World por un vale en la tienda de Mildew, y me llevé una copia de Champions. Era el mismo libro de Champions que le había prestado a Psicópata Dave algunos años atrás.
Aviso: esto podría ofender… a alguien. Decidí escribirlo porque me sentía culpable del retraso de mi cómic In the pit. Consideradlo como un agradecimiento a vuestra enorme paciencia.
En lo que se refiere a juegos de rol, yo era como uno de esos globos de color naranja dentro de una lámpara de lava. Durante una temporada solía ganar flotabilidad, y me elevaba bien alto; pero una y otra vez acababa perdiendo calor y me hundía de nuevo, de vuelta a la mesa de juego. Los últimos meses de mi vida habían sido testigo de un montón de citas con chicas; de hecho, había estaba indeciso entre una morena bastante guapa e inteligente, y una pelirroja bastante trastornada.
Como la mayoría de los hombres hubieran hecho, me fui con la pelirroja alocada, y acabó en desastre. Un desastre muy sexy, pero un desastre al fin y al cabo.
Con mi ego herido, regresé al mundo de los orcos sedientos de sangre y de los enanos de mirada aviesa. Regresé al apartamento de El Pervertido.
Yo: «Guau… vaya sorpresa, enterarme de que vosotros dos estáis compartiendo piso.»
El Pervertido: «No podía permitirme pagar la renta de este sitio yo solo.»
El Disgusto: «Bueno, yo tenía que largarme a toda leche del sótano de mis padres… consiguieron una orden judicial.»
Yo: «Ya veo.»
El Capullo: «Pero… ¿no es un poco incómodo?»
El Pervertido: «¿El qué?»
Johnny Tangente: «¿Sabéis? Esto me recuerda a una historia muy interesante sobre el espejo de un periquito…» (1)
El Gordito: «Creo que El Capullo tiene curiosidad por saber por qué no estás preocupado o enfadado por el hecho de que tu querida Asenath se empaló en una ocasión en el miembro erecto y candente de El Disgusto.»
El Capullo: «¿Cómo? Creía que se trataba de su pene.»
El Disgusto: «Creo que somos lo suficientemente maduros como para dejar eso en el pasado.»
El Pervertido: «Si acaso, todo ese incidente nos ha hecho más amigos que antes.»
Yo: «Cuando le hablo de vosotros a mi psicólogo, no se cree nada.»
Johnny Tangente: «…y nadie sabe cómo murió Melocotoncito. ¿Se debió a causas naturales, o acaso el espejo le causó algún tipo de bulimia para periquitos?»
El Gordito: «Bueno, vale ya de chorradas. Aquí está mi personaje de Rifts. Es un hombre-lobo aparentemente inofensivo con problemas de autoestima, y un diploma en cosmetología.» (2)
El Pervertido: «Bueno, la verdad es que no habrá partida de Rifts esta noche.»
Yo: «¿Qué? ¡Hemos estado planeando esto durante toda la semana!»
El Capullo: «Quizá sea mejor así, he oído que jugar a Rifts causa traumatismos en los ojos.»
El Pervertido: «Bueno, lo siento, pero he estado yendo de bar en bar toda la semana, y no tuve tiempo de preparar nada.»
Johnny Tangente: «¿Sabéis? He encontrado este juego en la web que combina las partidas de Vampiro en vivo con el karaoke.»
El Capullo: «¿Qué es la web?»
Johnny Tangente: «La world wide web.»
El Capullo: «¿Qué?»
Yo: «Ah, te refieres a esa cosa de la que he oido hablar, Internet.»
El Capullo: «¿Qué?»
Johnny Tangente: «Sí, Internet… millones de ordenadores hablando los unos con los otros e intercambiando información.»
El Gordito: «No creo que sea gran cosa. Probablemente la prohibirán y cerrarán en una vorágine de rabia y demandas legales.»
Yo: «A ver si me he enterado bien. ¿No hiciste ni una página de preparación para tu partida porque estabas demasiado ocupado intentando echar un polvo?»
El Pervertido: «En una palabra, sí.»
Johnny Tangente: «¿Qué tal te fue? Realmente me gustaría sab… ¡Mirad! ¡Algo brillante!»
El Pervertido: «No estoy teniendo mucha suerte últimamente trayendo chicas a casa. Creo que a la mayoría de las tías las intimida unas polla grande.»
Yo: «Bueno, no tienes por qué presentarles a El Disgusto.» (3)
El Disgusto: «Tienes suerte de que el Palo del Dolor esté sujetando una ventana.»
El Capullo: «¿Y qué vamos a hacer ahora? Tenemos todos los trastos de jugar y ningún sitio al que ir.»
El Pervertido: «Bueno, por suerte El Disgusto ha estado trabajando en una campaña para D&D.»
Yo: «¿El Disgusto quiere hacer de máster?»
El Capullo: «Ahora quiero hacer yo de máster.»
El Disgusto: «Tengo una gran idea para un escenario, tíos.»
El Gordito: «No me apetece. Nuestro último escenario incluyó sostener la vaina de la espada de nosequé PNJ ninja mientras él luchaba contra Raistlin.» (4)
El Disgusto: «El tema era que vuestros personajes tenían que demostrar ser dignos de sostener la vaina de la espada de Shinobi. Hay gente que ha muerto por conseguir ese honor. Además, este escenario será muy diferente.»
Yo: «Ya sabes que diferente no significa mejor.»
El Pervertido: «Oh, venga ya. Estamos todos aquí, ¿no? Y no perdemos nada por jugar, ¿no?»
Yo: «Vale. Pásame el Manual del Jugador y me haré un personaje.»
Johnny Tangente: «¿Manual del Jugador? ¡Creía que íbamos a jugar a Rifts!»
Cada uno nos hicimos un personaje y nos pusimos a jugar. El Disgusto no nos encarriló de la manera habitual, más bien fue avergonzando a los personajes para que siguieran el escenario. Si alguno de los jugadores sugería hacer algo que era distinto de lo que él había planeado, se ponía a burlarse y poner los ojos en blanco hasta que desistías en el intento.
No pasó mucho rato hasta que alquilamos un barco con rumbo a la aventura y a la humillación.
El Capullo: «La verdad es que tuvimos mucha suerte de coincidir todos en aquella taberna.»
Yo: «Sí…»
El Gordito: «Fue especialmente afortunado que nos encontráramos con ese anciano gruñón y su mapa.»
Yo: «Sí… y sobre todo la manera en que pagó nuestros servicios para que saqueáramos los tesoros del templo de unos sacerdotes, en una isla en medio de ninguna parte.»
Johnny Tangente: «Esta premisa me recuerda a todas y cada una de las películas de fantasía que he visto… y al mismo tiempo no me recuerda a ninguna en concreto.»
Yo: «Bienvenido al mundo de D&D.»
El Pervertido: «Mi personaje le paga al grumete para que mantenga la boca cerrada, y luego camina hasta la proa del barco para inhalar el fresco aire marino.»
El Capullo: «Me gustaría que hubiésemos encontrado otro barco que alquilar.»
El Gordito: «¿Por qué? Esta tripulación parece ser muy capaz.»
El Capullo: «Es que no entiendo por qué este universo de juego tiene barcos en los que toda la tripulación son fetichistas del cuero y del sadomaso.»
El Disgusto: «Saqué la idea de un tipo con el que trabajo.»
El Pervertido: «¿Ese tal Goodkind?»
El Disgusto: «Sí, Terry.» (5)
El Pervertido: «Está un poco grillado, ya sabes.»
El Disgusto: «Bastante.»
El Capullo: «Uf. ¿Podemos volver a la partida, por favor?»
El Pervertido: «Tras limpiar su jergón, mi personaje se huele el dedo.»
Yo: «Tío, no te entiendo. No haces más que soltar comentarios despectivos sobre los gays, no dejaste que un jugador nuevo se uniera al grupo porque creías que podía ser gay…»
El Pervertido: «¿Y qué?»
Yo: «Y ahora vas e interpretas a un personaje con tendencias homosexuales.»
El Disgusto: «¡Oye, espera un segundo, Ab3! El personaje de El Pervertido, Korman Paquetedorado, es muchas cosas, ¡pero NO es gay!»
El Pervertido: «Pero, gracias a Dios, el grumete sí lo es.»
El Capullo: «¿Hemos llegado ya?»
La travesía marítima estuvo plagada de combates y de azotainas ocasionales. Cuando nos acercábamos a la isla, que era nuestro objetivo, sufrimos nuestro asalto más devastador, y nuestra primera baja.
Yo: «¿Acua-ninjas?»
El Disgusto: «El azote de los siete mares.»
Yo: «¿Acua-ninjas montando en el lomo de una ballena?»
El Disgusto: «Os exigen que os rindáis y que os preparéis para ser abordados.»
El Capullo: «¿Acaso este barco guarda algún tesoro?»
El Gordito: «¿El grumete cuenta?»
El Pervertido: «Sólo hasta diez.»
Johnny Tangente: «Mi personaje se pone su armadura de placas y salta por la borda. ¿Qué posibilidades tengo de matar a la ballena de un sólo golpe?»
Yo: «¿Eres consciente de que estamos jugando a D&D?»
El Disgusto: «Tu personaje se hunde hasta el fondo del océano como una roca envuelta en otra roca.»
Johnny Tangente: «¡Pero si tengo fuerza 18/00! No, espera, eso era en la partida que jugué en el instituto. Oh, bueno…»
(Los dados ruedan por la mesa.)
Yo: «Por fin están todos muertos.»
El Capullo: «¿Hay algún clérigo a bordo?»
El Pervertido: «Limítate a echarle agua del mar a las heridas.»
El Gordito: «Usualmente no saquearía los cadáveres de los enemigos, pero como son de alineamiento maligno y yo soy bueno, no hay problema.»
El Disgusto: «Cuando tiráis de las capuchas ninja de color verde lima, veis que sus caras son… ¡como esta!»
Yo: «Huh… eso es un dibujo de Erol Otus representando a un Profundo.» (6)
El Disgusto: «Y ese es el aspecto que tienen.»
Yo: «Vale.»
El Capullo: «¡Vamos a la isla!»
Johnny Tangente: «¿Y qué pasa con mi personaje?»
El Disgusto: «Está muerto y los peces se están comiendo sus ojos.»
Johnny Tangente: «Oh. ¿Te importa si juego con tu PlayStation y leo unos cuantos cómics mientras escucho tus discos de los Night Rangers?»
El Disgusto: «Claro, lo que quieras. Ahora estás muerto para mí.»
Los personajes supervivientes llegaron a la isla y se pusieron a buscar ese gran tesoro para el misterioso anciano. Por mi parte, yo creía que simplemente debíamos quedarnos con el tesoro, pero el anciano había prometido darnos el Ojo Sagrado de Timor como recompensa, ¿y qué jugador de rol que se precie no querría tener uno? (7)
El Capullo: «Tío, los edificios de este sitio tienen una pinta muy rara.»
El Gordito: «Sí, es casi como si los arquitectos no estuviesen restringidos por las leyes de nuestro universo.»
Yo: «Esto me da mala espina.»
El Pervertido: «Mi personaje está listo para cualquier cosa.»
El Capullo: «Con un paquete como ese, no me extraña.»
Johnny Tangente: «¿Por qué lo llaman paquete? No es que se mande a ningún lado.»
Todos los demás: «¡Cállate!»
El Disgusto: «Vuestro objetivo está a la vista. El Gran Depósito se distingue del resto de los extraños edificios, pero, aun así, se mezcla bien con ellos, como un ninja en una comunidad de amish. El Gran Depósito mide 30 metros de alto, y tiene la forma del Coliseo romano, más o menos, pero está hecho de piedra verdosa.»
Yo: «Nos acercamos.»
El Disgusto: «El terreno es blando y pantanoso…»
El Pervertido: «¡Como la entrepierna de mi ex novia!»
El Disgusto: «Muy bueno.»
El Gordito: «¿Por qué os estáis metiendo con Asenath todo el rato? Su único crimen fue amar demasiado. ¿Cómo podéis despreciar tanto a una mujer que una vez entregó su cuerpo a la insistencia incólume de vuestros miembros viriles?»
Yo: «…debo… taponar… oídos… con… dados…»
El Capullo: «Pero tiene razón, ¿por qué la odiáis ahora?»
El Pervertido: «Es una guarra de nivel 12 y por lo que a mí respecta se puede pudrir como un zombi.»
El Disgusto: «Sí, se tiraría a cualquiera… ¡incluso a Ab3!»
Yo: «¡Oye!»
El Gordito: «Es algo curioso. ¿Por qué, cuando un hombre tiene muchas parejas sexuales es considerado como un potente semental, pero cuando una mujer tiene un pasado sexual, es una guarra?»
Yo: «Hombres más importantes que tú se han hecho esa misma pregunta.»
El Capullo: «Como Kevin Smith.»(8)
El Pervertido: «Mira, simplemente me cansé de ella, ¿vale?»
El Disgusto: «Además, los hombres son como ballestas y las mujeres son como dianas. Una diana no necesita practicar.»
Yo: «Así que, ¿con quién deberíais practicar vosotros, pequeños arqueros?»
Johnny Tangente: «¿El grumete?»
Yo: «¿Qué?»
Johnny Tangente: «Esa fue una gran película.» (9)
Unos cuantos encuentros aleatorios más tarde, nuestros personajes llegaron al Gran Depósito. No había ninguna entrada, ni ventanas, ni puertas secretas, así que lanzamos nuestras cuerdas con garfios. Y escalamos las paredes.
El Disgusto: «De pronto un gran rugido resuena en el aire. La peste a aguas estancadas empeora.»
Yo: «Miro alrededor para ver de qué se trata.»
El Disgusto: «De repente, ves a esta criatura de cien metros de alto, saliendo de una de las extrañas torres.»
Yo: «¡Eso es un dibujo de Cthulhu de Erol Otus!» (10)
El Capullo: «¿Estamos en R’yleh?» (11)
El Gordito: «Eso explica los ninjas de color verde lima. Ahora todo tiene sentido.»
Yo: «No, no lo tiene. A ver si me estoy enterando bien… ¿Estás usando la primera edición de Deidades y Semidioses como manual de monstruos?» (12)
El Disgusto: «Ajá.»
El Pervertido: «¡Y estamos colgando aquí, a quince metros del suelo, como una cadena de bolas ben-wa humanas!» (13)
Yo: «Y Lovecraft creía que sabía lo que era el verdadero terror…»
El Pervertido: «¡Trepamos más rápido!»
(Varias tiradas de dados furiosas y desesperadas después…)
El Capullo: «¿Cómo es que hay cera de oreja en mi d20?»
El Disgusto: «Todos conseguís alcanzar lo alto de la pared. El borde del Gran Depósito mide unos tres metros de ancho. El interior es hueco y sucio.»
Yo: «¿Como tu cráneo?»
El Disgusto: «Ten cuidado o tendrás que tirar Salvación contra Hostias.»
El Capullo: «Se está acercando.»
El Gordito: «¿Qué vamos a hacer?»
El Disgusto: «Bom. Bom. Bom. Bom. Bom.»
El Pervertido: «Debemos descolgarnos por la pared hacia el interior del edificio.»
El Capullo: «¡Aseguro la cuerda en el borde y empiezo a descolgarme!»
El Disgusto: «Cada uno de vosotros alcanza el fondo antes de que os pueda ver. Os encontráis metidos hasta el tobillo en agua sucia.»
El Gordito: «Mi enano llora de alivio.»
El Disgusto: «Bom. Bom. Bom. Bom. Bom. El suelo tiembla bajo vuestros pies. Una sombra oscura cae sobre el edificio, que tiene forma de cuenco.»
El Capullo: «Nos escondemos rápidamente.»
Yo: «¿Has dicho… con forma de cuenco?»
El Disgusto: «Sí.»
El Pervertido: «¿Qué te pasa, Ab3? Estás temblando.»
El Disgusto: «La oscuridad se hace más profunda, recortando la silueta del Gran Primigenio. Cthulhu está justo encima de vosotros ahora.»
Yo: «Dios mío… esta vez te has superado a ti mismo, El Disgusto.»
El Gordito: «En el nombre de Timothy Bradstreet, ¿qué está pasando aquí?» (14)
Yo: «Estamos en su retrete. Estamos en el retrete de Cthulhu.»
El Disgusto: «Las verdes y gelatinosas nalgas del Gran Cthulhu tapan el borde del Gran Depósito. Escucháis un asqueroso sonido como de algo que se derrama.»
Todo el mundo: «¡¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!»
No puedo describir lo que ocurrió después. Algunas cosas no deberían contarse. No hay palabras para tales abismos de aterradora e inmemorial demencia, para tales contradicciones éldricas de equilibrio de juego, cortesía rolera y orden cósmico. Digamos, simplemente, que espero no volver a escuchar o leer el término «Pólipo Volador». (15)
La semana siguiente jugamos todos a Rifts, y sólo por si acaso, llevamos gafas protectoras.
Referencias y notas al pie
(11) Según la mitología de Lovecraft, la isla de Ryleh está en la actualidad sumergida en el fondo del océano Pacífico. Y en ella, el Gran Dios Cthulhu duerme y descansa, esperando su terrorífico retorno cuando las estrellas estén en la posición correcta.
(12) En la traducción original: «Deities & Demigods fue un suplemento para la primera edición de D&D (recientemente remozado y puesto al día para la tercera) que aportaba un nuevo panteón de dioses con los que jugar, incluyendo sus estadísticas roleras (atributos, habilidades y demás). Entre ellos se encontraban algunos dioses de los Mitos de Cthulhu (que son de dominio público) y algunos del multiverso de Michael Moorcock (con permiso del autor).
A mitad de la impresión del libro tuvieron que parar máquinas porque Chaosium (que estaba trabajando en el lanzamiento de La Llamada de Cthulhu y, más adelante, Stormbringer) les dijeron que vaya morro y tal. Ambas partes se sentaron a hablar del tema, y finalmente la impresión continuó, incluyendo en el libro una nota que agradecía a Chaosium su colaboración, comprensión y apoyo (no sé, por alguna razón me suena a hipocresía pura).
Para cuando llegó el momento de lanzar nuevas ediciones de Deities & Demigods tanto La Llamada de Cthulhu como Stormbringer estaban ya en las tiendas, y TSR decidió no incluir los dioses de las mitologías lovecraftianas o moorcockienses para no promocionar la competencia.»
Solo recordar que, en 2015-2016, salió la quinta edición de reglas de D&D, así que algunas de las notas que he recuperado de las traducciones antiguas pueden estar «pelín» desfasadas; tenedlo presente.
(13) Las bolas ben-wa, o «bolas chinas» son… eh… ese juguete erótico para mujeres que consiste en un par de bolas metálicas que… tal y cual… y esto y lo otro. ¿Entendido?
(14)Tim Bradstreet es un artista cuya obra puede encontrarse tanto en cómics (especialmente los de ambientación oscura como Hellblazer o Punisher) como en juegos de rol (muchos y muy variados, aunque su trabajo en Vampiro: La Mascarada es probablemente el más conocido).
(15) Los pólipos volantes son, una vez más, criaturas de los Mitos de Cthulhu… aunque no creo que Lovecraft se los imaginara en este contexto.
Aviso: la siguiente historia puede ofender a los fans de Torg, a la gente que se cabree por las heridas en el pene, a los activistas pro y anti guerra, y a algunos miembros de la SCA.(1)
La pérdida de Psicópata Dave fue un duro golpe para nuestro grupo de juego, en el sentido de que las posibilidades que teníamos de encontrar a un racista pirómano con tendencia a mearse en la cama de su calibre eran escasas. Pero, de algún modo, seguimos adelante.
Era la primera semana de enero de 1991. El Disgusto estaba de vuelta del hospital, lleno de rencor y con un injerto en el pene. Sus padres se habían llevado al perro de vacaciones, así que estábamos de vuelta en su sótano. Estaba cabreado, aterradoramente cabreado. Se sentó en una esquina de la mesa de juego con el palo del dolor aferrado al puño, y parecía la viva imagen de Conan Rey (si Conan Rey hubiese muerto por una infección en la vejiga y hubiese resucitado luego como liche). El Pervertido y Asenath también estaban allí, pero estaban tan locamente enamorados que él insistió en que ella se sentara en su regazo. Johnny Tangente estaba de vuelta; le habían despedido de su empleo en una teletienda y ahora tenía un montón de tiempo libre para jugar. El Capullo no se perdía nunca una partida, así que ahí estaba; había tenido que coger dos autobuses y caminar casi un kilómetro, pero ahí estaba. Por último teníamos a El Gordito, llevando una camiseta con el símbolo de la paz y una cinta en la cabeza con el letrero «¡No a la sangre a cambio de petróleo!» (2)
Era mi turno para dirigir una partida, y había elegido un juego que amaba enormemente pero que nunca había tenido oportunidad de dirigir: Torg.
El Disgusto: «Lo primero es lo primero. Dejadme decir que si cualquiera, y quiero decir cualquiera, hace alguna broma sobre mi herida, probará una buena ración del Palo del Dolor.»
El Capullo: «Probablemente sepa a Lamont.»
Johnny Tangente: «Me encanta Sanford e Hijo.» (3)
El Gordito: «Ah, sí. Yo también disfrutaba del subtexto nihilista de esa serie. Después de todo, ¿acaso no vivía el personaje de Red Foxx en un basurero lleno de chatarra, fingía continuamente que le daban ataques al corazón y prometía que iba a unirse con su esposa muerta? He ahí un valiente y sutil alegato contra los fallos del cristianismo como nunca antes he visto.»
El Pervertido: «Mira, El Disgusto, ni siquiera sabemos cómo ocurrió realmente. Quiero decir que, bueno, sí que tu padre nos dio una idea general de lo que te pasó, pero se estaba descojonando tanto que no me enteré de nada.»
Asenath: «Oh, pobre cosita.»
El Disgusto: «¡No necesito tu lástima, monstruo!»
Yo: «Oye, eso no ha sido nada bonito.»
El Disgusto: «¡Tampoco lo es esa patética cosa que llamas pelo! ¡Vamos a jugar, coño!»
Les expliqué brevemente de qué iba el mundo de Torg. Era un mundo como el nuestro propio, pero que había sido invadido por conquistadores procedentes de otras realidades. Incluso El Disgusto estaba intrigado, cuando descubrió que había ninjas.
El Disgusto: «¡Este ninja es la caña! Le llamaré Shinobi Puñoasesino.»
Johnny Tangente: «Yo jugaré con un soldado de las fuerzas especiales llamado Roddy Plissken.» (4)
El Gordito: «Yo llevaré a una sacerdotisa, ex miembro del Ciberpapado, llamada Joan.»
El Capullo: «Yo soy un Caballero de las Tormentas llamado Gary.»
El Pervertido: «Yo llevaré a un Edenois exiliado llamado Enik».
Asenath: «Oh, baby. Las aliteraciones me ponen húmeda.»
Yo: «Oh, Dios.»
Asenath: «Y yo jugaré con una dama guerrera elfa llamada Sheena.»
Yo: «Bueno, esto parece un grupo bastante variado, y por una vez tengo un sistema de juego que anima a que sea así. Vamos a echarles un ojo a las reglas y ya podemos empezar a jugar.»
Así que les dí un breve repaso del sistema de juego, cómo funcionaban la magia y el combate, y cómo el hecho de sacar un 20 en una tirada significaba que podías volver a tirar. Sólo hubo un escollo inesperado…
El Gordito: «¿Baraja de drama? No lo entiendo.»
Yo: «Vale. Lo que hace la baraja de drama es añadirle efectos aleatorios al juego, y permite a los PJs intervenir en algunos eventos del mismo.»
El Gordito: «Pero, ¿no tienen los dados el mismo efecto?»
Yo: «Sí, los dados tienen un efecto aleatorio, pero las cartas permiten al máster o a los jugadores afectar a la historia de otras formas interesantes.»
El Gordito: «Entonces, ¿por qué molestarse en usar dados?»
Yo: «Porque los dados se usan para hacer las tiradas de atributos y habilidades.»
El Gordito: «Sí, pero, ¿por qué no pueden las cartas desempeñar esa misma función?»
Yo: «Porque el juego está pensado para usar dados y cartas.»
El Gordito: «No lo entiendo.»
El Disgusto: «¿Pero qué clase de estúpido eres, gordo gilipollas de mierda?»
El Gordito: «Discúlpeme, amable caballero, pero mi incapacidad para comprender un turbio concepto del sistema de juego no es razón suficiente para que usted salte como un… despollado.» (5)
El Disgusto: «¡PALO DEL DOLOR!»
Nos llevó algunos instantes a El Capullo, Johnny y a mí mismo ponerle fin a la patética trifulca entre El Gordito y El Disgusto. El Pervertido se quedó sentado en su silla, quizá porque Asenath seguía sentada encima de él, meciéndose lentamente.
Yo: «Vale, vamos a empezar de una vez. Los seis sois reunidos por un anciano Caballero de las Tormentas cuyo nombre en código es Vagabundo…»
Johnny Tangente: «Que quede constancia ahora de que mi personaje no va a aguantar ningún tipo de mierda por parte de nadie. ¡Esto es la guerra, coño!»
El Gordito: «Esto no es un juego de GUERRA, filisteo, esto es un juego DE ROL. Quizá el razonamiento y la comprensión triunfen.»
Johnny Tangente: «¿Razonamiento? ¿Con invasores interdimensionales?»
El Gordito: «Quizás podamos aprender de ellos, quizás podamos aprender el uno del otro.»
El Capullo: «Ya empezamos. ¿Te acuerdas de lo que pasó cuando intentaste abrazar a aquel shoggoth?» (6)
El Disgusto: «Mi ninja le mete caña al motor de su moto como una amenaza sutil.»
Asenath: «¿Te has traído la moto a la sala de información?»
El Disgusto: «¡Un ninja siempre está preparado!»
El Pervertido: «Mi personaje examina la motocicleta con intensa curiosidad.»
Yo: «Vagabundo le pide a Shinobi que saque fuera la motocicleta y…»
Johnny Tangente: «¿Sabes? Es la gente como tú la que está echando a perder este país, con vuestras marchas hippies por la paz.»
El Gordito: «Bueno, ¡quizá sea que no quiero que se destruyan las vidas de soldados americanos y niños iraquíes por culpa de un presidente corrupto e inmoral!»
Johnny Tangente: «Vale, ¿acaso ha quedado registrado en ese juego de golpea-al-topo que usas como cerebro que Irak invadió la nación de Kuwait y ha tratado brutalmente a sus habitantes?»
El Gordito: «¿Es que no puedes ver que es culpa nuestra? Nosotros armamos a Irak, la convertimos en lo que es ahora. Es como si hubiésemos matado a esos kuwaitíes.»
Johnny Tangente: «Exacto. Irak es como un perro que se ha vuelto loco por lamerse durante demasiado tiempo sus pelotas vacías, y tiene que ser sacrificado.»
El Capullo: «Snifff. Pobres pelotas.»
Johnny Tangente: «Por eso Dios hizo a América la nación más poderosa del mundo. Somos como el Shaft de las naciones.»(7)
El Gordito: «¡No! ¡Armamos Irak para que pudiera invadir Kuwait, y así permitirnos ir allí y robar el petróleo de los dos países! ¡Es una conspiración republicana! La única cosa que podemos hacer ahora es no hacer nada, este país es demasiado inmoral y está demasiado manchado por la sangre para tomar una decisión que no esté manchada por el racismo y el capitalismo.»
Johnny Tangente: «¿Y qué pasa con la gente de Kuwait?»
El Gordito: «¡No a la sangre a cambio de petróleo!»
Johnny Tangente: «¡América, ámala o márchate!»
El Gordito: «¡No a la sangre a cambio de petróleo!»
Johnny Tangente: «¡América, ámala o márchate!»
El Gordito: «¡No a la sangre a cambio de petróleo!»
Johnny Tangente: «¡América, ámala o márchate!»
Yo: «Que alguien me pase el Palo del Dolor.»
De alguna manera, la misión se puso en marcha. Los jugadores investigaban a un grupo de embajadores del Imperio del Nilo, pero fueron descubiertos. Todo iba bien hasta que…
El Capullo: «¡He vuelto a fallar! ¡Mi personaje es una mierda!»
El Disgusto: «Una vez que el guardia de seguridad esté inconsciente, me pongo mi guante de cota de malla y le demuestro a todo el mundo por qué mi personaje se llama Shinobi Puñoasesino.»
Yo: «No tengo una tabla para eso.»
El Pervertido: «¿Hay tiradas de cordura en este juego?»
Asenath: «Podría haber sido peor. Podría haberse llamado Yamada Cornhole.» (8)
El Disgusto: «¡Cuidado con lo que dices! ¡No tengo reparos en usar el Palo del Dolor en una mujer!»
Yo: «Concentraos en la partida, gente. Concentraos.»
Johnny Tangente: «¿Crees que pensaron en otras frutas y verduras antes de decidirse por el término cornhole?»
El Disgusto: «No sé, vamos a preguntárselo a tu madre.»
Johnny Tangente: «¡Muy gracioso, Frankenpolla!»
El Disgusto: «¡Palo del…!»
Yo: «¡Oye! ¿Por qué no seguimos…?»
El Gordito: «Sigo sin entender cómo funciona la baraja de drama esta. ¿Acaso, por su propia naturaleza, las cartas no convierten en fútil el efecto aleatorizante de los dados?»
Yo: «Oh, Dios…»
El Capullo: «¿Te encuentras bien, Ab3? Normalmente no empiezas a hiperventilar hasta que la partida lleva mucho más rato.»
De alguna forma conseguimos acabar el combate, a pesar de que El Gordito no hizo mucho más que preguntarse cómo funcionaban las cartas de drama y El Pervertido no paró de quitarme los dados. Los jugadores se separaron para hacer la fase de investigación del escenario, y cada uno se las apañaba con su estilo particular.
El Disgusto: «¡Me monto en la moto y conduzco a través de las puertas principales del hotel, cruzando la calle en frente de la casa del villano, y empiezo a decapitar a la gente! ¡Alguien, por ahí, tiene que saber algo!»
El Capullo: «Venga ya, alguien tiene que saber que estoy en una prisión turca.»
Asenath: «Mi personaje y el Edinos alquilan una habitación en un motel y se acuestan juntos.»
El Disgusto: «¿Tu personaje está tirándose a un hombre lagarto?»
El Pervertido: «Yo prefiero el término iguanoamericano.»
El Disgusto: «¡Ella incluso interpreta a auténticas guarras!»
Johnny Tangente: «Mi personaje encuentra el bar donde los guardias de seguridad se van después del trabajo, y sonsaca respuestas de unos cuantos tíos ahí. Y durante todo el rato no para de decir: ¡Ah, he aquí la violencia inherente al sistema!»
Yo: «¿Es eso una cita de los Monty Python? (9) ¡Sabes perfectamente bien que la mesa de juego es una zona libre de Python! Gordito, ¿qué hace tu personaje?»
El Gordito: «Me temo que sigo perdido en mis consideraciones acerca de esas puñeteras cartas de drama. Por favor, explícamelo otra vez.»
Yo: «Mira. Funciona así. Las cartas te dejan hacer cosas que le dan un empujoncito extra a la partida. Le ayudan a tu personaje a hacer cosas que normalmente no serían capaces de hacer. ¿Recuerdas esa escena en Indiana Jones y la Última Cruzada en la que Indy dispara a través de unos ocho nazis? Si eso hubiese sido un juego de rol, él lo hubiera podido hacer sacando una carta de Golpe de Gracia… o sacando un montón de veintes en los dados.»
El Gordito: «Así que lo que me quieres decir es que… ¿Las películas de Indiana Jones no tenían guion? ¿Que George Lucas y Steven Spielberg usaron cartas de drama y d20s para tomar decisiones sobre el argumento?»
Yo: «¡Eso no es lo que dije! Dije que si la película hubiese sido un juego de rol, esas situaciones podrían haber ocurrido gracias al uso de cartas de drama.»
El Gordito: «Pero no era un juego de rol. Era una película.»
Totalmente exasperado, dirigí mi atención de nuevo hacia los otros jugadores; a las decapitaciones al azar de El Disgusto, al sexo salvaje reptiliano de El Pervertido y Asenath, a los tropiezos de El Capullo desde la prisión turca hasta las garras de una secta caníbal, y de ahí a Johnny Tangente…
Yo: «¡De repente, te es revelado que el hombre que está detrás de esta locura es ese científico loco del Imperio del Nilo al que sólo se le conoce como El Electricista! Él se ríe como un maníaco…»
Asenath: «Cojonuda imitación del Comandante Cobra, Ab3.» (10)
Johnny Tangente: «Mi paladín desenfunda su espada y dice: ‘Nadie pasará’.»
Yo: «Con un gesto de su brazo, El Electricista invoca a una docena de esbirros y con una sonrisa te cuenta su plan maestro.»
Johnny Tangente: «Antes de que pueda hablar, mi personaje grita: ‘¡No quiero hablar más contigo, limpiaparabrisas que barre la comida de animales de cabeza hueca! ¡Me peo en tu dirección general! ¡Tu madre era un hámster y tu padre olía a frutas del bosque!’.»
Yo: «Con un suspiro de disgusto, El Electricista ordena a sus hombres que te disparen.»
(ruedan los dados)
Yo: «Ahí tienes, te queda un punto de vida. ¿Tienes más ganas de escucharle ahora?»
Johnny Tangente: «¡Es sólo una herida superficial!»
(Ruedan más dados, se sueltan más citas, un personaje muere.)
Yo: «¡Ajá! ¡Ajá! ¿Estás contento ahora? ¡Tu paladín ya no está! ¡Ha dejado de ser! ¡Ha expirado y ha ido a encontrarse con su creador! ¡Está tieso! ¡Desposeído de su vida, está descansando en paz! ¡Sus procesos metabólicos son ya historia! ¡Ha estirado la pata, se ha desprendido de su envoltorio mortal, ha cerrado las cortinas y se ha unido al coro invisible! ¡ESTE, ES UN EX PALADÍN!» (11)
Johnny Tangente: «¿Por qué te has cargado a mi personaje? ¡Eso fue bastante severo!»
Yo: «¿Qué parte de «zona libre de Python» te confundió, Johnny? ¿Eh? ¿Qué parte de…?»
El Disgusto: «Quizá pensó que te referías a tus pantalones.» (12)
El Capullo: «¿Por qué no paras de interrumpirle? A la mayoría de la gente no les gusta que les corten.»
El Disgusto: «¿Que les corten? ¿QUE LES CORTEN?»
El Capullo: «Ay, mamá…»
El Disgusto: «¡PALO DEL DOLOR!»
El Capullo: «¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaah!»
Una vez más, de alguna manera conseguimos pasar esa escena y los miembros supervivientes del grupo se reunieron. Desafortunadamente, todos huían de la policía, gracias a sus actos de violencia desenfrenada y a sus exhibiciones eróticas en público. Llegados a este punto el escenario estaba reducido a harapos, y yo sólo podía observar cómo las Guerras de la Posibilidad se convertían en un clon incoherente de una película de Tarantino. (13)
El Disgusto: «¡Seguid matando! ¡Alguna vez se tienen que quedar sin policías!»
El Pervertido: «Esto es igual que en esa película: La Huida.» (14)
Asenath: «Yo soy como Kim Bassinger.»
El Pervertido: «Y yo soy igualito a Alec Baldwin.»
Asenath: «¿No sería mejor si tú fueses Kim Bassinger y yo fuese Alec Baldwin?»
El Pervertido: «No sé qué decirte. Aún conservo la infección rectal de la última vez…»
El Disgusto: «Oh, por el amor de Dios…»
Yo: «¿Podríais avisarnos antes de empezar a revelar esos pequeños detalles? Me gustaría tener al menos una posibilidad de taponarme los oídos con dados.»
El Capullo: «¿Cómo podría invocar el Primer Principio sobre mí mismo?» (15)
El Gordito: «De modo que… ¿en que momento de la película Indiana Jones y la Última Cruzada habrían usado las cartas? ¿Antes o después de disparar a través de los nazis?»
Por supuesto, el personaje de El Capullo fue el siguiente en morir, cuando intentó esconderse de la policía metiéndose en una bolera. Podría haberlo conseguido si no se hubiese detenido para alquilar un par de zapatos. Después, murió el personaje de El Gordito, pero dado que en realidad no había hecho nada aún, nadie se dio cuenta. El Pervertido y Asenath murieron juntos, y supongo que ellos lo habrían querido así. Eso me dejó con El Disgusto…
Yo: «El helicóptero de la policía aterriza directamente enfrente tuyo, bloqueando tu camino.»
El Disgusto: «¿Ah, sí? Pues le doy caña al motor de la motocicleta y salto por encima.»
Yo: «¿Qué?»
El Disgusto: «Que salto por encima del helicóptero con mi moto.»
Yo: «¿Cómo?»
El Disgusto: «¡Bueno, pues está claro! Usaré uno de los coches de policía estrellados como una rampa improvisada.»
Yo: «¿Estas seguro de que quieres hacer eso? Tendrías que sacar tiradas astronómicamente buenas para tener éxito.»
El Disgusto: «No me importa, ¡los dados me aman esta noche!»
(Se tiran los dados, un máster intenta contener la risa.)
El Disgusto: «¡Esto no puede suceder! ¡Exijo una nueva tirada!»
Yo: «Lo siento, no vale repetir.»
El Disgusto: «¡Pero mi personaje es un ninja!»
Yo: «Corrección. Tu personaje era un ninja. Ahora es confeti, confeti rojo y húmedo.»
El Disgusto: «¡ME CAGO EN LA PUTA! ¡Esto es todo por tu culpa, Pervertido!»
El Pervertido: «¿Qué? Estás loco.»
El Disgusto: «No la habría cagado con los dados si no estuviese herido. ¡Y no estaría herido si no me hubieses prestado esas putas novelas de Eric Van Lustbader!»
El Gordito: «¿Quién es Eric Van Lustbader?»
El Capullo: «Porno ninja.»
El Gordito: «Ah.»
Yo: «Mira, El Disgusto, incluso tratándose de ti, lo que dices no tiene sentido. ¿Cómo es que leer una novela porno sobre ninjas te provocó la herida?»
El Disgusto: «Estaba leyendo en la cama, y había llegado a uno de los momentos más… intensos. Y tuve una reacción en consecuencia, y cuando me puse a… bueno, la actividad sobresaltó a Lamont y me atacó.»
El Capullo: «¡Auh!»
Yo: «Pero, ¿por qué…?»
El Disgusto: «¡Él sabía que eso iba a ocurrir! ¡Me tendió una trampa! ¡El Pervertido no puede soportar que probara su querida galletita antes que él!»
Asenath: «No, en realidad hasta este momento El Pervertido no sabía que tú y yo nos habíamos acostado juntos.»
Hubo un largo silencio después de eso. Un silencio marcado tan sólo por lo que estoy seguro que fue el llanto del niño Jesús, absolutamente horrorizado. La cara de El Pervertido se volvió blanca, luego roja, y luego blanca otra vez. Cuando habló de nuevo, su voz era aterradora.
El Pervertido: «¿Me estás diciendo que eres… canadiense?»
Asenath: «Sí, sí que lo soy. Te dije que era del Sombrío Innsmouth porque me temía que pudiese sufrir algún estigma.» (16)
El Pervertido: «Y tú… y El Disgusto… ¿érais amantes?»
El Disgusto: «Fue una cosa de la SCA.»
Johnny Tangente: «Uau. ¿Te das cuenta, Pervertido, de que técnicamente te has acostado con El Disgusto?»
El Gordito: «Vale. Tengo una última pregunta sobre estas cartas…»
No sé realmente quién dio el primer puñetazo, y estaba demasiado inconsciente para ver quién soltó el último. Todo lo que sé es que cuando todo había terminado, nunca pude recuperar todas mis cartas de drama.
Referencias y notas al pie
(1) Y no se lo montan nada mal: compran ropas y armaduras antiguas, y las usan para recrear auténticos torneos medievales y cosas así. Y sí, hay gente que se hace pupa en medio de las batallas que organizan; aunque las armaduras sean de acero auténtico y las armas sean de mentirijilla para que nadie quede atravesado por una lanza o decapitado de un espadazo (más bien son de madera recubierta con cinta aislante y tal), no es raro acabar con unos cuantos cardenales y moretones al participar en una justa, o incluso alguna que otra costilla rota. Y es que, con o sin armadura, caerse de un caballo lanzado al galope duele.
En cuanto a Torg, es un juego de rol que ya se mencionó en la segunda historia. Hala, a repasar.
(8) En inglés, cornhole es el nombre que se le da a los agujeritos que contienen los granos de maíz en las mazorcas de la ídem. Pero en argot también se refiere tanto al conducto rectal de las personas como al acto de practicar el sexo anal, especialmente si se hace de manera forzada y con dolor. Supongo que es una referencia a lo mucho que dolería semejante práctica sexual si la penetración se realizase con una mazorca de maíz… y no, esta vez no voy a acompañar esta anotación de una imagen al uso. Que no, vamos.
(13)The Possibility Wars (las Guerras de la Posibilidad) es el nombre genérico del meta-conflicto de Torg en torno al que gira la premisa del juego.
(14)The Getaway (La Huida) es una película de gángsters rodada por Sam Peckinpah en 1972… aunque aquí Asenath y El Pervertido se refieren al remake que dirigió Roger Donaldson en 1994, con Baldwin y Bassinger como protagonistas.
(15) En Torg, el Primer Principio («The Everlaw of One«) es la regla principal que gobierna el multiverso, y dice que para cada grupo de dos o más posibilidades conflictivas, sólo una de ellas puede hacerse realidad, evitando así que, en un mismo universo, una persona esté viva y muerta al mismo tiempo, por ejemplo.
(16) Innsmouth es un pueblo ficticio creado por H.P. Lovecraft en el que transcurrían alguna de sus historias de terror. En teoría está situado en el condado de Massachusetts, en Nueva Inglaterra.
Aviso: la siguiente historia puede ofender a los fans de Star Wars, a los críticos de George Lucas y a cualquiera que piense que Greedo disparó primero. (1)
Viernes, 6:00 PM
Los 16 años que transcurrieron entre los episodios VI y I de Star Wars fueron una época más simple e inocente que la actual, especialmente en el mundillo de los juegos de rol. Psicópata Dave se había mudado por su cuenta a un pequeño apartamento tipo estudio en la esquina de las calles Puta del Crack y Mancha de Sangre. O a lo mejor sólo lo parecía.
Había invitado a todo el mundo a su partida, situada en el universo de Star Wars antes de la caída de la República, en la que todos los jugadores iban a ser estudiantes de la Academia Jedi. El Capullo, El Gordito, El Pervertido y su adorada Asenath estaban también presentes. Tan sólo faltaba El Disgusto, debido a sus heridas.
Yo: «¿Que su perro le arrancó QUÉ de un bocado?»
El Capullo: «La punta del pene.»
Yo: «Pero… ¿cómo?… ¿por qué?…»
El Gordito: «¿Realmente queremos saber los detalles? ¿Lo queremos?»
Psicópata Dave: «Oye, ¿estas fotos son de la Gen Con?»
El Pervertido: «Sí. Échales un vistazo, este año había una buena cosecha de tías buenas en los stands.»
Asenath: «Y que lo digas.»
Yo: «Déjame ver.»
El Capullo: «¿Son ciertos los rumores de que van a sacar una segunda edición de Dungeons & Dragons?»
Asenath: «Sí, es verdad.»
Psicópata Dave: «¿Por qué? ¿Por qué meterle mano a la perfección?»
El Gordito: «Mientras pueda seguir jugando con un antipaladín o con un asesino, continuaré recibiendo cada experiencia rolera con una disminuida sensación de desidia.»
Yo: «Buenas fotos, Asenath, pero esta está un poco desenfocada. Casi parece como si tú estuvieras… como si tú… ¡POR EL FANTASMA DE HASTUR!»
El Capullo: «¿Es eso… ellos están… acaso ella está…?»
El Gordito: «¿Sacándole lustre a su varita?»
Psicópata Dave: «¿Besando su mynock?» (2)
El Capullo: «¿Haciendo una tirada de Cordura?»
Yo: «¿Qué carajo es esto?»
Asenath: «Lo siento, no sé cómo se me colaron esas ahí. Son parte de nuestra colección privada.»
El Pervertido: «Pero las tomamos en la Gen Con.»
Yo: «Sí, ya, bueno, pues deberíais dejarlas para vosotros mismos.»
Asenath: «Siento haberos ofendido. Pero estoy especialmente orgullosa de esta foto…»
Yo: «¡¡¡MIS OJOS!!!»
El Pervertido: «Oh, venga ya, aquí somos todos adultos.»
Psicópata Dave: «Espera un segundo. Si ella está ahí… y él está ahí… ¿quién tomó la foto?»
Asenath: «Bueno, acabamos montándonos una especie de ménage à trois con un tío que trabajaba para White Wolf.»
El Gordito: «¿Acaso mis oídos me traicionan? ¿Por alguna oscura intervención divina habéis encontrado una manera de fundir vuestra piel con la piel de los genios oscuros que dieron a luz a ese milagro del rol conocido como Vampiro: La Mascarada?»
El Pervertido: «Bueno, al menos dijo que trabajaba para White Wolf.»
Asenath: «Y vestía prácticamente entero de negro.»
Psicópata Dave: «Quien quiera que fuese, no se ganaba la vida como fotógrafo.»
Yo: «Oye, quizás deberíamos empezar a jugar antes de que acabe viéndole los genitales a alguien.»
El Gordito: «Mi único deseo es que un día sea capaz de ver de nuevo mis propios genitales, pero lamentablemente la tarta de frutas es una amante despiadada.»
Psicópata Dave: «Vale, vamos a empezar a crear personajes. Os recuerdo que esta partida os permitirá seguir el desarrollo de vuestro joven aprendiz Jedi. Recordad que esta es la Academia Jedi antes de Star Wars y antes de esa nenaza de Darth Vader.»
El Capullo: «¿Darth Vader es una nenaza?»
Psicópata Dave: «Si Vader hubiese sido un auténtico Señor del Sith, habría matado a su hijo y al Emperador, y habría usurpado todo el poder para sí mismo.»
El Gordito: «Una victoria engañosa, como mucho. ¿Qué hay de las fuerzas comandadas por Leia y Han Solo?»
Psicópata Dave: «Todo lo que Vader habría tenido que hacer sería bombardear masivamente la superficie de Endor y, entonces, una vez capturada Leia, transformarla en su consorte.»
Yo: «Pero es su hija.»
Psicópata Dave: «Sí, y de esa forma el poder de la Fuerza y su línea de sangre permanecerían puras.»
Asenath: «Tiene sentido.»
Naturalmente, la chica con el brazo de aleta estaba de acuerdo.
Así que nos pusimos a crear nuestros personajes. Cada uno de nosotros iba a interpretar a un recluta recién llegado. Nos encontramos todos juntos en la Academia Jedi, esperando en fila la llegada del maestro Yoda.
Viernes, 7:00 PM
Psicópata Dave: «Un silencio se apodera de la habitación cuando entra el maestro Yoda. La pequeña y frágil figura se aclara la garganta antes de empezar a hablar.»
El Capullo: «Uau.»
Yo: «Estoy impresionado.»
El Pervertido: «Esta puede ser la mejor partida de todas.»
Psicópata Dave: «El maestro Yoda os observa atentamente y luego comienza a hablar. SOY YODA, EL MAESTRO JEDI, VUESTRO INSTRUCTOR JEDI DE MAYOR RANGO. ¡DE AHORA EN ADELANTE SÓLO HABLARÉIS CUANDO OS HABLEN PRIMERO, Y LA PRIMERA Y LA ÚLTIMA PALABRA QUE SALDRÁ DE VUESTRAS PONZOÑOSAS CAÑERÍAS DE DESAGÜE SERÁ»MAESTRO»! ¿SOIS CAPACES DE ENTENDER ESO, GUSANOS ESPACIALES?«
Todos nosotros: «¡Maestro, sí, maestro!»
Psicópata Dave: «¡JODER! ¡NO OS OIGO! ¡SONAD COMO SI TUVIESEIS UN PAR!«
Asenath: «Uhmmm…»
Los demás: «¡Maestro, sí, maestro!»
Psicópata Dave: «SI LLEGÁIS A ABANDONAR EL PLANETA, ESCORIA ASPIRANTE A JEDI, SI SOBREVIVÍS AL ENTRENAMIENTO DE RECLUTAS… SERÉIS UN ARMA, SERÉIS UN SACERDOTE DE LA MUERTE AMANTE DE LA PAZ Y REZANDO PARA LA GUERRA. PERO HASTA ESE DÍA, ¡SOIS VÓMITO! SOIS LA FORMA DE VIDA MÁS ABYECTA. NI SIQUIERA SOIS FORMAS DE VIDA INTELIGENTE. ¡NO SOIS MÁS QUE APESTOSOS FRAGMENTOS DESORGANIZADOS DE EXCREMENTO DE ANFIBIO! ¡Y YO SÉ LO QUE ME DIGO, PORQUE SOY ANFIBIO! Y PORQUE SOY DURO NO OS VOY A CAER BIEN. ¡PERO LOS JEDI NO ODIAN, ASÍ QUE DEBO APALIZAROS HASTA QUE SINTÁIS LA TRANQUILIDAD DEL LADO LUMINOSO DE LA FUERZA! ¿SOIS CAPACES DE ENTENDER ESO, GUSANOS ESPACIALES?«
Todos nosotros: «¡Maestro, sí, maestro!»
Psicópata Dave: «Yoda camina hasta el personaje de El Gordito. ¿Qué aspecto tiene?»
El Gordito: «Mi personaje parece un albino de pelo largo pintado por Michael Whelan. Su nombre es Fauntleroy Jones… ¿que no, illo?» (3)
Psicópata Dave: «¡Y UNA MIERDA DE BANTHA! A PARTIR DE AHORA TU NOMBRE SERÁ APRENDIZ PELOTAS CUADRADAS! ¿TE GUSTA ESE NOMBRE?«
El Gordito: «No tié la resonansia que estaba buscando… ¿que no, illo?»
El Pervertido: «¿A qué viene el acento andaluz?»
El Gordito: «Mi personaje viene de la parte sur de la galaxia.»
Psicópata Dave: «¡SELLA TU TRÁQUEA!«
Yo: «¿Estás seguro de que Yoda actuaría de esa forma?»
Psicópata Dave: «El maestro Yoda le corta la respiración a tu personaje hasta que se desmaya.»
Viernes, 8:00 PM
Tan detallista como siempre, Psicópata Dave nos dio unos momentos para que cada jugador presentase a su personaje, antes de aplastarlos completamente. El Capullo estaba interpretando a un chaval con extraordinarias habilidades matemáticas llamado Adric. El Pervertido y Asenath jugaban con primos incestuosos. Psicópata Dave nos guió paso a paso a través de su visión del entrenamiento Jedi.
Yo: «Así que es como una máquina automática de lanzar pelotas de tenis…»
Psicópata Dave: «Solo que lanza bolas de petanca.»
El Capullo: «¿Así que vas a vendarme los ojos y a lanzarme bolas de acero de cinco kilos?»
Psicópata Dave: «Si la Fuerza es poderosa en ti, sobrevivirás. Tira los dados.»
Viernes, 9:00 PM
Yo: «Cuando haya terminado de visitar al personaje de El Capullo en la enfermería, vuelvo a colarme en los barracones antes de que apaguen las luces.»
Asenath: «Cuando apaguen las luces y estemos todos en nuestras literas, mi primo y yo usamos la Fuerza para practicar un masaje mutuo en nuestros genitales hasta alcanzar el orgasmo.»
Yo: «Yo… uhhh…»
El Capullo: «¿Los Jedis pueden hacer eso? No me extraña que siempre estuvieran relajados.»
Psicópata Dave: «Cada uno de vosotros monta en su caza Y-Wing y se prepara para la primera misión de entrenamiento. (4) Todas vuestras naves están aparcadas en la cara oscura del planeta.»
El Capullo: «Me alegro de que mi personaje haya salido de la enfermería. La verdad es que no estaba seguro de cómo interpretar que me pongan una lavativa en el colon.»
El Gordito: «¿Lo estaría alguien?»
Psicópata Dave: «Vale, Capullo, tu personaje va primero. Haz una tirada de pilotar mientras vuelas por la cara oscura del planeta.»
(tirada)
El Capullo: «¡Sí!»
Psicópata Dave: «¡Excelente! Ahora vamos a la parte del ejercicio con fuego real.»
El Capullo: «¿Qué?»
Sábado, 12:30 AM
El Pervertido: «Todos hemos ahorrado para traerle esta cesta de fruta a tu personaje, Capullo.»
El Capullo: «Uau. Me la comería si mi personaje conservara los brazos.»
Sábado, 1:30 AM
El Gordito: «¡Reto al aprendí Malfoy a un duelo! Estoy jarto de sus gilipollese… ¿que no, illo?»(5)
El Pervertido: «¡Ese repelente niño pijo! ¿Cómo osa sabotear nuestra carroza para el desfile de la semana del Orgullo Mandaloriano?»
Asenath: «Ten cuidado, es muy habilidoso.»
Yo: «Mirad, esto ha sido… oíd… es tarde y yo tengo que trabajar por la mañana.»
Psicópata Dave: «Pensé que habías venido a jugar una partida, no a salir corriendo porque te ha entrado un poco de sueño.»
Yo: «Tengo responsabilidades hacia mi trabajo.»
Psicópata Dave: «¿Y qué pasa con tus responsabilidades hacia la Fuerza?»
Yo: «Venga, vale, me quedo otra hora. Al menos hasta el final del duelo.»
Sábado, 2:30 AM
El Capullo: «El maestro Yoda fue muy amable dejando que compartiéramos una habitación en el hospital.»
El Gordito: «Esas fueron, sin ningún lugar a dudas, las peores tiradas de dados de mi vida.»
El Pervertido: «Yo robo unos cuantos guantes de goma y puentes dentales para después.»
Asenath: «Siempre tan romántico.»
Yo: «Vale, me voy.»
El Capullo: «Este parece un buen momento para dejarlo.»
Psicópata Dave: «Pero la partida no ha acabado aún.»
Yo: «Pero dos tercios del grupo está en la enfermería.»
Psicópata Dave: «¡Aún hay aventuras que vivir!»
Yo: «Venga, vamos a recoger las cosas.»
Psicópata Dave: «Bueno, pero espera un minuto. Tengo unas cuantas escenas más que jugar, ¿vale? ¿Por favor?»
El Capullo: «Oh… venga, vale.»
Psicópata Dave: «Bien. Necesito una cosa.»
Psicópata Dave se excusó y se fue a su dormitorio. El Capullo y yo empezamos a guardar nuestras cosas para marcharnos. El Gordito comenzó a intentar ponerse de pie. El Pervertido y Asenath estaban discutiendo sobre varios sitios a los que podían ir a aparcar el coche. Todos nos quedamos callados cuando Psicópata Dave salió de su habitación llevando una escopeta de cañones recortados.
Yo: «Ah… ¿qué es eso?»
Psicópata Dave: «Me gusta hacer las tiradas importantes haciendo que los dados rueden dentro del cañón.»
El Capullo: «¿Está cargada?»
Psicópata Dave: «Probablemente.»
El Gordito: «No me siento cómodo con armas en la mesa de juego.»
Psicópata Dave: «Lo siento, pero es que jugar al rol es ahora la única cosa que me importa en la vida. Y cuando no puedo jugar, me siento como si mi alma estuviese siendo transportada a un miasma oscuro donde el bien y el mal ya no tienen sentido.»
El Capullo: «¿Sabes? Podríamos quedarnos un rato más.»
Yo: «Sí, ¿por qué parar ahora?»
El Pervertido: «Esto acojona un poco.»
Asenath: «Sí, y me está poniendo muy cachonda.»
El Pervertido: «Mi pequeña zorra.»
Asenath: «Mi semental galopante.»
Yo: «¿Pero a vosotros qué LECHES os pasa?»
Sábado, 3:30 AM
Asenath: «Mira, alguien ha robado el sable de luz de mi personaje, ¡y de aquí no se mueve nadie hasta que sepa quién ha sido!»
El Capullo: «Creo que el conserje es malvado.»
Yo: «¿Por qué?»
El Capullo: «Cada vez que aparece, Psicópata Dave toca la Marcha Imperial en su órgano Casio.»
Sábado, 5:00 AM
El Gordito: «¡Podemos adoptar a la mofeta como nuestro animal de compañía! ¡La mascota de los barracones! ¡La llamaré Hawkmoon!» (6)
El Capullo: «Pero, ¿y si el maestro Yoda se entera? Nos meteríamos en un buen lío.»
El Gordito: «No pasará nada mientras no haya ningún ruido repentino.»
Psicópata Dave: «El maestro Yoda irrumpe en la habitación. ¿QUÉ SON TODOS ESTOS SUSURROS CONSPIRATORIOS?«
Sábado, 5:15 AM
El Pervertido: «¿Sabéis qué? Estoy bastante seguro que colgarnos de los pulgares debería hacer que Yoda se ganase un punto de Reverso Tenebroso.»
Psicópata Dave: «¡CIERRA TU SUCIO ORIFICIO ESPACIAL!«
Sábado, 6:30 AM
Yo: «Vale. De acuerdo. Ayudo al resto del grupo a sabotear la nave espacial del aprendiz Malfoy.»
El Capullo: «¿Crees que esto es parte del metaargumento?» (7)
Sábado, 7:15 AM
Psicópata Dave: «El maestro Yoda dice: ¡YA ESTÁIS LISTOS PARA EL CURSO AVANZADO DE NAVES ESPACIALES!«
El Capullo: «Yo me escondo al final de la fila y rezo por que no me vea.»
Yo: «Vale, voy el primero.»
Psicópata Dave: «¡VAS A ACABAR ESTE RECORRIDO, GUSANO ESPACIAL!«
Yo: «Sí, maestro, sí. Lo haré lo mejor que pueda.»
Psicópata Dave: «¡ACABARÁS ESTE RECORRIDO! ¡NO TIENES NINGUNA OTRA OPCIÓN! Y luego Yoda saca un bláster y te dispara en el fémur. Tienes cinco asaltos de combate antes de desangrarte hasta morir.»
Sábado, 10:00 AM
Yo: «Bueno, ya llego tarde al curro.»
Psicópata Dave: «¿Y a quién le importa? Vuestros personajes se han largado todos a pasar el día en una casa de putas espacial.»
El Pervertido: «¡Finalmente, una partida en la que me siento identificado!»
El Capullo: «Mi personaje y el de El Gordito comparten una puta espacial.»
El Gordito: «Sí, y acuérdate de quién disparó primero, chaval.»
Sábado, 2:00 PM
Yo: «Mientras los demás están en el baile tejano en gravedad cero, me encierro dentro de mi baúl y me vuelo la tapa de los sesos de un disparo.»
Psicópata Dave: «Vale. Haz la tirada.»
(tirada)
Yo: «¿Cómo he podido fallar?
Psicópata Dave: «¿Por qué estás intentando arruinarle la partida a los demás?»
Yo: «Mira, quizá esta partida sea divertida para ti, ¡pero esto no es Star Wars!»
El Capullo: «¡Ab3! ¡Está armado! ¡Nunca te metas con un máster armado!»
Yo: «Pues mira, un argumento de dibujos animados, gente con acentos falsos y adolescentes salidos haciéndose pasar por tipos duros NO es de lo que va Star Wars. Me largo de aquí.»
Psicópata Dave: «¡Grrrrrrrrrrrrrrr!»
El Capullo: «Mira, mi personaje está encerrado en los servicios sin papel. ¿Puede usar la Fuerza para coger un rollo del armarito de los repuestos?»
Psicópata Dave: «¿Eh? Ah, sí. Por fin estás actuando como un Jedi.»
La leyenda dice que esa partida duró tres días más, hasta que tan sólo quedaba El Gordito. Nunca volví a jugar con Psicópata Dave, quien fue desapareciendo lentamente de mi círculo de amigos, perdido en una espiral de destrucción llena de locura, odio a sí mismo y productos de Games Workshop.
Referencias y notas al pie
(1) En la escena de la cantina en Mos Eisley. durante sus dos o tres minutos de fama, se sentaba frente a Han y le decía que Jabba estaba hasta las pelotas (si las tuviere) de él y que se lo iba a cargar. En la versión original, la respuesta de Han era pegarle un tiro a bocajarro que le dejaba bastante pocho. Así, sin más ni más.
En la Edición Especial que se estrenó en 1997, y en un malsano arranque de corrección política, George Lucas hizo que añadieran digitalmente un primer disparo de Greedo que falla y da en la pared al lado de Han, para así justificar que este se lo cargue inmediatamente después en «defensa propia». Y es que el bueno de la peli no puede ir por ahí despanzurrando malos sin motivo suficiente, por muy contrabandista que sea. Lamentablemente, no sólo el hecho de que alteren digitalmente una película por aquello del qué dirán es malo de por sí, pero es que el cambio no estaba especialmente bien hecho y el parche se notaba horrores.
En la más reciente edición de la película (la edición en DVD), la alteración sigue ahí, pero ha sido retocada para que quede mejor. Algo es algo, aunque para los fans carrozas de La Guerra de las Galaxias como yo, Han siempre disparó primero.
Aviso: la siguiente historia puede ofender a los que se ofendan fácilmente, a los fans de Los Inmortales 2 y a la gente que creía que yo estaba muerto.
Siempre me ha encantado Chill; tenía una cierta elegancia dentro de su simplicidad que me resultaba atractiva. El problema es que parecía ser incapaz de poner en marcha una partida. Este es un ejemplo de las cosas que solían ocurrir en cada ocasión. (1)
Estábamos en el sótano de El Disgusto. Yo iba a dirigir la partida, y Psicópata Dave, El Disgusto, El Capullo y El Gordito iban a ser los jugadores. (2)
Yo: «¿De verdad? ¿Van a ir a la Gen Con?»
Psicópata Dave: «Sí, El Pervertido y su cariñín están allí ahora mismo.»
El Disgusto: «No tengo un gran concepto sobre su gusto con las mujeres, pero tengo que admitir que ese tipo sabe ser romántico.»
El Capullo: «¿Qué otra cosas podrías esperar de alguien que ha memorizado todas las posturas de las esclavas de Gor?» (3)
El Gordito: «¡Bah! ¡Romanticismo! ¿Qué es el romanticismo, sino una llamada a propagar la continuidad de la sangre? ¿Y acaso no es cierto que todos los amantes, al final, se transforman en polvo?»
El Capullo: «¿Tú no solías ir al club audiovisual con nosotros?»
El Gordito: «En mi juventud, manejé más de un proyector. Solía caminar entre los estudiantes, pero, ¿acaso ellos me veían?»
Yo: «¿No solías ser un tanto menos… siniestro?»
Psicópata Dave: «¿Y un tanto menos… gordo?»
Yo: «¡Dave!»
Psicópata Dave: «¡Bueno, mírale! ¡Es enorme! ¿Eso es un jugador?, ¡es una estación de combate!» (4)
Yo: «Lo siento mucho, Gordito. Dave se cree que es un tipo gracioso.»
El Gordito: «No me siento insultado. Ostento mi obesidad como una insignia de honor. Resulta que un médico me dijo que yo era diabético; que si no cambiaba mis hábitos alimenticios, moriría.»
El Capullo: «Uau.»
El Gordito: «Pero ahora os pregunto… ¿Merece la pena vivir la vida sin las chocolatinas de crujiente galleta? Yo os digo: ¡No! ¿Hay que elegir entre la muerte o los dulces? Yo os digo: ¡Pues dejad que las figuritas de mazapán sean mi Parca!»
El Disgusto: «¡Amén, hermano!»
Yo: «Bueno, si estás viviendo tu sueño, tengo que respetarlo… más o menos. Hagamos los personajes, ¿vale?»
Fue bastante sencillo guiarles a través de la creación de personajes, pero cuando llegó la hora de determinar el equipo, Psicópata Dave comenzó a ponerse quisquilloso.
Psicópata Dave: «¿Pero qué mierda de tabla de armas es esta?»
Yo: «¿Qué quieres decir?»
Psicópata Dave: «Es UNA tabla. ¡Y cubre todos los daños para armas de fuego! Es una blasfemia. Es como Rolemaster para subnormales.»
El Capullo: «A mí me parece que está bien.»
Psicópata Dave: «¿Una sola tabla para todos los tipos de armas de fuego? ¿Una sola tabla para revólveres y ametralladoras automáticas? ¿Una sola tabla para rifles y armas de asalto? ¿Y qué pasa con la munición explosiva y perforante?»
Yo: «Bueno, el juego no se adentra en tantos detalles.»
Psicópata Dave: «¿Y entonces cómo esperas que rolee adecuadamente a mi personaje?»
El Disgusto: «Esta es una partida de Ab3. Se juega a base de burlarte de lo insultantemente patética que es.»
El Capullo: «Ouch.»
El Gordito: «¿No podemos aceptar el hecho de que jugamos porque somos la escoria de la sociedad? ¿Que la misma esencia de nuestro dolor personal es lo que nos ha reunido aquí?»
Psicópata Dave: «Creo que me gustabas más cuando empleabas tu tiempo en doblar cintas de El Misterioso Teatro de la Ciencia con el equipo del instituto.»
Yo: «¿Patética? ¿Me estás acusando de ser patético?»
El Disgusto: «Rezumas patetismo.»
Yo: «Vale. ¿Por qué no nos dices por qué odiaste mi campaña de D&D?»
El Disgusto: «Porque no era más que un estúpido limpia-mazmorras.»
Yo: «Muy bien. Por cierto, ¿cuál era el argumento de tu partida de Star Frontiers?» (5)
El Disgusto: «Un tío que conocéis en un bar de una estación espacial quiere que recuperéis un artefacto perdido en un complejo subterráneo abandonado años atrás que ha sido ocupado por mutantes.»
Yo: «Ya veo. Y ahora dinos, ¿cuál era el argumento de tu partida de Boot Hill?» (6)
El Disgusto: «Un viejo buscador de oro conoce a vuestros personajes en un saloon y os pide que le ayudéis a conseguir algo de oro de una vieja mina abandonada que ha sido ocupada por indios apaches adoradores de Lovitar.» (7)
Yo: «Y por último, ¿cuál era el argumento de tu partida de Shadowrun?» (8)
El Disgusto: «Un viejo mago os paga para que robéis ciertos datos de un complejo subterráneo guardado por un dragón.»
Yo: «Y tú odias los juegos limpia-mazmorras.»
El Disgusto: «Apasionadamente.»
Yo: «Pero te encantan las ironías.»
El Disgusto: «La ironía es para los perdedores, Ab3. Los perdedores como tú.»
El Capullo: «¿Puede mi personaje ser un vampiro?»
Yo: «No, en este juego lucháis contra los vampiros. Los vampiros son malvadas amenazas bebedoras de sangre.»
El Capullo: «Bueno, quizá podría ser un vampiro con alma, que lucha contra la maldad porque está en una búsqueda personal de redención.»
Psicópata Dave: «Esa es, sin duda, la cosa más estúpida que jamás haya oído.»
El Capullo: «Vale, entonces simplemente jugaré con un poli bueno con malos modos, llamado Arnold Eastwood.»
Psicópata Dave: «Yo jugaré con un cazarrecompensas llamado Beauford Fett.»
El Disgusto: «Mi personaje es un ninja. Nadie sabe su nombre auténtico, así que podéis llamarle… El Verdugo.»
El Gordito: «Mi personaje es un astronauta transexual con algo que demostrarse a sí mismo.»
Yo: «…interesante mezcla.»
Psicópata Dave: «En sus ratos libres mi personaje caza y mata empleados de Starbucks.» (9)
El Capullo: «Mi personaje guarda las cenizas de su fallecido compañero en una bolsita de piel que cuelga alrededor de su cuello.»
El Disgusto: «El arma favorita de mi personaje es un bate de béisbol de aluminio al que llama Justicia.»
El Gordito: «Mi personaje es un fugitivo del gobierno porque sabe que los aterrizajes en la luna fueron un engaño.»
La partida aún no había empezado, y yo ya estaba poniéndome de parte de las fuerzas de la oscuridad. En Chill, los personajes eran todos miembros de una organización supersecreta que luchaba contra monstruos y fantasmas, llamada S.A.V.E. Decidí que iba a hacer que todos fueran aceptados en la organización al mismo tiempo.
Yo: «El profesor Kruthers os da la bienvenida a todos a la organización, y os da a cada uno un pin para la solapa, con la insignia de S.A.V.E.»
El Capullo: «Guay.»
El Disgusto: «¡El Verdugo pincha el suyo EN SU CARNE DESNUDA!»
El Gordito: «Mi personaje pincha el suyo en el pañuelo de seda arrugada que lleva alrededor del cuello.»
Psicópata Dave: «Yo lanzo el mío a la otra punta de la habitación y le digo a Kruthers que le folle un pez.»
Yo: «¿Qué?»
Psicópata Dave: «Beauford Fett no trabaja a las órdenes de nadie.»
Yo: «Pero… la premisa del juego es que todos trabajáis para S.A.V.E.»
Psicópata Dave: «Bueno, de modo que para ti la premisa es más importante que la libertad de acción, ¿no?»
Yo: «Me parece muy bien la libertad de acción, pero esto es como jugar a Star Trek cuando uno de los personajes rehúsa trabajar para la Flota Estelar.»
El Capullo: «Bueno, de hecho eso pasa muchas veces. ¿Recuerdas la última partida de Star Trek? El Disgusto quería llevar un ninja.»
El Disgusto: «¿Cómo podría la Flota Estelar no emplear ninjas? Es lo único que evita que los klingons ataquen en masa.»
Psicópata Dave: «Mira, formaré parte del club de los monstruos estúpidos si eso te hace dejar de quejarte y lloriquear, pero no pienso llevar ningún pin mágico para maricones.»
Yo: «Vale, vale.»
El Disgusto: «¿Puedo ponerme yo su pin?»
Rápidamente terminé con los preparativos y pasamos a discutir su misión. Tenían que marchar a Atlanta, Georgia, donde investigarían una serie de asesinatos caníbales con aspectos decididamente sobrenaturales.
El Capullo: «Mientras estamos en el avión, escucho una versión en casete del Necronomicón.»
Yo: «No, ni hablar.»
Psicópata Dave: «Mi personaje mea en del lavabo del cuarto de baño.»
El Disgusto: «No puedo creer que te deje usar mi servicio.»
Psicópata Dave: «Mira quién fue a hablar, el chico de las botellas.»
El Gordito: «Mi personaje medita sobre la posibilidad de lanzarse a sí mismo/misma fuera del avión, como método para combatir el corrosivo malestar que le/la infecta.»
Yo: «Vale.»
El Gordito: «Pero, en lugar de eso, se limita a pedir un segundo postre.»
Yo: «Me alegro de que superaras esa pequeña crisis. Ahora vuestros personajes salen del avión, y vuestro contacto, Brian Hayes, os está esperando. Distinguís fácilmente las suaves facciones del afroamericano por su distintivo pin de S.A.V.E.»
El Capullo: «Le saludo con el apretón de manos secreto.»
Yo: «S.A.V.E. no tiene apretones de mano secretos.»
El Disgusto: «Yo me aseguro de que ninguno de los inspectores de equipaje descubra mi maletín lleno de armamento ninja.»
El Gordito: «Mi personaje pestañea seductoramente hacia Brian Hayes e instantáneamente se odia a sí mismo/misma por hacerlo.»
Psicópata Dave: «Oye, oye. Espera un minuto, para el carro.»
Yo: «¿Qué?»
Psicópata Dave: «¿Un negro? ¿Tenemos que trabajar con un jodidonegro?»
Yo: «Es un PNJ, está aquí para ayudar a vuestros personajes.»
Psicópata Dave: «¿Ayudarnos a qué? ¿A aprender cómo abusar de los servicios de caridad?»
El Gordito: «¡Dulce y refrito Jesús! ¿Cuál es tu problema?»
El Disgusto: «¿Encuentro yo mi equipaje?»
El Capullo: «Mira, esto no es Paletos: El Linchamiento.»
Yo: «¿Por qué es importante? ¿De verdad vas a armar un escándalo por esto?»
Psicópata Dave: «¿Y qué será lo próximo? ¿Explorar mazmorras con orcos de peluche?»
El Capullo: «Tío, sabía que eras racista, y sabía que estabas loco, pero lo que no me imaginaba era que fueses una especie de loco racista.»
El Disgusto: «¡Hola! ¡Equipaje! ¿Debería hacer una tirada de búsqueda?»
El Gordito: «¿Acaso no diriges tu ira hacia los hombres de color porque te odias a ti mismo?»
Psicópata Dave: «Ah… no.»
Yo: «Vale, mira. Si te hace feliz haré que Brian Hayes sea blanco.»
Psicópata Dave: «¡Demasiado tarde! Ya has dicho que era negro. ¡Es negro! No vale cambiar.»
Yo: «Oh, por el amor de Dios…»
El Disgusto: «¿Dónde está mi equipaje?»
Yo: «Lo mandaron a Los Ángeles, todo tu equipaje está en Los Ángeles.»
El Disgusto: «Supongo que sabes que esto significa guerra.»
Psicópata Dave: «¿Ves? ¡Seguro que los sin techo de Hayes lo robaron!»
El Gordito: «Oh, puede que manipulen nuestras maletas indebidamente, pero jamás podrán hacerse con nuestras almas.»
Yo: «S.A.V.E. os dará una paga modesta para comprar ropas y equipo.»
El Capullo: «¿Puedo comprar una armadura para el torso con bordado de oro?»
Yo: «Brian Hayes os conduce hasta un hotel de cinco estrellas. Por el camino os cuenta acerca del extraño caso de los asesinatos caníbales. Os explica que cada una de las víctimas fue aparentemente tragada por las sombras, y, más tarde, sus cuerpos parcialmente devorados fueron encontrados en el parque. Una fila de pisadas rojas y pegajosas partía de cada uno de los cadáveres, pero aparentemente no llevaban a ninguna parte. Las pisadas se desvanecieron tras veinticuatro horas, y no pudieron ser fotografiadas. Cada víctima parecía haber sido tragada por las sombras y luego abandonada en otra parte.»
Psicópata Dave: «Le pincho a Brian Hayes con un boli en el cuello y le grito: ¡Quizá eso sea sólo lo que tú quieres que creamos! ¡Apuesto a que no pagaste por este coche!»
El Capullo: «¿Qué?»
El Disgusto: «Yo bajo mi ventanilla y me subo al techo del coche… ¡al estilo ninja!»
Yo: «Brian Hayes le pregunta a Beauford si tiene algún problema.»
Psicópata Dave: «Yo le respondo que le estoy vigilando.»
El Gordito: «Yo vuelvo a subir la ventanilla para que nuestro compañero ninja no pueda volver a entrar.»
Yo: «Como sea. Brian os lleva a vuestro hotel y os ayuda a acomodaros. Os dice que en unas pocas horas os llevará a una de las escenas del crimen.»
Psicópata Dave: «Hazme saber si tengo alguna oportunidad de quedarme a solas con ese tío.»
Yo: «¿Por qué?»
Psicópata Dave: «Ya lo sabrás, Don Me-Confunden-Las-Tablas.»
El Gordito: «Una vez que mi personaje está solo en su habitación, se pone un vestido de verano, una máscara de gorila y un cinturón con un pene colgando, y comienza a jugar a la ruleta rusa.»
Yo: «Creo que estoy repitiéndome mucho hoy, pero… ¿por qué?»
El Gordito: «¡Porque el DOLOR le consume!»
El Disgusto: «Yo compruebo que no haya ninjas en mi habitación.»
Yo: «La habitación está completamente libre de ninjas.»
El Disgusto: «¿Cómo lo sabes si ni siquiera has tirado los dados?»
Yo: «¡No hay ninjas en la jodida habitación! Deben haber mandado un equipo de fumigación anti-ninja antes.»
Algunas horas más tarde, Brian Hayes volvió para decirle a los personajes que había habido otro asesinato. Por supuesto, esto propició otra retahíla de acusaciones e intentos de ahorcamiento por parte de Psicópata Dave. Finalmente, conseguí que se pusieran en marcha, pero las cosas volvieron a detenerse cuando El Disgusto insistió en que su personaje escalaría hacia abajo las paredes del hotel.
Poco después los personajes se encontraron en una muy reciente escena del crimen. Se tomaron un momento para examinar el cuerpo mordisqueado y las grandes pisadas que parecían de alquitrán.
El Capullo: «Uhm, ¿por qué no ha llegado aún la policía?»
El Gordito: «Mi personaje mira hacia el cadáver y considera que quizá, en última instancia, todos somos bocados dispuestos en un plato cósmico.»
El Disgusto: «Sí, ¿por qué no está aquí la policía?»
Yo: «Brian Hayes os explica que…»
Psicópata Dave: «Mi personaje grita: ‘¡Es una trampa!’ y se lanza sobre el astuto PNJ.»
(Una breve pelea después.)
Yo: «Bien. Brian Hayes vuelve a guardar el spray anti-atacantes en su chaqueta, mientras el personaje de Psicópata Dave grita y corre dando vueltas en círculo.»
Psicópata Dave: «Lo dudo. Biff Bam y yo solíamos usar ese spray el uno con el otro todo el rato para mantenernos viriles. Estoy seguro de que Beauford Fett está quitándoselo de encima y esperando su oportunidad.»
Yo: «Brian Hayes os explica que la policía aún no ha llegado porque aún no saben que se ha cometido otro asesinato.»
Psicópata Dave: «¡A-JÁ!»
Yo: «Brian Hayes sigue explicando que la razón por la que él sabía del crimen es que está sufriendo extraños sueños de naturaleza profética.»
El Disgusto: «Es como si tuviese un sentido del peligro ninja.»
El Capullo: «Aún mejor, tiene poderes psíquicos.»
Psicópata Dave: «Oh, ya lo cojo. Un negro con un sueño. Muy bonito, muy políticamente correcto.»
El Gordito: «Tus mofas xenófobas comienzan a ser agotadoras.»
Psicópata Dave: «Y a ti el culo te huele a queso, ¿a dónde quieres llegar a parar?»
La siguiente hora fue invertida en la investigación… en el sentido más amplio del término. El Capullo intentó reunir pistas, pero necesitaba un montón de ayuda del PNJ. Desgraciadamente, no obtuvo un montón de ayuda del PNJ porque Psicópata Dave se pasó la mayor parte de la partida intentando envenenarle, asesinarle o deportarle. El Gordito intentó ayudar, pero dado que su estilo de interpretación estaba en algún punto intermedio entre el roleo normal y el arte conceptual interpretativo, en realidad, no era de ninguna ayuda. Como el personaje de El Disgusto era un ninja, permaneció en las sombras acariciando su bate de béisbol. Quizá fuese mejor así.
Finalmente, el grupo dedujo que había un dios azteca caníbal suelto por ahí, y le rastrearon hasta la casa de un importador en la parte más sórdida de la ciudad. Cogiendo sus ideas de todas y cada una de las películas de terror jamás filmadas, el grupo decidió atacar a los monstruos en plena noche, con una planificación y un armamento mínimos.
Pero antes de que eso ocurriera, tuve que excusarme e ir al cuarto de baño.
Psicópata Dave: «Tardaste un buen rato.»
El Capullo: «Espero que todo te saliera bien.»
El Gordito: «Creo que deberíamos intentar razonar con el dios caníbal.»
Yo: «Eh, El Disgusto…»
El Disgusto: «¿Sí?»
Yo: «¿Cuánto hace que tus padres se han ido?»
El Disgusto: «Sólo durante todo el día de hoy, y vuelven mañana por la mañana. ¿Por qué, te quieres casar con ellos?»
Yo: «¿Y cuánto hace que Lamont está encerrado en el armario de la ropa limpia?»
El Disgusto: «¿Le dejaste salir?»
Yo: «Sí.»
El Disgusto: «Pero serás nenaza.»
Yo: «¿Por qué tratas tan mal al pobre animal?»
El Disgusto: «¡Ese puto perro se lo estaba buscando!»
Yo: «¿Qué hizo?»
El Disgusto: «Estaba despanzurrado en el sofá del amor intentando disfrutar del clásico del cine Las Aventuras de Tennessee Buck, y acababa de empezar la escena del masaje con las nativas, ¡cuando el puto perro frotó su nariz pegajosa contra las plantas de mis pies!» (10)
El Capullo: «Eso sí que es aguar la fiesta.»
El Gordito: «Ah, recuerdo la primera vez que mis padres entraron en mi habitación y me encontraron con la camiseta agarrada entre mis dientes y Hardbodies puesta en el vídeo.» (11)
Yo: «¿Y castigaste a tu perro por eso?»
El Disgusto: «Los perros son como las mujeres, sólo reaccionan ante hombres fuertes y dominantes, como yo.»
Yo: «Eso sonaría mucho más impresionante si no hubieses llorado como un bebé al final de Los Inmortales.» (12)
El Capullo: «Yo lloré al final de Los Inmortales 2.»
Psicópata Dave: «Todos lo hicimos, Capullo, todos lo hicimos.»
Yo: «Por supuesto, te darás cuenta de que después de estar casi un día entero en el armario de la ropa limpia, ya no tienes ropa limpia.»
El Disgusto: «¡Me cago en el puto perro! ¡Le voy a dar más palos que a una estera!
Yo: «Volviendo a la partida… por favor… ¿Cómo vais a colaros, chicos?»
Psicópata Dave: «¡Derribamos la puerta principal de una patada!»
El Gordito: «Pero qué sutil.»
Yo: «De acuerdo. Entráis a saco y encontráis esas extrañas pisadas sangrientas por todas partes. Brian Hayes os guía a través del pasillo, hasta el…»
Psicópata Dave: «Espera, ¿está delante de nosotros?»
Yo: «Sí, y él…»
El Disgusto: «¡Postura ninja!»
El Gordito: «Mi personaje se agarra los machos y se prepara para el combate.»
El Capullo: «¡Idiota! Nunca te lleves los machos a un tiroteo.»
Psicópata Dave: «Le disparo a Brian Hayes en la nuca.»
(tirada de dados)
Yo: «¿Que tú qué?»
Psicópata Dave: «Veo en esta tabla tuya para maricas que Brian Hayes es ahora un ex-PNJ.»
Yo: «¿Por qué?»
Psicópata Dave: «Porque interpreto a mi personaje.»
El Capullo: «¡Eres un gilipollas! ¿Por qué has tenido que arruinarlo todo?»
Psicópata Dave: «Porque no va a tocarle siempre a El Disgusto.»
El Disgusto: «¡Esto es demasiado! Ataco al astronauta transexual de El Gordito.»
El Gordito: «Mi personaje grita como una mujer y luego agarra su pistola.»
Psicópata Dave: «Yo provoco a El Capullo bailando sobre los sesos del PNJ.»
(Un montón de dados ruedan sobre la mesa. Arriba, en la cocina, es ignorado el sonido de un perro intentando utilizar un abrelatas desesperadamente.)
Yo: «Bien, todos vosotros estáis muertos o agonizantes. Espero que estéis contentos.»
El Capullo: «¿Puedo hacer una tirada para volver a meterme dentro mis entrañas? Tengo primeros auxilios.»
Yo: «La temperatura parece bajar en toda la habitación mientras observáis al dios azteca caníbal materializarse desde las sombras. Os observa con una mirada de deseo, la sangre goteando de su cara esquelética.»
Psicópata Dave: «Que se atragante… que se atragante…»
El Gordito: «Hago un último gesto desafiante… en cuanto mi personaje encuentre su brazo. Sé que está aquí, por alguna parte…»
Yo: «El dios azteca caníbal se da media vuelta, asqueado. No os encuentra, a ninguno de vosotros, apetecibles en absoluto.»
El Disgusto: «¡Pero si los ninjas están deliciosos!»
La tarde siguiente vendí mi juego completo de manuales de Chill, y doné todo el dinero que saqué a la Fundación Universitaria para la Gente Negra. Me pareció que era lo único que podía hacer.
Referencias y notas al pie
(1) Chill es un juego de terror contemporáneo que ya se ha mencionado anteriormente; véase la historia número nueve para más señas.
(3) Las novelas de Gor también han aparecido anteriormente en un par de ocasiones. Para más detalles, véase la historia número tres.
(5) Aún hoy en día sigue siendo recordado con mucho cariño, y tiene una legión de fans que siguen jugándolo con pasión. Recientes productos de Wizards of the Coast enmarcados dentro de la línea d20 Moderno (como el Menace Manual o, sobre todo, d20 Future) han rendido pequeños homenajes a Star Frontiers incluyendo descripciones de antiguas razas del juego entre sus páginas.
Para los interesados, en starfrontiers.com os podéis descargar, legalmente, todos los libros de reglas y suplementos que se llegaron a publicar para Star Frontiers. Una vez más se cumple el viejo dicho de que los clásicos nunca mueren.
(7)Si no me equivoco, y bien podría equivocarme, Lovitar es un dios de la mitología finlandesa que fue adoptado por D&D, entre otros, para el panteón de los Reinos Olvidados.
(8)Shadowrunes un juego de rol que mezcla ciencia y magia en una ambientación moderna a la par que arcana, mucho antes de que Wizards of the Coast lanzara su d20 Moderno con el suplemento Magia Urbana. La primera edición (ya lleva tres) data de 1989 y fue publicada por FASA.
Aviso: la siguiente historia puede ofender a ciertas personas sensibilizadas con ciertos temas.
Adoro los juegos de rol de superhéroes tanto como cualquier otro rolero de piel pálida. He probado todos los sistemas de juego, desde SuperHero 2044 hasta Godlike. Psicópata Dave era un gran fan del juego Marvel Super Heroes, y cuando consiguió hacerse con El Libro Definitivo de los Superpoderes sintió que por fin estaba preparado para dirigir lo que él llamaba «su visión del Universo Marvel». (1)
Lamentablemente, olvidé que la mayor parte de las visiones de Psicópata Dave habían sido causadas por ingerir productos de limpieza.
Sólo jugaríamos nosotros tres: Bastardo Tramposo, El Disgusto, y yo. Estábamos en el apartamento de Psicópata Dave; no tenía muchos muebles, así que nos sentamos en el suelo del salón. No pude evitar fijarme en la fotografía de William Shatner, autografiada y con la nota «Querido Dave, ¡deja de seguirme!».
Bastardo Tramposo: «…y así fue cómo echaron a Biff Bam del torneo en la Gen Con.» (2)
El Disgusto: «Abusaron de él.»
Yo: «¿Abusaron? Él estaba siendo ofensivo.»
El Disgusto: «¡Aquí viene el Señor Políticamente Correcto!»
Yo: «Dijo que los homosexuales deberían aparecer resaltados cuando usaras un hechizo de Detectar la Maldad. ¿Acaso ese juego de Golpea-Al-Topo que usas como cerebro es incapaz de darse cuenta de lo que eso implica?»
Bastardo Tramposo: «Bueno, tiene algo de razón. Quiero decir que, después de todo, ese tipo de comportamiento va contra las normas culturales.»
Yo: «¿Así que asesinar y despedazar razas no humanas es correcto, pero que la gente del mismo sexo se enamore entre sí es malvado ?»
El Disgusto: «A mí me funciona.»
Psicópata Dave: «Excepto para las tías. Que las tías se metan mano es correcto.»
Bastardo Tramposo: «Siempre que estén buenas.»
Yo: «Tíos, tenéis que crecer y daros cuenta de que hay un mundo real ahí fuera, con gente real que tienen sentimientos reales.»
El Disgusto: «Espera un jodido minuto, Ab3. ¿Te has cambiado de acera?»
Psicópata Dave: «¿Es que acaso ha elegido una acera?»
Yo: «¡No he cambiado de acera!»
Psicópata Dave: «¿Veis? Sigue siendo gay.»
Yo: «Si vuestras neuronas lo recuerdan, estuve prometido con una chica.»
Bastardo Tramposo: «Hace cuatro años.»
Psicópata Dave: «La novia de El Pervertido conoce a tu ex, Ab3. Y tiene unas cuantas historias que contar.»
El Disgusto: «La novia de El Pervertido me acojona. Con ese brazo como una aleta… ¡brrrrrr!»
Yo: «¿No podríamos empezar?»
El Disgusto: «Mi personaje tiene garras, habilidades de combate y un factor de curación mutante. Y le llamo… ¡La Garra Ninja!»
Bastardo Tramposo: «¡Yo he sacado un personaje alucinante! ¡Tiene cabello prensil y respira bajo el agua! Le llamo Chico Cthulhu.»
Yo: «Yo tengo un superhéroe con vuelo, superfuerza y piel superdura. Le llamo Capitán Protector.»
El Disgusto: «Yo le llamo Capitán Penoso.»
Yo: «Oye, ¿te molesta que los vecinos le manden a tu madre cartas simpatizándose con ella en tus cumpleaños?»
Psicópata Dave: «Vale, sois todos superhéroes según la tradición de la Poderosa Marvel. Este es el mismo Universo Marvel que conocéis, excepto que Spiderman, los Vengadores, Daredevil y la Patrulla-X están todos muertos.»
El Disgusto: «Maricones.»
Psicópata Dave: «Los villanos campan libremente por las calles, cometiendo actos varios de villanía, y la mayoría adoran a Azathoth.»
Yo: «Así que lo que quieres decir es que tu visión del Universo Marvel no se parece absolutamente nada al Universo Marvel.»
Psicópata Dave: «Puedes largarte si quieres, ¿sabes? Seguro que puedes encontrar algún juego más sencillito y menos deprimente que jugar.»
Yo: «¿Y dónde voy a encontrar una partida de Kulta estas horas?» (3)
El Disgusto: «¿Estamos patrullando o me he puesto mis mallas verdes de ninja para nada?»
Yo: «Así que eso es lo que pasa cuando fallas una tirada de Cordura en la vida real.»
Psicópata Dave: «Vale, capullos, estáis patrullando por ahí. La gente os escupe y os tira basura cuando os ve pasar.»
Bastardo Tramposo: «Dado que mi personaje es mutante, está consumido por la angustia.»
El Disgusto: «Estoy seguro de que ninguno de esos gilipollas puede ver a mi personaje. Es un ninja, después de todo.»
Yo: «Es un ninja que lleva mallas verdes.»
El Disgusto: «Los más mortales.»
Psicópata dave: «Bueno, tíos, veis una venta de crack que está teniendo lugar en un callejón cercano.»
Yo: «No es exactamente el debut más esperanzador, pero es un comienzo.»
Bastardo Tramposo: «¡Y además los drogatas deberían ser fáciles de vencer!»
El Disgusto: «¡Atacamos!»
(Los dados ruedan; se consultan las tablas.)
Psicópata Dave: «La Garra Ninja ataca primero, mata al drogata fácilmente y pierde todo su karma.»
El Disgusto: «¡Mierda! ¡Me olvidé de eso!»
Bastardo Tramposo: «¡Voy a por el traficante! Y cuando le derribe, le saqueo los bolsillos.»
Yo: «¿Qué clase de superhéroe eres?»
El Disgusto: «La clase de los machos.»
Yo: «¡Tu personaje lleva mallas verdes!»
Psicópata Dave: «Os dais cuenta demasiado tarde de que el traficante lleva armadura y una capa verde. Os grita: ¡Von Muerte está furioso porque habéis arruinado su transacción de crack! ¡Von Muerte conseguirá una sangrienta venganza!»
Bastardo Tramposo: «¿EL Doctor Muerte? Menudo honor.»
El Disgusto: «¡Dejad un trozo para mí! Mi ninja saca sus garras y va a por él, ¡al estilo Lee Van Cleef!»
Yo: «¿Por qué está el Doctor Muerte vendiendo crack?»
Psicópata Dave: «El Doctor Muerte dice: ‘¡Von Muerte debe vender crack porque ese cabrón bastardo de Magneto ha acaparado el negocio de las putas!’ Y luego ataca.»
(Una batalla corta y desigual más tarde…)
Psicópata Dave: «Y, como un aviso para los demás, el Doctor Muerte profana vuestros cadáveres y los tira a la fuente del Central Park.»
Yo: «Me he quedado de piedra.»
El Disgusto: «Si tan sólo mis mallas verdes hubiesen sido ignífugas…»
Bastardo Tramposo: «¿Podemos crear más personajes e intentar un escenario diferente?»
Psicópata Dave: «¿Por qué no? La noche es joven.»
Nos pasamos la siguiente hora, más o menos, creando nuevos personajes.
(Tirada. Tirada. Consulta.)
Yo: «¡Poderes de hielo! ¡Cojonudo!»
El Disgusto: «Sí, vale, pues a ver si esta vez intentas ser parte del equipo y nos ayudas.»
Yo: «¿Yo? Si fuiste tú el que intentó huir.»
El Disgusto: «¡Iba a buscar más armamento ninja! Hubiera vuelto enseguida.»
Bastardo Tramposo: «Así que, Ab3, tu prometida… perdón, quiero decir ex prometida, se va a casar la semana que viene. ¿Lo sabías?»
Yo: «Sí. Por favor, ¿podemos hablar de otra cosa?»
Psicópata Dave: «¿Qué tal si hablamos de esa patética partida de Toon que intentaste dirigir?» (4)
Yo: «La partida no era patética, es que los jugadores no cogisteis la idea.»
El Disgusto: «Oh, sí, échanos la culpa a nosotros como la zorra que eres.»
Yo: «Mira, se suponía que íbamos a jugar a un juego de rol de humor al estilo de los dibujos animados. Los personajes que hicisteis sabotearon todo el asunto. El personaje de El Pervertido era el Gato Fritz, Asenath hizo a una guerrera medio desnuda sacada de Heavy Metal, El Capullo hizo un Veritech y El Disgusto hizo… un ninja.» (5)
El Disgusto: «Un ninja de dibujos animados.»
Psicópata Dave: «Bueno, todos eran personajes de dibujos animados. No sé de qué te quejas.»
Yo: «Oh, me rindo.»
Los gustos del grupo en materia de rol eran muy simples: se burlaban de los juegos serios y se tomaban en serio los juegos graciosos. Servía para jugar unas partidas bastante catárticas de Paranoia, pero para poco más. (6)
Finalmente terminamos de crear los personajes, y ya estábamos preparados para probar suerte de nuevo.
Yo: «Tengo un mutante con control sobre el hielo y sobre la oscuridad. ¡Le llamo Jack Frost! Lleva una gabardina oscura y un sombrero fedora».
Bastardo Tramposo: «Créeme, nos da igual. Yo tengo un mutante con resistencia al daño, polimorfismo y estiramiento. En honor a la última campaña fracasada de Ab3, le llamo ¡El Dibujo!»
El Disgusto: «Mi personaje tiene control sobre el fuego, un cuerpo de fuego y puede volar. Le llamo… ¡La Antorcha Ninja!»
Psicópata Dave: «Vale. Voy a poneros las cosas más fáciles, chicos, para que os quejéis ni lloriqueéis. Vuestros superhéroes están de patrulla cuando os percatáis de que están atracando un banco.»
Yo: «Entro a saco en el banco y grito: ¡Deteneos, malhechores!»
Bastardo Tramposo: «Yo agito la cabeza y pienso: Menudo capullo.«
El Disgusto: «Yo entro volando y comienzo a incinerar a gente al azar, para distraer a los atracadores.»
Psicópata Dave: «Los atracadores se dan la vuelta. Se trata tan sólo de unos tíos armados con extrañas pistolas de rayos. Os disparan.»
(Varias tiradas de dados y un gemido de asombro después.)
Yo: «Vamos a dejar esto claro. ¿Mi personaje se ha cagado encima HASTA MORIR?»
Psicópata Dave: «Muchos temen el poder desencadenado de la Pistola Laxante.»
(Más tiradas, otro gemido de asombro.)
El Disgusto: «Bueno, ya están muertos. Has sido vengado, Jack Frost.»
Bastardo Tramposo: «De hecho, todo el mundo en el banco está muerto gracias a ti. Incluido yo.»
El Disgusto: «Bueno, no deberías haberme respondido mal. ¡La Antorcha Ninja vuela al exterior y adopta una pose ninja en medio del aire!»
Psicópata Dave: «Y la policía, aterrorizada, abre fuego y te mata.»
El Disgusto: «¡MIERDA!»
Yo: «¿Por qué haces esto?»
Bastardo Tramposo: «Eeey, no te pongas a lamentarte. Estamos aquí para pasarlo bien.»
Psicópata Dave: «Yo me lo estoy pasando bien.»
El Disgusto: «Mientras el personaje de Ab3 siga muriendo el primero, yo me lo paso bien.»
Bastardo Tramposo: «¿Lo intentamos otra vez con otro grupo de personajes?»
El Disgusto: «Claro.»
Yo: «Oh, Dios mío…»
Sé que estáis pensando que debería haberme largado; pero me dije a mí mismo: ¿qué probabilidad hay de que Psicópata Dave machaque a tres de nuestros personajes en la misma noche? Quiero decir que estoy seguro de que vosotros sabéis lo que estaba a punto de pasar porque habéis leído el título de la historia, pero yo era joven y optimista.
Yo: «Vaya, este personaje es una basura.»
El Disgusto: «¿Está basado en tu vida real?»
Yo: «Tiene visión de rayos X, puede transformarse en agua y controlar el agua, tiene un sentido del olfato aumentado y puede sentir que se está cometiendo un crimen y transportarse allí.»
Psicópata Dave: «¿Cómo lo vas a llamar? ¿Aquarraro?»
Yo: «¿Por qué no?»
Bastardo Tramposo: «Mi personaje tiene poderes basados en la supervelocidad. Le llamo ¡El Rayo!»
El Disgusto: «Mi personaje tiene la fuerza y habilidades proporcionales de un insecto. Le llamo El Abejorro Rojo… ¡y es un ninja!»
Bastardo Tramposo: «Sí, tu ex prometida, Talula, dijo que tienes este problema de empezar demasiado tarde y acabar demasiado pronto.»
Yo: «Mira, tío, si tienes algo que decir, dilo.»
Bastardo Tramposo: «Es sólo que he escuchado ciertas historias sobre tu primera noche con Talula.»
Yo: «Sí, has escuchado historias, ¿pero quieres escuchar la verdad? ¿Qué quieres oir? ¿Quieres oir la historia de dos personas solitarias conociéndose por azar? ¿De dos almas gemelas, que encontraron juntas la manera de desconectarse del mundo para mitigar su dolor? ¿Quieres oir cómo en un momento dado estábamos simplemente hablando, y al siguiente nos estábamos besando? ¿Cómo parecía que la habitación giraba mientras nos fundíamos en un abrazo? ¿La forma en que marcábamos nuestros besos con susurros secretos? ¿Quieres saber la forma en que nuestras ropas cayeron al suelo para perdernos en una niebla de pasión animal?»
Bastardo Tramposo: «No, sólo quiero oir cómo es que no te diste cuenta de que estabas follándote una presilla de tu pantalón.»
Yo: «…ah, eso…»
Hubo una pausa de quince minutos en la partida porque los otros estaban paralizados por las carcajadas. Estaban tumbados boca arriba como tortugas mientras se partían de risa. Ahora que soy un hombre mayor y más sabio, me doy cuenta de que nunca tuve una oportunidad mejor para matarles.
Eventualmente, la partida volvió a empezar.
Yo: «Uso mis poderes de teleportación hacia el peligro para llevarnos hasta la central nuclear.»
Bastardo Tramposo: «¿Podemos ver quién la ha asaltado?»
El Disgusto: «Yo me pongo a dar patadas al aire en caso de que el enemigo sea invisible.»
Psicópata Dave: «De repente veis ante vosotros la impresionante figura de ¡Megatrón! Se mueve para atacaros.»
Yo: «¿Megatrón? ¿El de los Transformers?» (7)
El Disgusto: «No, Megatrón el de los New Kids on the Block. ¿Pero a ti qué carajo te pasa?»
Bastardo Tramposo: «Sí, deja ya de pensar en las presillas del pantalón.»
Yo: «Dave, tengo una pregunta. ¿Si mi personaje realmente se concentra mucho, podría encontrar un sitio incluso más peligroso?»
Psicópata Dave: «Hum… técnicamente, sí.»
Yo: «Pues les dejo a Megatrón para ellos solos. Estoy seguro de que podrán encargarse de él.»
El Disgusto: «¿Que tú qué?»
Bastardo Tramposo: «Eso no es rolear bien al personaje.»
(Los dados ruedan, y un velocista y un ninja son vaporizados.)
El Disgusto: «¡Mierda! Tenía grandes planes para este personaje.»
Bastardo Tramposo: «Bueno, al menos ahora podemos contemplar al personaje de Ab3 mientras le joden más que a nosotros.»
Psicópata Dave: «Exactamente. Aquarraro se encuentra de repente en medio de una reunión entre los Amos del Mal y la Brigada de Demolición. Se giran hacia ti y empiezan a hacer sonar sus nudillos.» (8)
Yo: «Mi personaje grita: ¡He visto la luz! ¡Larga vida a Azathoth!»
Era un buen plan, pero no salvó a mi personaje. Decidí largarme a casa cuando Psicópata Dave sugirió que hiciésemos otro grupo de personajes para intentarlo otra vez. Quizá podría encontrar una partida de Kult de madrugada, después de todo.
Referencias y notas al pie
(5) Por orden de aparición: Primero, el Gato Fritz, un personaje de Robert Crumb que, como no podía ser menos, está más salido que el pico de una plancha.
En segundo lugar, Heavy Metal: un clásico entre los fanzines dedicados al mundo del cómic. El tema central de la revista es la fantasía para adultos (principalmente de autores europeos)… o al menos así era en sus inicios. Creo que actualmente sólo sobrevive la edición americana, que no sé cuánto tendrá que ver con la original.
Y por último, aquí tenéis un Veritech, que es un tipo de robot de combate del universo Robotech. El de la imagen es, en concreto, un Veritech Valkyrie, que aparentemente se transforma de avión supersónico a robot gigante. Qué queréis que os diga, personalmente me quedo con Mazinger-Z.
Aviso: la siguiente historia puede ofender a los fans de Dungeons & Dragons, a la asociación por el tratamiento ético de los kobolds, a Gary Gigax, a Steve Jackson, y a los Mord-Sith.(1)
Nuestras campañas de rol tendían a explotar en la mismísima rampa de lanzamiento. Iban marcando nuestro pasado como basura tirada en las calles, de la misma forma que los episodios piloto de las series de Gene Roddenberry iban marcando de basura los canales de televisión por cable en las sobremesas de los sábados de los ochenta. (2)
Algunas veces, sin embargo, una partida aguantaba. No solían durar mucho pero, por lo que a mí respecta, cualquier campaña que durase más de dos sesiones era una victoria. Así que estoy seguro de que apreciaréis mi sorpresa cuando me encontré con que la partida de D&D que estaba dirigiendo alcanzó su segundo mes. Esperábamos en el sótano de El Disgusto a que llegaran los últimos miembros del grupo.
Yo: «El Pervertido y Asenath deberían haber llegado hace veinte minutos.»
El Disgusto: «Pues vamos a empezar sin ellos. ¿Para qué necesitamos a un mago y a una clériga? ¡Yo soy un ninja!»
El Capullo: «Asenath no me cae bien. No creo que ella le respete.»
Psicópata Dave: «¿Qué quieres decir?»
El Capullo: «¿Os acordáis de aquella vez en que mi personaje era una mujer, y se enrolló con el personaje de El Pervertido? Yo fui una novia mucho mejor para él en la partida que Asenath en la vida real.»
El Cagón: «Uau.»
El Capullo: «Decidme que me equivoco.»
Yo: «Ni siquiera podría empezar a explicarte lo… equivocado y enfermo que es eso que acabas de decir.»
Psicópata Dave: «Bueno, esa damita tiene algo que tú nunca podrás tener, Capullo.»
El Capullo: «¿El qué?»
Psicópata Dave: «Una vagina.»
El Cagón: «Las chicas pueden llegar a dar bastante miedo. No sabes la suerte que tienes de ser célibe, Ab3.»
Yo (a través de mis dientes apretados): «Yo no soy célibe PORQUE QUIERA.»
Psicópata Dave: «Pobre bastardo, estás atrapado en el Corolario de Gygax.»
Yo: «¿El Corolario de Gygax? ¿Y eso qué coño es?»
Psicópata Dave: «El Corolario de Gygax afirma que cada vez que el personaje de un jugador echa un polvo, eso retrasa que ese jugador eche un polvo durante 1d100 semanas.»
Yo: «¿Qué?»
El Cagón: «¿Y quién tira el d100?»
El Disgusto: «¿Esa regla se aplica también a las mujeres canadienses?»
Psicópata Dave: «Hacer preguntas como esa es arriesgarse a volverse loco.»
El Capullo: «Yo creía que esa era la Maldición de Steve Jackson.»
Finalmente aparecieron Asenath y El Pervertido, y pudimos empezar a jugar. Se habían pasado semanas intentando localizar la Mazmorra Perdida del Destino Terrible, y luego se habían pasado una semana o dos más intentando conseguir el dinero y equipamientos necesarios para financiar la expedición.
Yo: «La entrada a la Mazmorra Perdida del Destino Terrible es fácilmente visible debido a todos los huesos de aventureros muertos amontonados por fuera.»
El Cagón: «Yo me pongo a rapiñar entre los cadáveres, buscando tesoros.»
El Disgusto: «Mi ninja hace ocho saltos mortales hacia la entrada de la mazmorra, y cuando llega se funde con las sombras.»
Yo: «Es mediodía.»
El Disgusto: «¡Hay sombras al mediodía! ¿Es que no sabes nada?»
El Capullo: «Mi guerrero-bardo-ilusionista saca su arma y camina hacia la entrada de la mazmorra.»
Asenath: «Mi clériga se asegura de que su maquillaje esté en orden y luego se une al guerrero.»
El Disgusto: «Sigo pensando que es una chorrada que tu clériga lleve medias de redes, maquillaje y minifalda de cuero. ¡Se supone que esto es D&D, y no una mierda de fantasía sexual sadomasoquista!»
Asenath: «Obviamente, nunca has leido Wizard’s First Rule.»
Psicópata Dave: «Mi anti-paladín extrae las cabezas reducidas de sus enemigos de su bolsa mágica y comienza a susurrarles.»
El Pervertido: «Mi mago saca su Varita de las Maravillas. ¡Cha-CHAK!»
Una nota rápida acerca de eso. Dos sesiones antes, el mago de El Pervertido había encontrado una Varita de las Maravillas, y ahora era su objeto mágico favorito. Por alguna razón, El Pervertido creía que una Varita de las Maravillas hacía exactamente el mismo sonido que una escopeta recortada cargando un cartucho.
Yo: «Cagón, te encuentras con que los huesos han sido limpiados del todo. Lo siento. El resto aseguráis la entrada a la mazmorra.»
El Disgusto: «De acuerdo, vamos a establecer el orden de marcha, y abramos nuestro camino hasta la cámara con la Gema de MacGuffin» (3)
El Cagón: «Pero es que para hacer eso primero hay que atravesar la Cámara de los Murciélagos Satánicos.»
El Disgusto: «¿Pero a ti que te pasa? ¿Es que cada personaje que haces tiene que ir siempre bañado en su propia orina?»
Psicópata Dave: «Yo de ti no hablaría de orina, chico del Mountain Dew.»
El Disgusto: «Tengo tres palabras para ti, Señor Don Usted: Palo. Del. Dolor.»
Psicópata Dave: «Y yo tengo dos palabras adicionales para tí: Penetración. Anal.»
Yo: «Ya vale, ¿me podéis dar el orden de marcha, por favor?»
Psicópata Dave: «Mi personaje va en cabeza.»
El Cagón: «Yo me quedo en la retaguardia.»
Psicópata Dave: «Tú eres un guerrero, los guerreros no se quedan en la retaguardia.»
El Cagón: «¿Y qué pasa si nos atacan por detrás?»
El Capullo: «Yo voy el segundo en el orden de marcha. Mi personaje saca su laúd y toca una melodía esperanzadora. ¿Me das puntos extra de experiencia si no me pongo a cantar de verdad?»
Yo: «Dios, sí.»
El Pervertido: «Yo voy después, con mi Varita de las Maravillas bien preparada.»
Asenath: «Y de qué manera.»
Yo: «No des detalles.»
Asenath: «Pero ¿puedo decir una cosa? ¿Para qué queremos conseguir esta Gema? No tiene ningún valor para ninguno de nosotros.»
El Disgusto: «El tío que nos dio la pasta para financiar la expedición la quiere.»
Asenath: «Que le jodan. Yo digo que vayamos a buscar la Espada del Corte Sanguinoliento. Todo el mundo sabe que está en esta misma mazmorra.»
El Disgusto: «Yo digo que busquemos la Gema de MacGuffin, y lo que diga el ninja va a misa.»
El Capullo: «¿Por qué deberíamos dejar que seas tú el que dé las órdenes?»
El Disgusto: «Para explicar el porqué, mi ninja mata al personaje de El Capullo usando sólo sus pulgares.»
(Un montón de tiradas de dados después, acompañadas de dientes apretados)
El Capullo: «Has matado… a mi personaje…»
El Disgusto: «¡Eeeeeeeeeeeeeeeeyyyyyyyyyy!»
El Capullo: «…con tus pulgares.»
El Disgusto: «¡Eeeeeeeeeeeeeeeeyyyyyyyyyy!»
Yo: «Deja de imitar al Fonz. Eso es tener mala leche.» (4)
El Disgusto: «¡Eeeeeeeeeeeeeeeeyyyyyyyyyy!»
El Capullo: «¿Puede alguien resucitar a mi personaje?»
Asenath: «Lo siento, mi clériga todavía no puede hacer eso.»
El Disgusto: «Entonces supongo que tu cuerpo se va a pudrir ¡ahií… eyyyyyyyyyy!»
El Capullo: «¡Cállate!»
El Disgusto: «¡Eeeeeeeeeeeeeeeeyyyyyyyyyy!»
Yo: «Mira, estoy hablando en serio, Disgusto.»
El Disgusto: «Lo siento, por un momento me dejé llevar.»
Yo: «Y tanto que lo hiciste.»
El Disgusto: «¡Pero levanto mis pulgares por la muerte de su personaje! ¡EEEEEEEEEEEYYYYYYYYY!»
Con los ojos cegados por las lágrimas, El Capullo abandonó corriendo la mesa de juego. Si bien no hay ninguna forma digna de abandonar así una partida, la de El Capullo fue especialmente ignominiosa porque de camino a la puerta tropezó con Lamont, el perro de El Disgusto.
El Pervertido: «Mierda, ¿todavía está vivo ese perro?»
El Disgusto: «Sí, mis padres se gastaron el dinero que habían ahorrado para mi universidad en sus operaciones.»
El Cagón: «¡Ouch!»
El Disgusto: «Bah, Harvard es una universidad estúpida de todas formas. Ningún club de rol en absoluto.»
Yo: «Bueno, tacharé al personaje de El Capullo del orden de marcha.»
El Cagón: «Táchame a mi también. Mi personaje se quedará detrás y guardará el cadáver del guerrero-bardo-ilusionista.»
Yo: «¿Qué?»
El Cagón: «Bueno, alguien tiene que hacerlo. Estoy interpretando bien al personaje.»
Yo: «Así que tú, como jugador, vas a limitarte a sentarte ahí, mientras nosotros seguimos la partida durante varias horas, para que tu personaje pueda quedarse guardando el cuerpo de otro personaje al que apenas conocía.»
El Cagón: «Nos dimos los buenos días.»
Psicópata Dave: «Técnicamente, nadie habló mucho con el personaje de El Capullo.»
De alguna manera conseguí que cuatro de cinco personajes se aventuraran en la mazmorra; supongo que podía considerarse una victoria. Pero tras los primeros combates las cosas empezaron a torcerse.
El Disgusto: «Grito ‘Prueba la Muerte Ninja’ mientras mato al último kobold.»
Yo: «Bueno, pues enhorabuena. No queda vivo ningún bebé kobold.»
Asenath: «Gracias a Dios que soy caótica neutral.»
El Pervertido: «Deberíamos haber dejado a uno vivo para poder preguntarle dónde está la Espada del Corte Sanguinoliento.»
El Disgusto: «No estamos aquí para encontrar esa puta espada, estamos aquí para encontrar la Gema de MacGuffin. ¡No me hagas desenfundar mis pulgares otra vez!»
El Pervertido: «Ya estoy harto de esto. Mi mago prepara su Varita de las Maravillas, ¡cha-CHAK!, y se aventura en solitario.»
Yo: «¿Cómo?»
El Pervertido: «Ya soy de nivel ocho, no les necesito.»
Asenath: «A mí me parece bien. Sigo al mago y a su enooorme varita.»
Yo: «¡Eh, deja de decir eso!»
Psicópata Dave: «Estos tíos son unos blandengues. Me adentro en la siguiente habitación de la mazmorra.»
El Disgusto: «¡Pues vale! Yo sigo mi camino hacia la Gema.»
Yo: «¿Y qué hay de la lealtad para con el resto del grupo?»
El Cagón: «Yo me dedico a saquear el cadáver del guerrero-bardo-ilusionista.»
Como todos los grandes grupos de música, el equipo de aventureros se había separado. Quizá había sido la pérdida de El Capullo: el odio común que sentían hacia su personaje podía haber sido la chispa que les mantenía unidos. O quizá era porque ya no eran personajes de primer nivel luchando para evitar ser asesinados por orcos, hongos y vacas zombi.
Yo: «Vale, entras en la habitación y ves un grupo de Hobgoblins afilando sus armas.»
Psicópata Dave: «Saco mi talismán de los Dioses Oscuros y se lo enseño, y les ordeno que se arrodillen ante el poder de Azathoth.»
Yo: «Se inclinan ante ti.»
Psicópata Dave: «Y luego les decapito.»
Yo: «Mientras tanto, nuestro intrépido dúo sigue avanzando por la mazmorra. Encontráis una puerta de roble bloqueándoos el paso.»
El Pervertido: «Le digo a la clériga que se mantenga atrás, y le lanzo a la puerta un rayo con la Varita de las Maravillas. ¡Cha-CHAK!»
(los dados ruedan por la mesa)
Yo: «Un chorro de mariposas se estrella contra la puerta.»
Asenath: «Compruebo si la puerta está cerrada con llave.»
Yo: «No lo está.»
El Pervertido: «La abrimos y entramos.»
Yo: «El Disgusto, tu ninja encuentra la temida Cámara de los Murciélagos Satánicos.»
El Disgusto: «¡Estoy temblando! ¿Me oyes? ¡Temblando!»
Yo: «Bueno, los murciélagos no se han percatado de tu presencia, parecen estar durmiendo.»
El Disgusto: «Me arrastro silenciosamente dentro de la cámara.»
Yo: «Cuando lo haces, tu zapato se hunde unos dieciocho centímetros en una capa de guano de murciélago.» (5)
Asenath: «Aaaaaaaaugh.»
Yo: «Psicópata Dave, ¿qué hace después tu personaje?»
Psicópata Dave: «Me aventuro en la siguiente habitación y le ordeno a lo que sea que haya dentro que se arrodille ante mí.»
Yo: «El Umber Hulk que hay dentro no parece muy impresionado.» (6)
Psicópata Dave: «¡Desenfundo my poderosa espada ‘Folladora’ y le ataco!»
(tirada de dados)
Yo: «Sacaste un uno, y fallas.»
Psicópata Dave: «Una pifia. Saca la tabla de pifia para armas de filo.»
Yo: «No estoy usando tablas de críticos ni pifias.»
Psicópata Dave: «No pasa nada, usa las mías.»
Yo: «¿Siempre llevas encima ejemplares de los Arduin Grimoires?»
Psicópata Dave: «Siempre intento estar preparado, en caso de que vaya a algún sitio donde alguien empiece una partida. Vamos a tirar esa pifia.»
Yo: «Vale, haz la tirada.»
(tirada)
Yo: «Te decapitas a ti mismo.»
Psicópata Dave: «Pero la cabeza vive durante varios segundos tras ser separada del cuerpo. ¿Puedo invocar a mi Dios?»
Yo: «No. Y ahora volvamos a nuestro mago y a la clériga. Haced tiradas de salvación contra la magia.»
(dejan de cogerse las manos para poder hacer las tiradas)
El Pervertido: «Fallé.»
Asenath: «Lo mismo digo.»
Yo: «La puerta a la habitación que contiene la Espada del Corte Sanguinoliento tiene una trampa teletransportadora. Los dos aparecéis de repente en el interior de un Cubo Gelatinoso.» (7)
Asenath: «Oh.»
El Pervertido: «Bueno, al menos estamos juntos.»
Yo: «Y finalmente tú, El Disgusto. ¿Qué hace tu ninja?»
El Disgusto: «De ninguna manera mi ninja va a atravesar toda esa mierda.»
Yo: «¿Así que te marchas?»
El Disgusto: «¡No! ¿Te crees que soy estúpido? El guano de murciélago es altamente inflamable. Lanzo una antorcha dentro de la cámara.»
Yo: «Hum… ¿Eres consciente de que se trata de una cámara de seis metros cuadrados, con una capa en el suelo de casi veinte centímetros de guano de murciélago?»
El Disgusto: «No puedes soportar que yo sea más inteligente que tú, ¿verdad? Lanzo la antorcha.»
Yo: «Vale. La explosión resultante mata a tu personaje instantáneamente.»
El Disgusto: «¡Pero si soy un ninja!»
Yo: «La explosión también provoca que la Mazmorra del Destino Terrible se colapse como un castillo de naipes. Matando a todo lo que haya dentro.»
El Cagón: «¡Lo sabía! ¡Lo sabía! Estoy vivo. ¡Estoy vivo!»
Yo: «Tu personaje sólo vive unos segundos más, porque cuando la mazmorra se colapsa crea un enorme vacío que succiona a todo lo que la rodea en ochocientos metros a la redonda.»
El Cagón: «Qué putada.» (8)
Psicópata Dave: «¿Se quedó satisfecho Azathoth?»
El Pervertido: «Menuda pérdida de tiempo.»
Asenath: «No conseguimos hacer nada.»
Yo: «Bueno, espero que hayáis aprendido todos una lección valiosa.»
El Disgusto: «Sí, nunca dejes que Ab3 dirija una partida.»
Referencias y notas al pie
(1)Gary Gygax, como todos debéis saber, fue el co-creador (junto a Dave Arneson) de la primera edición de D&D y, por ende, de los juegos de rol de mesa tal y como los entendemos en la actualidad (sí, sí, ya sé que el rol ha evolucionado mucho desde entonces. Y también sé que antes de D&D también se jugaba a policías y ladrones, y a indios y vaqueros. Pero no me seáis tiquismiquis).
Steve Jackson es otro creador de juegos de rol, cuya obra más famosa es el sistema de juego universal GURPS.
En cuanto a las Mord-Sith, son una especie de secta de mujeres especializadas en la tortura (cuyo uniforme es, básicamente, un traje ajustado de cuero rojo. ¿Fantasía sexual del escritor?) que aparecen en los libros de fantasía de Terry Goodkind, dentro de la serie Sword of Truth («La Espada de la Verdad». Si no me equivoco no hay edición en castellano… por favor, corregidme si la hay). El primer libro de la serie se titula First Wizard’s Rule («La Primera Regla del Mago») y se hace referencia al mismo un poco más adelante.
(4) En sus inicios Happy Days narraba el día a día de unos «niños bien» que estudiaban en un instituto norteamericano, y su relación con un chaval de actitud rebelde y chulesca, tupé engominado y chupa de cuero apodado «el Fonz». Aunque en un principio iba a ser un personaje secundario, el Fonz ganó una popularidad increíble, y eventualmente se convirtió en el principal protagonista de la serie. Su gesto característico es el de la foto de arriba, levantando los pulgares y diciendo «¡eeeeeeeyyyyy!». Happy Days duró diez años y tropecientos capítulos en antena, y de ella salieron un par de series derivadas, incluyendo Mork and Mindy... otra telecomedia de éxito protagonizada por un primerizo Robin Williams (¿os suena?) en el papel de un maridito extraterrestre.
(8) En la historia original, lo que El Cagón dice es «that sucks», que literalmente significa «eso chupa» (o succiona). Un juego de palabras intraducible.
Aviso: la historia que sigue puede ofender a la gente que odie los mensajes off-topic, a los divorciados, a aquellos preocupados por el modelo GNS (1), a la gente a la que les gustan las historias coherentes, y a los entusiastas del fisting.
Esta semana me siento sentimental, así que en esta ocasión os contaré la historia de mi viaje hacia la paternidad.
Una y otra vez los médicos nos habían dicho, a mi mujer y a mí, que las posibilidades de que algún día tuviésemos un hijo eran escasas o nulas. Esto era un buen palo para mi mujer, por supuesto, ya que amaba los niños, y también era un palo para mí. Ya véis, desde que cumplí los dieciocho he soñado con ser padre.
Yo: «Anoche tuve un sueño rarísimo.»
Kid Snotrocket: «¿Era ese en el que salía Phoebe Cates?»
Yo: «No, soñé que tenía un bebé.»
Kid Snotrocket: «¿Soñaste que te quedabas preñado?»
Yo: «¡No! Soñé que tenía una niña pequeña.»
Kid Snotrocket: «Joder, tío, estás enfermo…»
Yo: «¡No, no me refiero a eso! Jesús…» (2)
Lo cual era extraño, porque la paternidad siempre me había parecido que era una de esas cosas que le ocurren a los demás. De día, si me hubieses preguntado qué quería, te habría dicho que quería ser escritor; todo lo demás era secundario. Pero de noche, en sueños, la cosa cambiaba.
En mis sueños tenía una niña de ojos oscuros, melena espesa, y siempre sonriente. En mis sueños, una manita pequeña iba cogida de la mía por donde quisiera que fuese. Y luego despertaba y me encontraba poseído por una especie de melancolía, un sentimiento de que me faltaba algo, o de que había perdido alguna cosa.
Y entonces, en 1999, recibí una llamada de mi mujer.
El Napoleón de las Ventas: «Ab3, eres un vago inútil, y alguien te llama por teléfono. ¡Date prisa!»
Yo: «Dime, ¿qué se siente cuando eres capaz de follarte un caramelo Chimos sin romperlo?»
El Napoleón de las Ventas: «¡Te convendría no meterte con el poder ilimitado del Ayudante del Jefe!»
Yo: «¿Ayudante del Jefe? ¿Eso no es encargarse de la caja, pero teniendo además una copia de las llaves de la tienda?»
El Napoleón de las Ventas: «¡Ve a atender tu llamada y luego ponte los guantes de goma para fregar el retrete, tío listo!»
(cogí el teléfono)
Yo: «¿Diga?»
Señora de Ab3: «Acabo de volver del médico y adivina qué me ha dicho… papá.»
Yo: «¿Papá?»
Quizá los médicos habían estado equivocados, quizá era un milagro, o quizá se debía a que acabábamos de visitar el Reino Mágico de Disney. No lo sé. Todo lo que sé es que, contra todo pronóstico, mi mujer estaba embarazada.
Las cosas empezaron a pasar muy deprisa a partir de ese momento. Habíamos estado viviendo en Florida, pero decidimos mudarnos de nuevo a Nueva York por razones que eran tanto familiares como financieras. El viaje de vuelta fue una pesadilla. No tuvimos tiempo de empaquetar todo, ni decir de verdad adiós a nuestros amigos. Mi mejor recuerdo es mi última y ruidosa velada con mi antiguo grupo de juego, viendo Le Llamaban Trinidad y contando historias de nuestras partidas. (3)
Bomba de Relojería: «Sí, eso sí que fue un corte.»
Imán para Mujeres: «Pero también fue divertido.»
Yo: «¿Sabéis? Eso podría convertirse en una historia graciosa. Otras personas deberían escucharlo.»
Imán para Mujeres: «No serías capaz de contar estas historias.»
Yo: «Claro que lo sería. Sólo tendría que cambiar los nombres.»
Bomba de Relojería: «No estaría bien.»
Yo: «Oh, venga, podría limitarme a postearlas en alguna BBS desconocida que sólo leyeran jugadores de rol, aficionados a las teorías conspiratorias y pervertidos sexuales.»
Imán para Mujeres: «No. Si hicieras eso, tendríamos que buscarte y matarte.»
Bomba de Relojería: «Matarte muy, pero que muy lentamente.»
Finiquitamos nuestro contrato de arrendamiento y dejamos nuestros trabajos. Como creíamos que no íbamos a tener hijos, para compensar habíamos decidido tener animales. Montones de animales. Teníamos dos gatos, un periquito albino, dos cacatúas y un loro sociópata. Demasiados animales, ahora que un bebé estaba en camino; así que decidimos quedarnos con los gatos, e intentamos encontrar buenos hogares para los pájaros. Colocamos fácilmente a las cacatúas y al periquito, porque eran animales muy dulces, y les echo de menos. El loro era harina de otro costal…
Propietario de Pájaro Potencial: «Qué pajarito más bonito.»
Yo: «Sí, su nombre es Bernice. Si se la queda le regalamos la jaula.»
Propietario de Pájaro Potencial: «Déjeme ver si quiere agarrarse con las patas a mi dedo.»
Yo: «No estoy seguro de que tengamos tiempo para… ¡Cuidado!»
Propietario de Pájaro Potencial: «¡MI PEZÓN! ¡IEEEEEEEEEEEEEEEEE!»
En otras palabras, aún conservamos al puto pájaro.
Justo antes de dejar Florida nos hicimos una ecografía o dos, y nos encontramos que el bebé estaba más desarrollado de lo que sospechábamos al principio. También descubrimos que iba a ser una niña. Yo estaba embriagado por la emoción y contentísimo a la vez.
Alquilamos un camión de mudanzas, cargamos todas nuestras pertenencias (ocho cajas de ropa, y cuarenta de juegos de rol y libros) y abandonamos Florida. El viaje duró un día y medio más de lo que debía, principalmente porque el camión nos dejaba tirados cada doce horas, más o menos. Dos de mis viejos amigos, Chevy Cordova y El Salvaje, nos acompañaron durante el viaje para ayudar. Tres de nosotros íbamos en el Brunomóvil, y mi mujer conducía el camión. Para cuando Albany estuvo a la vista, estábamos a punto de matarnos los unos a los otros.
Chevy Cordova: «Por favor, Jesús bendito, que esas luces de ahí delante sean las de Albany.»
Yo: «¡Ahora me toca a mí elegir el CD!»
El Salvaje: «¡Hey! ¡El gato se ha zampado todos los petardos que compramos en Carolina del Sur!»
Chevy Cordova: «Ab3, por favor, no pongas otro CD de Tom Waits en ese reproductor de CDs.»
Yo: «Oye, fuiste tú el que nos hizo escuchar dos veces el de Lo Mejor de Lynard Skynard.»
Chevy Cordova: «Lynard Skynard es rock clásico, Tom Waits no es más que otra de tus maneras de dar la espalda al mundo.»
El Salvaje: «Hey, ¿dónde está la vaina de carreras que venía con mi Happy Meal?» (4)
Yo: «No nos dieron un Happy Meal. La chica del autoservicio se cabreó porque le hiciste el pedido especial ese.»
El Salvaje: «Mira, si te dan gelatina con el desayuno, deberían poder darte gelatina con un Big Mac.»
Chevy Cordoba: «Además, la vaina de carreras se cayó dentro de mi paquete de patatas fritas, es mía por derecho.»
Yo: «Ya vale, par de cabezones. Yo pagué la comida, vosotros os la comisteis y la desparramasteis por mi coche. Esa vaina de carreras me pertenece.»
El Salvaje: «¡Es mía!»
Yo: «¡Mía! ¡Dámela!»
Chevy Cordova: «¡No codiciéis la vaina de carreras, oh, futuro calvo!»
El Salvaje: «Ey, quizá deberíamos calmarnos un poco. Estamos cansados, y estresados, y…»
Yo: «Oooh, ahora el niño se ha enfadado…»
El Salvaje: «A tomar por culo.»
(Comienzan los guantazos)
Hace que te preguntes por qué mi mujer prefería ir sola en el camión.
Finalmente conseguimos llegar a Albany. El bebé estaba a cinco meses de distancia, y vivíamos en la casa de mis suegros mientras buscábamos trabajos y un apartamento. El mes siguiente fue un mareante remolino de duchas para bebés, entrevistas de trabajo y reuniones incómodas. Imaginaos mi sorpresa cuando descubrí que El Pervertido y El Disgusto vivían juntos en un apartamento…
Yo: «Bueno, he vuelto. Ey, chicos, tenéis un buen sitio aquí.»
El Pervertido: «Sí, es todo lo que me queda desde que esa puta de mujer que tenía me dejó limpio.»
Yo: «No sabía que te habías casado.»
El Pervertido: «Ya no lo estoy.»
El Capullo: «Bienvenido de nuevo, Ab3.»
Bastardo Tramposo: «He aquí una cara que nunca pensé que volvería a ver.»
Yo: «Es bueno volver a veros, chicos.»
El Capullo: «¿Cuánto tiempo ha pasado?»
Yo: «Casi tres años. ¿Qué habéis hecho en este tiempo?»
Bastardo Tramposo: «¿Has aceptado a Cristo como tu salvador personal, Ab3?»
Yo: «¿Tú no solías robar tiendas?»
Bastardo Tramposo: «Sí, robo tiendas, pero Jesús me perdona.»
Yo: «Me alegro mucho por tí.»
El Capullo: «Mira esto, nos robó una copia de Candyland. Este juego es la hostia.» (5)
Biff Bam: «A mí me pareHEce que CaHEndiland es un poco jueguista para mis preferencias.»
El Capullo: «¿Estás loco? ¡Candyland es puro narrativismo! ¿A quién le tocará ir al iceberg de la Reina Frostine, con todas sus implicaciones freudianas? ¿Y no son las pruebas a las que se enfrentarán los jugadores en el Pantano de Melaza similares a las de Luke Skywalker en aquella cueva de Dagobah?»
Bastardo Tramposo: «Importantes preguntas, todas ellas, pero aún más importante: Ab3, ¿has aceptado a Jesucristo como tu salvador? Recuerda que no hay tirada de salvación contra la condena eterna.»
Yo: «¿He mencionado que voy a ser padre? Mi mujer va a dar a luz a una niña.»
El Pervertido: «¡Bebés! No son más que otro malvado plan de las mujeres para chupar el dinero de los hombres.»
El Capullo: «Uno de mis personajes tuvo un bebé una vez. Recordarlo me hace temblar.»
Biff Bam: «¿Fue un parto simulaLAcionista?»
Bastardo Tramposo: «¿Y qué hay de tu niña? ¿Le has hablado a tu hija de la gracia y el amor de Jesucristo?»
Yo: «No… aún no ha nacido.»
Bastardo Tramposo: «Eso no es excusa. Si ese bebé no acepta la gracia y el amor de Jesucristo, será condenada al infierno para arder en los fuegos purgadores para toda la eternidad.»
Yo: «¿Sabes? Me gustabas más cuando idolatrabas a c.s. McCracken» (6)
El Pervertido: «¿El infierno? No me hables del infierno… yo estuve casado con Satán.»
Yo: «Je… ¿y dónde está El Disgusto?»
El Capullo: «Está ahí, en esa esquina.»
Yo: «¿Ese es El Disgusto? Creí que era una réplica a escala natural de Stephen Hawking.»
Bastardo Tramposo: «Todos se lo dicen.»
Yo: «¿Por qué tiene la intravenosa y el suero? ¿Está enfermo?»
El Pervertido: «No, pero después de que sus padres y su perro murieran en ese extraño accidente en la casa hinchable heredó un buen montón de dinero.»
Yo: «¿Casa hinchable? ¿Qué tiene eso que ver con su estado?»
El Pervertido: «Una vez que pudo cobrar los cheques se compró un enorme PC, un módem cable, una cuenta de Everquest y una enfermera para cambiarle las bolsas de suero.»
El Capullo: «Ha abandonado su vida en el mundo real para dedicarse a la virtual.»
Biff Bam: «Es más feliz de esa maHAnera.»
El Disgusto: «…Everquest… bueno…»
El Capullo: «Otro jugador perdido por culpa de la gratificación simulacionista de Everquest.»
Biff Bam: «Yo veo Everquest más como un entorno estrictamente jueguista.»
El Disgusto: «…inmersión… narrativista…»
Yo: «¿No podríamos hablar mejor sobre Jesús?»
El Pervertido: «Bueno, dejemos ya el tema de cómo una mujer resentida ha arruinado mi vida y mi economía. ¡He escuchado que te han publicado algo!»
Yo: «Sí, así es. Tengo una serie de historias cortas de zombies aparecidas en el juego de rol All Flesh Must be Eaten.»
Biff Bam: «¿Creía que habías dicho que habías publicado algo?»
Yo: «Y así fue, en el juego de rol.»
El Disgusto: «…las historias… de ambientación… en los juegos… no cuentan… no cuentan…»
Yo: «Sí, sí cuentan. Se publicaron. En una imprenta.»
El Pervertido: «Nadie lee las historias de ambientación en los juegos. Todos se las saltan, como los diálogos de una película porno.»
El Capullo: «¿Las películas porno tienen diálogo?»
Biff Bam: «Todo el mundo saBEbe que las historias de ambientación de los juegos son malísimas. La primera novela de Torg me produjo ceguera histeHÉrica.»
El Pervertido: «Estoy muy decepcionado contigo, Ab3.»
Bastardo Tramposo: «Bueno, no te sientas tan mal. Al menos tú no vendiste tu obra a Eden Studios.»
Biff Bam: «Sí, si TARbajaras para esos crápulas no tendríamos otra opción más que maHAtarte. Matarte muy, PREro que muy lentamente.»
El Disgusto: «…matarte… muy… pero que muy… lentamente…»
Y luego dicen que no puedes volver a sentirte como en casa otra vez.
Mi señora y yo encontramos un apartamento que era lo mejor que podíamos permitirnos, dadas nuestras pulverizadas finanzas. Acabamos en un vecindario donde cada noche parecía haber un ensayo con vestuario incluido de Cops. (7) Nuestro casero era o bien el más vago, o el más tonto, o el más malvado ser humano que jamás haya conocido, pero me mantenía alejado de él porque tenía exactamente el mismo nombre que uno de mis viejos personajes de D&D, y eso me asustaba.
Recuerdo el día después de terminar de preparar la habitación del bebé, cuando aguas residuales comenzaron a caer desde el techo. Aparentemente, nuestro casero/encargado del mantenimiento se había largado en medio de la reparación de un retrete con pérdidas.
A pesar de todo salimos adelante, y convertimos un piso asqueroso en uno bastante majo. Bueno, en realidad fue mi mujer la que hizo toda la decoración. Mis contribuciones se limitaron a cosas como esta:
Señora de Ab3: «¿Qué color para la pintura te gusta más? ¿Beige o rojizo?»
Yo: «Me da igual.»
Señora de Ab3: «¿Te importaría ayudarme a tomar la decisión?»
Yo: «Cariño, realmente me da igual. Tú tienes mejores gustos que yo con los colores.»
Señora de Ab3: «Cielo, yo valoro tu opinión. Tenemos que tomar estas decisiones juntos, porque si no, ¿qué sentido tendría?»
Yo: «Oh, de acuerdo. Hmmmmm… creo que prefiero el beige.»
Señora de Ab3: «Oh, no, el beige no pegaría para nada con las cortinas. Creo que el color rojizo es mucho mejor.»
Yo: «Mi trabajo aquí ha terminado.»
Mi mujer se puso de parto el día en que iba a ir al hospital para que se lo provocaran. Tras una noche de parto y cuatro horas empujando, aún no teníamos bebé. La gente entraba y salía continuamente. Había docenas de personas mirando las partes pudendas de mi mujer; yo empezaba a entender cómo se debía haber sentido Tommy Lee Jones. Los médicos y las enfermeras empezaban a mostrar más y más preocupación, y yo empecé a preocuparme más y más a medida que las contracciones continuaban pero el bebé no salía.
Finalmente, decidieron que iban a hacer una cesárea. Todo parecía estar ocurriendo demasiado rápido, y, al mismo tiempo, en cámara lenta. La trasladaron a la sala de operaciones y me hicieron esperar fuera junto a un camillero con pintas extrañas. Se suponía que estaba ahí para distraerme y calmarme mientras preparaban a mi mujer, pero acabó poniéndome más histérico de lo que él podía imaginar.
Camillero: «Usted asegúrese de permanecer calmado cuando le manden ahí dentro. Su mujer va a necesitar que esté calmado por ella.»
Yo: «De acuerdo… de acuerdo…»
Camillero: «Yo aprendí a mantener la calma en la marina. Serví en un submarino nuclear.»
Yo: «¿Qué?»
Camillero: «Sí, permanecíamos sumergidos durante meses en cada salida. Le sorprendería saber cuántas cosas teníamos almacenadas ahí abajo.»
Yo: «Usted no será un ninja, ¿verdad?»
Finalmente me dejaron entrar en la habitación. Mi mujer estaba tumbada sobre una mesa, con un biombo impidiéndome ver lo que los médicos le estaban haciendo. El aire estaba saturado con el olor de las medicinas y alcohol de esterilizar, pero por debajo de eso se notaba el olor agudo y carnoso de la sangre.
Los anestésicos que habían usado en mi mujer la habían dejado temblando incontroladamente. Le cogí la mano y le dije lo mucho que la amaba y cuán valiente era. Miré hacia arriba en un momento, sólo para darme cuenta de que podía ver el interior del cuerpo de mi mujer reflejado en las gafas del médico.
Las cosas empezaron a alargarse tanto que los anestésicos de mi mujer empezaron a perder efecto. Finalmente no pude aguantar más y llamé la atención de una enfermera.
Yo: «¿Qué coño está pasando? ¿Por qué está tardando tanto? Está teniendo un bebé, no jugando una partida de Champions.»
Enfermera: «¿Qué?»
Yo: «Eh… ¿Qué está pasando?»
Enfermera: «Bueno, el bebé se ha quedado atascado en el canal de parto, y el médico parece que no es capaz de sacarlo, así que ahora hay una enfermera empujando por el otro lado para intentar desatascarlo.»
Yo: «Así que en medio de una operación quirúrgica una enfermera está practicando el fisting con mi esposa.»
Enfermera: «Por decirlo así.»
Yo: «¿Cubre esto mi seguro?»
Algunos minutos después, un médico me empujó y pasó a mi lado llevando una reluciente cosita rosada con un mechón de pelo negro. En las películas, el bebé se menea y llora cuando nace.
Mi hija no estaba haciendo ninguna de las dos cosas.
Y los médicos seguían dando vueltas alrededor de mi mujer, volviendo a anestesiarla y llamando a otros doctores.
Les observé asaltar a mi hija con intravenosas en sus venitas y un tubo a lo largo de su garganta para eliminar el meconio que la estaba axfisiando. Eso hizo que mi pequeña comenzara a chillar. (8)
La realidad de lo que estaba ocurriendo me estaba mareando. Me sentí como si quisiera reir, llorar y vomitar, todo a la vez. Muchas mujeres han dicho que han sentido lo mismo al verme desnudo.
El deseo de aferrarme a mi sueño y verlo hecho realidad era increible, pero antes de que pudiera hacer nada la pusieron en una camilla y se la llevaron fuera de la habitación. Por supuesto, mi mujer se estaba poniendo frenética, queriendo saber por qué no la dejaban ver a su bebé. Intenté calmarla, pero cuando otro médico apareció yo también empecé a sentir la histeria. Cuando le hablé comencé a darme cuenta de lo que estaba pasando.
Yo: «¿Qué quiere decir con que no encuentran el riñón de mi mujer?»
Médico: «No es que lo hayamos perdido, puede haber sido cortado durante la cesárea, o quizá simplemente se desplazó por ahí durante el parto. Quizás su mujer sea una de esas personas poco comunes que han nacido sólo con un riñón.»
Yo: «Sí, es una entre un millón. ¿Y ahora qué?»
Médico: «Ahora vamos a cerrarla y a bajarla para que le hagan un TAC. Con eso deberíamos ser capaces de tener una perspectiva mejor de lo que pasa y decidir cuál es el siguiente paso.»
Yo: «No me lo puedo creer.»
Médico: «Mientras nos ocupamos de ella, ¿por qué no va a ver a su hija?»
Yo: «¿Dónde está?»
Médico: «Como medida de precaución la llevamos a la UCI prenatal.»
Yo: «Oh, Dios mío.»
Enfermera: «No se preocupe, esto lo cubre el seguro.»
Es extraño, pero en ese momento me acordé de un chiste que he estado contando durante años. Esto es un tío que va al hospital y se encuentra con que su hijo ha nacido deformado. Cuando se lo llevan, el tío ve que el bebé es sólo un globo ocular de metro y medio de largo, envuelto en pañales.
El tío grita: «¡Dios mío, esto no podría ser peor!»
Y el médico dice: «Es ciego».
Cuando entre en la UCI prenatal, el chiste perdió un poco de gracia. Encontré a mi hija en una esquina; aún estaban trabajando en ella, que estaba llorando a lágrima viva. Las enfermeras me dijeron que no podían creer lo alta que era, y que estaban seguras de que iba a estar perfectamente una vez que terminara el período de observación. Yo la miré, y fue la primera vez que la veía claramente, y… aún no tengo palabras para describir lo que sentí. Digamos simplemente que hay un montón de cosas que hasta entonces parecían jodidamente importantes, pero que para mí dejaron de tener sentido en ese momento.
Los padres de mi mujer aparecieron un poco después, y parecían tan abrumados como yo. Ninguno de nosotros, familiares o enfermera, éramos capaces de detener su llanto.
Hasta que apareció mi mujer, claro. La trajeron en una camilla; estaba exhausta y llorosa, y no estoy del todo seguro, pero creo que mi pequeña empezó a calmarse en cuanto escuchó el sonido de su voz.
Después se llevaron a mi mujer a su habitación y pusieron a mi hija en una cuna rodeada de monitores. Mis suegros me ayudaron a llegar al coche.
Suegro: «Bueno, al final todo salió bien.»
Suegra: «Es un bebé precioso. Vas a ser un padre maravilloso.»
Suegro: «Pero creo que un hijo es suficiente. Esto casi mató a tu mujer.»
Yo: «Bueno, no habíamos hecho ningún plan al respecto, y esto nos ha llegado de sorpresa…»
Suegra: «Mira. Si vuelves a hacer que mi hija sufra todo esto, te mataremos.»
Suegro: «Te mataremos muy, pero que muy…»
Yo: «¡Ya lo cojo, ya lo cojo!»
Regresé a un apartamento oscuro con gatos frenéticos. Alimenté a los gatos y me fijé en que el loro me estaba observando. Ni siquiera había notado que estaba llorando hasta ese momento.
Bernice: «¿PO-tuiiit?»
Yo: «Hey, ven aquí, pajarito. Ha sido un día increíble, ¿verdad? Sal por aquí. Agárrate a mi dedo como solías hacer.»
Bernice: «¿PO-tuiiit?»
Yo: «Sí, tuvo a la niña, y era exactamente como lo había imaginado, y también completamente diferente a lo que había imaginado. Mierda, nunca pensé que me casaría. Y ahora esta es la primera vez que mi mujer y yo estamos separados en muchos años. Ni siquiera sé si podré dormir.»
Bernice: «PO-tuiiit.»
Yo: «¿Sabes? Olvidé preguntar si encontraron el riñón de mi mujer. ¿Cuántas cosas más podrían estropearse hoy?»
Bernice: «PO-tuiiit.»
Yo: «Venga, ven aquí. Tú sabes que quieres.»
Bernice: «¡PO-tuiiit!»
Yo: «¡¡¡¡¡MI PEZÓN!!!!!»
En la próxima historia volveré con las andanzas roleras, de verdad. (9)
(1) El modelo GNS… a ver cómo explico esto. Empiezo por el principio: hay una página en Internet llamada The Forge que está dedicada a los juegos de rol publicados de manera independiente (juegos indie). El eje central de la página es un foro público que trata sobre la «teoría de los juegos de rol», en todos sus aspectos: desarrollo del escenario, de las mecánicas del juego, cálculo de probabilidades, definición de objetivos y procesos, creación del documento con el texto del juego, métodos de publicación, etc. Todo esto se complementa con una serie de artículos, más o menos, sesudos que intentan plasmar de manera lógica y «científica» esta forma de entretenimiento tan particular. Hay gente que considera The Forge una página excepcional, completa y muy útil, y que ya era hora de que alguien se tomase tan en serio el mundo del rol. Y hay gente que piensa que los que hacen The Forge deberían dejarse de pajas mentales, y dedicarse a jugar y pasar un buen rato sin darle tantas vueltas al tema, que (como diría el mago Tamariz) esto es pa’pasarlo bien. Y aunque parezca mentira, es el motivo de bastantes discusiones.
El caso es que en uno de los «artículos sesudos» de The Forge, Ron Edwards clasificó a los juegos de rol en tres categorías generales, según los objetivos que el autor tuviese en mente a la hora de diseñarlos: Gamist, Narrativist o Simulationist (por eso a esta clasificación se le llama «el modelo GNS«). Esta división se ha hecho muy popular, con tantos seguidores como detractores.
Más o menos funciona así: los juegos tipo Gamist (la traducción literal sería «jueguistas», que no tiene mucho sentido, pero no se me ocurre otra) son aquellos cuyas reglas recuerdan más a los típicos juegos de mesa tradicionales; fomentan la diversión, variedad y en cierta medida la competitividad entre los jugadores por encima de otras consideraciones como el realismo. Un buen caso sería Dungeons & Dragons: eso de que los personajes suban de golpe un «nivel» cuando han acumulado cierta experiencia no tiene contrapartida en el mundo real, pero ¿a quién le importa, mientras sea divertido? El segundo tipo lo forman los juegos de la clase Narrativist (narrativistas), cuyas reglas están orientadas a que los jugadores desarrollen una historia común, una especie de novela colaborativa. La atención al detalle se centra en el escenario y en las «actuaciones» y relaciones entre los personajes, antes que cualquier otro aspecto. Es lo que sucede con Amber o Nobilis, mismamente. El tercer tipo de juego es el formado por los Simulationist («simulacionistas»), que intentan representar cómo sería el día a día de los personajes en el mundo fantástico en el que viven. El énfasis está, pues, en el realismo (dentro de los parámetros del escenario en cuestión, claro) antes que en cualquier otra cosa. Por ejemplo, Rolemaster es un juego simulacionista, donde las reglas intentan cubrir casi cualquier eventualidad que los jugadores puedan encontrarse.
Como veis, es una clasificación curiosa. En cuanto a para qué sirve… a mí no me preguntéis. Y tampoco me preguntéis qué es eso del fisting, que yo soy muy tímido para esas cosas.
(9) En la nota original: «Para los interesados, si vais a la página web personal de Ab3 y pulsáis en «Who is the Al guy anwyay?», podréis ver una foto suya con su pequeñuela.» Hoy día, lo mejor es seguirle en su blog, donde podrás ver algunas fotos de él (y muchas de otras señoritas, por lo que parece), pero la foto original de la que hablaba el artículo se perdió en el Vacío.
Aviso: la siguiente historia puede ofender a los fans de Star Trek, a las supermodelos y a cualquiera que piense que Lorenzo Lamas es el epítome de la genialidad.
Diario de a bordo de Ab3 (addendum):
Había sido un mal mes para ser jugador de rol.
Biff Bam estaba en paradero desaparecido desde que intentamos jugar a Tomb of Horrors (2).Todo comenzó cuando su guerrero bárbaro saltó a través de un portal. El portal estaba maldito, y su personaje apareció al otro lado en pelotas y convertido en mujer. Nadie esperaba que Biff Bam rompiera a llorar y huyera del sótano de El Disgusto. Todo el mundo había asumido que sería yo el que acabara haciendo eso algún día.
Después de eso, intenté dirigir una partida de Beyond the Supernatural, pero abandoné la campaña cuando me di cuenta de que El Disgusto había usado la lista de habilidades de la primera edición de Ninjas & Superspies para hacer su personaje. (3) Yo me comprometí a dirigir un juego de terror, no a observar a un personaje descrito como «Lorenzo Lamas, pero aún mejor» lanzando a hombres-lobo a través de autobuses a base de patadas.
Bueno, supongo que eso es un tipo de juego de terror.
Ahora estábamos jugando a Star Trek, el juego de rol de FASA. Psicópata Dave dirigía la partida, tras la inspiración que le llegó durante su internado mental. Fue así como El Disgusto, El Capullo, El Cagón y yo nos encontramos en la habitación de Psicópata Dave, interpretando a la tripulación en el puente del USS Indestructible II… (4)
Psicópata Dave: «Tenéis una transmisión entrante. Ab3, tú estás jugando con el oficial de comunicaciones. Haz una tirada de Destreza para asegurarte de que tu personaje no resbala y se golpea la cara contra el panel de control al ir a responder.»
(Tirada)
Yo: «Lo conseguí.»
El Disgusto: «Buena jugada, ‘Uhura’.» (5)
Yo: «Sigue haciendo bromitas con lo de Uhura y te hostiaré hasta que pienses que Star Trek Vfue una obra maestra.»
El Capullo: «¿No lo fue?»
Psicópata Dave: «Es una llamada de socorro, que viene de una Base Estelar cercana a la frontera con el espacio Klingon. Están sufriendo un ataque, y sois la única nave lo bastante cercana como para llegar a tiempo.»
El Cagón: «¡Oh, DIOS MÍO! ¡Es el KoBIAashi Maru! ¡Estamos jodidos! ¿No podemos llamar al Enterprise para pedir refuerzos?»
Psicópata Dave: «No.»
El Cagón: «¿No podemos volar de lado alrededor del sol, y viajar atrás en el tiempo hasta antes de que ocurriese el ataque, y avisar al Enterprise?»
Psicópata Dave: «No.»
El Cagón: «¿Tenemos que ir?»
Psicópata Dave: «Sí.»
El Cagón: «Pero… pero…»
Psicópata Dave: «¿Quieres que te ponga otra vez la versión de Leonard Nimoy de Proud Mary?» (6)
El Cagón: «¡Llévame a la Base Estelar! ¡Potencia máxima!»
La verdad es que nunca comprendí por qué El Cagón se metió a esto de jugar al rol, ya que odiaba todos los conflictos y confrontaciones. Sus personajes habían huido del campo de batalla en prácticamente cualquier género de juego que puedo imaginar. Incluso cuando jugaba a Risk o a Monopoly, su estilo tenía un cierto aire de postración humillante. La única manera en que podría ser un buen jugador de rol sería si White Wolf lanzase Punto de Cruz: El Tejido. Así que, como no podía ser menos, Psicópata Dave le convirtió en capitán.
Psicópata Dave: «A esta velocidad vuestra nave estará en la Base Estelar en veinte minutos.»
El Cagón: «Me voy a la sala de preparación y comienzo a hacer planes.»
Psicópata Dave: «Tira los dados a ver si te tropiezas en los escalones, te caes y quedas inconsciente.»
El Capullo: «¿Puedo ayudar?»
Yo: «Tú eres el timonel, tienes que dirigir la nave.»
El Capullo: «Creía que yo era el encargado del armamento.»
Psicópata Dave: «Tienes ambos trabajos.»
El Disgusto: «Lo cual es una putada. Yo era el encargado de las armas en la nave anterior.»
Yo: «El que tú fueras el tío de las armas ya nos costó el Indestructible I.»
El Disgusto: «Esos putos Gorns se la estaban buscando.»
El Capullo: «Pero si no hicieron nada.»
El Disgusto: «Querían hablar con nosotros. Tenía que demostrarles quién era el jefe antes de que el Capitán Nervioso empezase a hablar y nos hiciese quedar como mariconas tipo Picard.»
El Capullo: «Disparaste a un destructor sin provocación.»
Yo: «Y después ellos nos dispararon a nosotros. Oh, tío, y cómo dispararon.»
El Cagón: «No sabía que los Arduin Grimoires tuvieran tablas para la descompresión explosiva.»
Psicópata Dave: «Arduin tiene de todo acerca de todo. Es como Dianetics para hombres. (7) Bueno, ¿fallaste tu tirada de Destreza, o no?»
El Cagón: «Sí.»
Psicópata Dave: «De acuerdo, saquemos entonces las tablas de daño.»
Yo: «¿Sabes? Todo esto de ‘tira a ver si tropiezas y te caes’ tiene bastante mala leche.»
Psicópata Dave: «Los juegos de rol son una simulación de la vida real. ¿Me estás diciendo que la gente no tropieza y se cae en la vida real?»
Yo: «No, pero…»
El Disgusto: «Mira, si no te gusta ya sabes que puedes irte a jugar en esa partida de Lords of Creation que están preparando El Pervertido y su novia.»
El Capullo: «No sabía que tenía una copia del libro de reglas.»
El Disgusto: «Le cambié los libros que Ab3 se dejó aquí por una hamburguesa.»
Yo: «Pero esos libros… tú… tú… mira, ¿podemos volver a la discusión sobre tropezarse y caer?»
Psicópata Dave: «No. Realismo es lo que intento conseguir aquí, y realismo es lo que os voy a dar. De acuerdo, El Cagón, tu personaje se da de boca contra el puente, destrozándose la muela del juicio contra las encías.»
El Capullo: «¡Ouch!»
El Cagón: «Ahora entiendo por qué Bones estaba siempre en el puente.» (8)
Psicópata Dave: «El dolor te deja inconsciente.»
Yo: «Llamo al doctor de la nave y…»
El Disgusto: «¡Ignoren esa orden! Como el primer oficial, ¡ahora estoy al cargo! Ordeno a la sección de maquinaria que aumenten la velocidad.»
El Capullo: «Ya estamos a potencia máxima.»
El Disgusto: «¡Y una mierda! Estamos malgastando demasiada energía. Ordeno que los sistemas de soporte vital desciendan al cincuenta por ciento. También ordeno a un par de guardias de seguridad que disparen a la cámara de contención del dilitio para hipercargar los cristales.» (9)
El Cagón: «¿Eso se puede hacer?»
Yo: «Yo le imploro al capitán que despierte.»
El Disgusto: «¡Llamo a los de seguridad al puente para que arresten al suboficial de comunicaciones, por insubordinación!»
Yo: «Ey, ey, espera un minuto… ¿Qué es eso que sobresale de tu cuaderno de notas?»
Psicópata Dave: «Un sai.» (10)
Yo: «¡No! Lo otro.»
Psicópata Dave: «Oh, ¿te refieres a esto?»
Hay momentos en la vida de todo el mundo, en los que las nociones preconcebidas de la realidad se ven cuestionadas hasta sus propios cimientos. Ese fue uno de ellos para mí. Ya sabía que mis compañeros de juegos estaban locos, pero lo que ocurrió a continuación me revelaría la profundidad de sus locuras. La revista que Psicópata Dave dejó en la mesa delante de mis ojos era gruesa, de papel satinado, y olía a varios perfumes mezclados.
Yo: «P-p-por… ¿por qué lees Cosmopolitan?»
Psicópata Dave: «Es parte de mi plan maestro.»
Yo: «¿Plan maestro de qué?»
Psicópata Dave: «Hace mucho tiempo, decidí que sólo una supermodelo sería digna de continuar con mi noble descendencia.»
El Cagón: «¿Es esto que estás planeando algún tipo de asqueroso secuestro? Porque eso me pone los pelos de punta…»
El Disgusto: «No, este plan es mejor. Es una pura genialidad. Si mi corazón no estuviera ya reservado, yo también lo intentaría.»
El Capullo: «¿Desde cuándo tienes novia?»
El Disgusto: «Los caballeros no alardean, pero desde hace ya algún tiempo me he estado viendo con una chica de manera regular.»
El Capullo: «¿Quién es ella?»
El Disgusto: «Su nombre es Anne McKenzie y tú no la conoces, es canadiense.» (11)
Yo: «Por favor, dime que no vas a intentar colarnos eso de ‘Estoy saliendo con una canadiense’.»
El Disgusto: «A diferencia de tu pelo ella es de verdad, chico de las entradas.»
Yo: «Mira, ¿podemos volver al asunto este del plan maestro con supermodelos de la revista Cosmopolitan? Me siento morbosamente curioso.»
Psicópata Dave: «La idea me vino a la cabeza hace unas semanas. No podía dormir, así que decidí ponerme a crear unos cuantos personajes al azar con el juego de rol de los superhéroes Marvel usando el Libro Definitivo de los Superpoderes, hasta conseguir dos que fueran exactamente iguales.» (12)
El Capullo: «Creía que yo era el único que hacía eso.»
El Cagón: «¿Y eso qué tiene que ver con supermodelos?»
Psicópata Dave: «Bueno, me di cuenta de que toda la vida se basa en porcentajes… exactamente como en un juego de rol. Si vas andando al trabajo hay bastantes probabilidades de que llegues allí sin percances, frente a una pequeña probabilidad de que una ardilla rabiosa te muerda un testículo por el camino.»
El Capullo: «Preferiría que dejárais de sacar a relucir ese tema.»
Psicópata Dave: «Cuanto más intentas hacer algo, más probabilidades tienes de conseguirlo, una vez más, gracias a los porcentajes.»
Yo: «Una vez más, ¿en qué punto de esta conversación van a tener algo que ver unas mujeres anoréxicas portando tu sucia semilla?»
Psicópata Dave: «Entonces me di cuenta de que podía hacer que los porcentajes trabajasen a mi favor. Míralo de esta forma, si le escribo una carta a una supermodelo pidiéndole que se case conmigo, las posibilidades de que me diga que sí son una entre un millón, ¿verdad?»
Yo:«Esa es una estimación conservadora.»
Psicópata Dave: «Por lo tanto, si escribo miles de cartas a cientos de diferentes modelos, mi porcentaje de éxito aumentará. Cuantas más cartas escriba, más posibilidades tengo.»
El Disgusto: «Este hombre es un genio.»
Yo: «Este hombre tiene más sellos que cordura.»
Psicópata Dave: «No te burlarás de mí cuando Kathy Ireland esté a mi lado, masajeando mi bolsa de los dados. Todo lo que tengo que hacer es jugar con los porcentajes.» (13)
Todo este asunto me dejó más inquieto que cualquier discusión sobre Kirk y Spock enamorados podría conseguir. De alguna manera, el capitán Cagón se despertó antes de que El Disgusto pudiese dañar seriamente la nave, y el USS Indestructible II se aproximó a la Base Estelar.
Psicópata Dave: «La base es una ruina humeante de metal fundido.»
El Cagón: «Escudos.»
El Capullo: «Subo los escudos.»
Yo: «Yo intento contactar con la base.»
El Disgusto: «Yo hago un análisis de los escombros.»
Psicópata Dave: «Oh, definitivamente son escombros.»
El Cagón: «Yo me levanto de mi silla y camino con cuidado hacia la puerta del turboascensor.»
El Disgusto: «Yo me preparo para lanzarme a por la silla del capitán.»
Psicópata Dave: «Un navío Klingon desactiva su camuflaje y aparece directamente en frente de vosotros. El capitán Klingon llama a vuestra nave.»
(tirada)
El Cagón: «Me meto en el turboascensor y me dirijo a las cápsulas de escape.»
(tirada)
El Disgusto: «¡Salto hacia la silla del capitán!»
El Capullo: «¿Tienen las naves estelares cápsulas de escape?»
Yo: «Pongo al capitán Klingon en la pantalla.»
Psicópata Dave: «Se presenta a sí mismo como el capitán Klingon Shickelgruber.»
El Capullo: «¿Por qué me resulta ese nombre tan familiar?» (14)
El Disgusto: «¡Le digo que soy el capitán Jared Synn del USS Indestructible II y que le conviene muchísimo rendirse ante nosotros, perdiendo el culo!»
Yo: «¿Quieres decirle «perdiendo el culo» a un Klingon?»
El Cagón: «¿Estoy ya donde las cápsulas de escape?»
Psicópata Dave: «El capitán Shickelgruber se ríe de ti. Toda la tripulación del puente de la nave Kinglon se ríe de ti.»
El Disgusto: «¡SE ACABÓ! Es el momento de demostrarle a esos tíos que yo hablo en serio. ¡Saco mi phaser y le disparo al timonel!»
(tirada de dados, jugadores boquiabiertos)
Yo: «¿Que tú qué?»
El Disgusto: «Mi personaje dice: Si estoy lo bastante loco como para matar a mi propia tripulación, ¡imagina lo que podría hacerte a ti!»
El Capullo: «Pero, pero yo soy el timonel…»
Psicópata Dave: «Para ser exactos ahora eres un montón de átomos humeantes.»
El Cagón: «Mira, ¿me puedo poner simplemente un traje espacial y salir a probar suerte ahí fuera?»
El Capullo: «¿Ni siquiera pude hacer la tirada de esquivar?»
El Disgusto: «¿Dónde está tu sentido del realismo? No puedes tirar para esquivar si te disparan por la espalda.»
Psicópata Dave: «Los Klingon se ríen ahora incluso con más fuerza. Te retan a seguir matando miembros de tu tripulación.»
El Disgusto: «¡Disparen phasers! ¡Y torpedos de protones!»
Psicópata Dave: «No ocurre nada.»
El Disgusto: «¿Y por qué coño no?»
Yo: «Porque acabas de cargarte al timonel.»
El Capullo: «Pero si ni siquiera pude tirar para esquivar…»
El Disgusto: «Oh, ya veo cómo funciona esto. Camino a los controles para disparar las armas yo mismo.»
Psicópata Dave: «Demasiado tarde. Los Klingon disparan todas sus armas contra tu nave, destruyéndola en una bola de fuego tipo ciencia-ficción.»
El Disgusto: «¡Todo por tu culpa, Ab3!»
Un instante después, El Capullo salió de la habitación, lloriqueando. Entonces Psicópata Dave, furioso por haber visto como el mismo hombre destruía dos campañas de Star Trek, agarró el sai de su cuaderno y atacó a El Disgusto. El Cagón se arrastró bajo la cama de Psicópata Dave y empezó a chillar ante lo que encontró allí. Con un suspiro, cogí el ejemplar de Cosmopolitan y pasé las páginas hasta llegar al artículo sobre cómo conseguir nalgas más esbeltas en treinta días.
Llegados a este punto, algunos de vosotros os preguntaréis por qué seguía jugando con estos tíos, si cada partida era una pesadilla. Bueno, suponía que no todas las partidas podían acabar en desastre, así que seguía jugando con los porcentajes.
Referencias y notas al pie
(3) Ambos aparecieron en 1988; el primero está dedicado al terror contemporáneo (y ha sido recientemente actualizado) y el segundo, como su propio nombre indica, a los ninjas y los superespías.
(5) Por cierto (y por rellenar), Nichols sufrió en sus prietas carnes el racismo de la época, incluyendo el de los propios jerifaltes del estudio, que llegaron a confiscarle las cartas que le escribían sus fans. De hecho, Uhura fue el primer personaje interpretado por una actriz afroamericana que no caía en el estereotipo de la chacha o, en el mejor de los casos, de la ama de casa. Cuando en un momento dado, y hasta el… moño de no ser tratada con el mismo respeto que sus compañeros de reparto, quiso abandonar, fue Martin Luther King quien la convenció para seguir en la serie, pues su papel se había convertido en un símbolo importante para la comunidad negra.
En 1968 besó a William Shatner (el capitán Kirk) en un capítulo de la serie; este beso está considerado como el primero emitido en televisión entre personas de distintas razas.
(12) The Marvel Superheroes RPG, Advanced Set(publicado por TSR en 1986 y conocido entre los fans como FASERIP, que eran las iniciales de los atributos que definían a los personajes) es uno de los juegos de superhéroes más queridos del mundillo de rol. The Ultimate Powers Book (El Libro Definitivo de los Superpoderes) era una expansión casi esencial que permitía, básicamente, crear y jugar con cualquier tipo de superhéroe en el universo Marvel. Un clásico.
(15) Metalstorm: The Destruction of Jared-Syn, una película de ciencia-ficción y aventuras que se rodó en 1983, con Michael Preston en el papel de Jared-Syn. No, no tengo ni idea de qué va.