WTF?! “¿Qué es esto?” ¡Vuelve a la entrada principal, muggle!
Aviso: la siguiente historia puede ofender a los fans de Dungeons & Dragons, a la asociación por el tratamiento ético de los kobolds, a Gary Gigax, a Steve Jackson, y a los Mord-Sith. (1)

Nuestras campañas de rol tendían a explotar en la mismísima rampa de lanzamiento. Iban marcando nuestro pasado como basura tirada en las calles, de la misma forma que los episodios piloto de las series de Gene Roddenberry iban marcando de basura los canales de televisión por cable en las sobremesas de los sábados de los ochenta. (2)
Algunas veces, sin embargo, una partida aguantaba. No solían durar mucho pero, por lo que a mí respecta, cualquier campaña que durase más de dos sesiones era una victoria. Así que estoy seguro de que apreciaréis mi sorpresa cuando me encontré con que la partida de D&D que estaba dirigiendo alcanzó su segundo mes. Esperábamos en el sótano de El Disgusto a que llegaran los últimos miembros del grupo.
Yo: «El Pervertido y Asenath deberían haber llegado hace veinte minutos.»
El Disgusto: «Pues vamos a empezar sin ellos. ¿Para qué necesitamos a un mago y a una clériga? ¡Yo soy un ninja!»
El Capullo: «Asenath no me cae bien. No creo que ella le respete.»
Psicópata Dave: «¿Qué quieres decir?»
El Capullo: «¿Os acordáis de aquella vez en que mi personaje era una mujer, y se enrolló con el personaje de El Pervertido? Yo fui una novia mucho mejor para él en la partida que Asenath en la vida real.»
El Cagón: «Uau.»
El Capullo: «Decidme que me equivoco.»
Yo: «Ni siquiera podría empezar a explicarte lo… equivocado y enfermo que es eso que acabas de decir.»
Psicópata Dave: «Bueno, esa damita tiene algo que tú nunca podrás tener, Capullo.»

El Capullo: «¿El qué?»
Psicópata Dave: «Una vagina.»
El Cagón: «Las chicas pueden llegar a dar bastante miedo. No sabes la suerte que tienes de ser célibe, Ab3.»
Yo (a través de mis dientes apretados): «Yo no soy célibe PORQUE QUIERA.»
Psicópata Dave: «Pobre bastardo, estás atrapado en el Corolario de Gygax.»
Yo: «¿El Corolario de Gygax? ¿Y eso qué coño es?»
Psicópata Dave: «El Corolario de Gygax afirma que cada vez que el personaje de un jugador echa un polvo, eso retrasa que ese jugador eche un polvo durante 1d100 semanas.»
Yo: «¿Qué?»
El Cagón: «¿Y quién tira el d100?»
El Disgusto: «¿Esa regla se aplica también a las mujeres canadienses?»
Psicópata Dave: «Hacer preguntas como esa es arriesgarse a volverse loco.»
El Capullo: «Yo creía que esa era la Maldición de Steve Jackson.»
Finalmente aparecieron Asenath y El Pervertido, y pudimos empezar a jugar. Se habían pasado semanas intentando localizar la Mazmorra Perdida del Destino Terrible, y luego se habían pasado una semana o dos más intentando conseguir el dinero y equipamientos necesarios para financiar la expedición.
Yo: «La entrada a la Mazmorra Perdida del Destino Terrible es fácilmente visible debido a todos los huesos de aventureros muertos amontonados por fuera.»
El Cagón: «Yo me pongo a rapiñar entre los cadáveres, buscando tesoros.»
El Disgusto: «Mi ninja hace ocho saltos mortales hacia la entrada de la mazmorra, y cuando llega se funde con las sombras.»
Yo: «Es mediodía.»
El Disgusto: «¡Hay sombras al mediodía! ¿Es que no sabes nada?»
El Capullo: «Mi guerrero-bardo-ilusionista saca su arma y camina hacia la entrada de la mazmorra.»
Asenath: «Mi clériga se asegura de que su maquillaje esté en orden y luego se une al guerrero.»
El Disgusto: «Sigo pensando que es una chorrada que tu clériga lleve medias de redes, maquillaje y minifalda de cuero. ¡Se supone que esto es D&D, y no una mierda de fantasía sexual sadomasoquista!»
Asenath: «Obviamente, nunca has leido Wizard’s First Rule.»
Psicópata Dave: «Mi anti-paladín extrae las cabezas reducidas de sus enemigos de su bolsa mágica y comienza a susurrarles.»
El Pervertido: «Mi mago saca su Varita de las Maravillas. ¡Cha-CHAK!»

Una nota rápida acerca de eso. Dos sesiones antes, el mago de El Pervertido había encontrado una Varita de las Maravillas, y ahora era su objeto mágico favorito. Por alguna razón, El Pervertido creía que una Varita de las Maravillas hacía exactamente el mismo sonido que una escopeta recortada cargando un cartucho.
Yo: «Cagón, te encuentras con que los huesos han sido limpiados del todo. Lo siento. El resto aseguráis la entrada a la mazmorra.»
El Disgusto: «De acuerdo, vamos a establecer el orden de marcha, y abramos nuestro camino hasta la cámara con la Gema de MacGuffin» (3)
El Cagón: «Pero es que para hacer eso primero hay que atravesar la Cámara de los Murciélagos Satánicos.»
El Disgusto: «¿Pero a ti que te pasa? ¿Es que cada personaje que haces tiene que ir siempre bañado en su propia orina?»
Psicópata Dave: «Yo de ti no hablaría de orina, chico del Mountain Dew.»
El Disgusto: «Tengo tres palabras para ti, Señor Don Usted: Palo. Del. Dolor.»
Psicópata Dave: «Y yo tengo dos palabras adicionales para tí: Penetración. Anal.»
Yo: «Ya vale, ¿me podéis dar el orden de marcha, por favor?»
Psicópata Dave: «Mi personaje va en cabeza.»
El Cagón: «Yo me quedo en la retaguardia.»
Psicópata Dave: «Tú eres un guerrero, los guerreros no se quedan en la retaguardia.»
El Cagón: «¿Y qué pasa si nos atacan por detrás?»
El Capullo: «Yo voy el segundo en el orden de marcha. Mi personaje saca su laúd y toca una melodía esperanzadora. ¿Me das puntos extra de experiencia si no me pongo a cantar de verdad?»
Yo: «Dios, sí.»
El Pervertido: «Yo voy después, con mi Varita de las Maravillas bien preparada.»
Asenath: «Y de qué manera.»
Yo: «No des detalles.»
Asenath: «Pero ¿puedo decir una cosa? ¿Para qué queremos conseguir esta Gema? No tiene ningún valor para ninguno de nosotros.»
El Disgusto: «El tío que nos dio la pasta para financiar la expedición la quiere.»
Asenath: «Que le jodan. Yo digo que vayamos a buscar la Espada del Corte Sanguinoliento. Todo el mundo sabe que está en esta misma mazmorra.»
El Disgusto: «Yo digo que busquemos la Gema de MacGuffin, y lo que diga el ninja va a misa.»
El Capullo: «¿Por qué deberíamos dejar que seas tú el que dé las órdenes?»
El Disgusto: «Para explicar el porqué, mi ninja mata al personaje de El Capullo usando sólo sus pulgares.»
(Un montón de tiradas de dados después, acompañadas de dientes apretados)
El Capullo: «Has matado… a mi personaje…»
El Disgusto: «¡Eeeeeeeeeeeeeeeeyyyyyyyyyy!»
El Capullo: «…con tus pulgares.»
El Disgusto: «¡Eeeeeeeeeeeeeeeeyyyyyyyyyy!»
Yo: «Deja de imitar al Fonz. Eso es tener mala leche.» (4)
El Disgusto: «¡Eeeeeeeeeeeeeeeeyyyyyyyyyy!»
El Capullo: «¿Puede alguien resucitar a mi personaje?»
Asenath: «Lo siento, mi clériga todavía no puede hacer eso.»
El Disgusto: «Entonces supongo que tu cuerpo se va a pudrir ¡ahií… eyyyyyyyyyy!»
El Capullo: «¡Cállate!»
El Disgusto: «¡Eeeeeeeeeeeeeeeeyyyyyyyyyy!»
Yo: «Mira, estoy hablando en serio, Disgusto.»
El Disgusto: «Lo siento, por un momento me dejé llevar.»
Yo: «Y tanto que lo hiciste.»
El Disgusto: «¡Pero levanto mis pulgares por la muerte de su personaje! ¡EEEEEEEEEEEYYYYYYYYY!»

Con los ojos cegados por las lágrimas, El Capullo abandonó corriendo la mesa de juego. Si bien no hay ninguna forma digna de abandonar así una partida, la de El Capullo fue especialmente ignominiosa porque de camino a la puerta tropezó con Lamont, el perro de El Disgusto.
El Pervertido: «Mierda, ¿todavía está vivo ese perro?»
El Disgusto: «Sí, mis padres se gastaron el dinero que habían ahorrado para mi universidad en sus operaciones.»
El Cagón: «¡Ouch!»
El Disgusto: «Bah, Harvard es una universidad estúpida de todas formas. Ningún club de rol en absoluto.»
Yo: «Bueno, tacharé al personaje de El Capullo del orden de marcha.»
El Cagón: «Táchame a mi también. Mi personaje se quedará detrás y guardará el cadáver del guerrero-bardo-ilusionista.»
Yo: «¿Qué?»
El Cagón: «Bueno, alguien tiene que hacerlo. Estoy interpretando bien al personaje.»
Yo: «Así que tú, como jugador, vas a limitarte a sentarte ahí, mientras nosotros seguimos la partida durante varias horas, para que tu personaje pueda quedarse guardando el cuerpo de otro personaje al que apenas conocía.»
El Cagón: «Nos dimos los buenos días.»
Psicópata Dave: «Técnicamente, nadie habló mucho con el personaje de El Capullo.»
De alguna manera conseguí que cuatro de cinco personajes se aventuraran en la mazmorra; supongo que podía considerarse una victoria. Pero tras los primeros combates las cosas empezaron a torcerse.
El Disgusto: «Grito ‘Prueba la Muerte Ninja’ mientras mato al último kobold.»
Yo: «Bueno, pues enhorabuena. No queda vivo ningún bebé kobold.»
Psicópata Dave: «Los Dioses Oscuros estarán contentos.»
Asenath: «Gracias a Dios que soy caótica neutral.»
El Pervertido: «Deberíamos haber dejado a uno vivo para poder preguntarle dónde está la Espada del Corte Sanguinoliento.»
El Disgusto: «No estamos aquí para encontrar esa puta espada, estamos aquí para encontrar la Gema de MacGuffin. ¡No me hagas desenfundar mis pulgares otra vez!»
El Pervertido: «Ya estoy harto de esto. Mi mago prepara su Varita de las Maravillas, ¡cha-CHAK!, y se aventura en solitario.»
Yo: «¿Cómo?»
El Pervertido: «Ya soy de nivel ocho, no les necesito.»
Asenath: «A mí me parece bien. Sigo al mago y a su enooorme varita.»
Yo: «¡Eh, deja de decir eso!»
Psicópata Dave: «Estos tíos son unos blandengues. Me adentro en la siguiente habitación de la mazmorra.»
El Disgusto: «¡Pues vale! Yo sigo mi camino hacia la Gema.»
Yo: «¿Y qué hay de la lealtad para con el resto del grupo?»
El Cagón: «Yo me dedico a saquear el cadáver del guerrero-bardo-ilusionista.»
Como todos los grandes grupos de música, el equipo de aventureros se había separado. Quizá había sido la pérdida de El Capullo: el odio común que sentían hacia su personaje podía haber sido la chispa que les mantenía unidos. O quizá era porque ya no eran personajes de primer nivel luchando para evitar ser asesinados por orcos, hongos y vacas zombi.
Yo: «Vale, entras en la habitación y ves un grupo de Hobgoblins afilando sus armas.»
Psicópata Dave: «Saco mi talismán de los Dioses Oscuros y se lo enseño, y les ordeno que se arrodillen ante el poder de Azathoth.»
Yo: «Se inclinan ante ti.»
Psicópata Dave: «Y luego les decapito.»
Yo: «Mientras tanto, nuestro intrépido dúo sigue avanzando por la mazmorra. Encontráis una puerta de roble bloqueándoos el paso.»
El Pervertido: «Le digo a la clériga que se mantenga atrás, y le lanzo a la puerta un rayo con la Varita de las Maravillas. ¡Cha-CHAK!»
(los dados ruedan por la mesa)
Yo: «Un chorro de mariposas se estrella contra la puerta.»
Asenath: «Compruebo si la puerta está cerrada con llave.»
Yo: «No lo está.»
El Pervertido: «La abrimos y entramos.»
Yo: «El Disgusto, tu ninja encuentra la temida Cámara de los Murciélagos Satánicos.»

El Disgusto: «¡Estoy temblando! ¿Me oyes? ¡Temblando!»
Yo: «Bueno, los murciélagos no se han percatado de tu presencia, parecen estar durmiendo.»
El Disgusto: «Me arrastro silenciosamente dentro de la cámara.»
Yo: «Cuando lo haces, tu zapato se hunde unos dieciocho centímetros en una capa de guano de murciélago.» (5)
Asenath: «Aaaaaaaaugh.»
Yo: «Psicópata Dave, ¿qué hace después tu personaje?»
Psicópata Dave: «Me aventuro en la siguiente habitación y le ordeno a lo que sea que haya dentro que se arrodille ante mí.»
Yo: «El Umber Hulk que hay dentro no parece muy impresionado.» (6)
Psicópata Dave: «¡Desenfundo my poderosa espada ‘Folladora’ y le ataco!»
(tirada de dados)
Yo: «Sacaste un uno, y fallas.»
Psicópata Dave: «Una pifia. Saca la tabla de pifia para armas de filo.»
Yo: «No estoy usando tablas de críticos ni pifias.»
Psicópata Dave: «No pasa nada, usa las mías.»
Yo: «¿Siempre llevas encima ejemplares de los Arduin Grimoires?»

Psicópata Dave: «Siempre intento estar preparado, en caso de que vaya a algún sitio donde alguien empiece una partida. Vamos a tirar esa pifia.»
Yo: «Vale, haz la tirada.»
(tirada)
Yo: «Te decapitas a ti mismo.»
Psicópata Dave: «Pero la cabeza vive durante varios segundos tras ser separada del cuerpo. ¿Puedo invocar a mi Dios?»
Yo: «No. Y ahora volvamos a nuestro mago y a la clériga. Haced tiradas de salvación contra la magia.»
(dejan de cogerse las manos para poder hacer las tiradas)
El Pervertido: «Fallé.»
Asenath: «Lo mismo digo.»
Yo: «La puerta a la habitación que contiene la Espada del Corte Sanguinoliento tiene una trampa teletransportadora. Los dos aparecéis de repente en el interior de un Cubo Gelatinoso.» (7)
Asenath: «Oh.»
El Pervertido: «Bueno, al menos estamos juntos.»
Yo: «Y finalmente tú, El Disgusto. ¿Qué hace tu ninja?»
El Disgusto: «De ninguna manera mi ninja va a atravesar toda esa mierda.»
Yo: «¿Así que te marchas?»
El Disgusto: «¡No! ¿Te crees que soy estúpido? El guano de murciélago es altamente inflamable. Lanzo una antorcha dentro de la cámara.»

Yo: «Hum… ¿Eres consciente de que se trata de una cámara de seis metros cuadrados, con una capa en el suelo de casi veinte centímetros de guano de murciélago?»
El Disgusto: «No puedes soportar que yo sea más inteligente que tú, ¿verdad? Lanzo la antorcha.»
Yo: «Vale. La explosión resultante mata a tu personaje instantáneamente.»
El Disgusto: «¡Pero si soy un ninja!»
Yo: «La explosión también provoca que la Mazmorra del Destino Terrible se colapse como un castillo de naipes. Matando a todo lo que haya dentro.»
El Cagón: «¡Lo sabía! ¡Lo sabía! Estoy vivo. ¡Estoy vivo!»
Yo: «Tu personaje sólo vive unos segundos más, porque cuando la mazmorra se colapsa crea un enorme vacío que succiona a todo lo que la rodea en ochocientos metros a la redonda.»
El Cagón: «Qué putada.» (8)
Psicópata Dave: «¿Se quedó satisfecho Azathoth?»
El Pervertido: «Menuda pérdida de tiempo.»
Asenath: «No conseguimos hacer nada.»
Yo: «Bueno, espero que hayáis aprendido todos una lección valiosa.»
El Disgusto: «Sí, nunca dejes que Ab3 dirija una partida.»
Referencias y notas al pie
(1) Gary Gygax, como todos debéis saber, fue el co-creador (junto a Dave Arneson) de la primera edición de D&D y, por ende, de los juegos de rol de mesa tal y como los entendemos en la actualidad (sí, sí, ya sé que el rol ha evolucionado mucho desde entonces. Y también sé que antes de D&D también se jugaba a policías y ladrones, y a indios y vaqueros. Pero no me seáis tiquismiquis).
Steve Jackson es otro creador de juegos de rol, cuya obra más famosa es el sistema de juego universal GURPS.
En cuanto a las Mord-Sith, son una especie de secta de mujeres especializadas en la tortura (cuyo uniforme es, básicamente, un traje ajustado de cuero rojo. ¿Fantasía sexual del escritor?) que aparecen en los libros de fantasía de Terry Goodkind, dentro de la serie Sword of Truth («La Espada de la Verdad». Si no me equivoco no hay edición en castellano… por favor, corregidme si la hay). El primer libro de la serie se titula First Wizard’s Rule («La Primera Regla del Mago») y se hace referencia al mismo un poco más adelante.
(4) En sus inicios Happy Days narraba el día a día de unos «niños bien» que estudiaban en un instituto norteamericano, y su relación con un chaval de actitud rebelde y chulesca, tupé engominado y chupa de cuero apodado «el Fonz». Aunque en un principio iba a ser un personaje secundario, el Fonz ganó una popularidad increíble, y eventualmente se convirtió en el principal protagonista de la serie. Su gesto característico es el de la foto de arriba, levantando los pulgares y diciendo «¡eeeeeeeyyyyy!». Happy Days duró diez años y tropecientos capítulos en antena, y de ella salieron un par de series derivadas, incluyendo Mork and Mindy... otra telecomedia de éxito protagonizada por un primerizo Robin Williams (¿os suena?) en el papel de un maridito extraterrestre.
(8) En la historia original, lo que El Cagón dice es «that sucks», que literalmente significa «eso chupa» (o succiona). Un juego de palabras intraducible.
La traducción corresponde al texto Death By Thumbs de Al Bruno III (AB3), realizada por Jorge Prieto (a.k.a. Reverendo) y recuperada de Archive.org.